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Columna de Constanza Hube: “¿Democracia a la carta?”

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POR Equipo Radio Pauta |

La abogada y profesora de Derecho Constitucional UC critica en su columna que el Gobierno no le haya puesto urgencia a la ley que multa a quienes no voten. “Hay sectores que creen que, mientras el voto siga siendo voluntario en la práctica, sus posibilidades electorales aumentan. Por eso frenan la ley”, escribe.

La Constitución es clara: el voto es obligatorio. Así lo establece expresamente el artículo 15, que señala que una “ley orgánica constitucional fijará las multas o sanciones que se aplicarán por el incumplimiento de este deber”. No hay ambigüedad ni espacio para interpretaciones creativas. Es un mandato directo. Y no se está cumpliendo.

A cuatro meses de las elecciones presidenciales y parlamentarias, millones de chilenos siguen sin saber si el voto será realmente obligatorio o solo obligatorio en el papel. El proyecto de ley que establece multas (en caso de no votar) ya fue aprobado por el Senado, pero está paralizado en la Cámara de Diputados. Y el Gobierno, que podría acelerar su tramitación, ha optado por no ponerle urgencia.

Esta omisión no es inocua. Tiene consecuencias concretas. Sin sanción, no hay obligación efectiva. Y sin obligación, el principio del sufragio universal obligatorio se vuelve letra muerta. Lo que estamos viendo no es un simple retraso legislativo: es una vulneración deliberada del mandato constitucional.

Lo más preocupante es que esta omisión no parece casual, sino funcional a ciertos intereses. Hay sectores que creen que, mientras el voto siga siendo voluntario en la práctica, sus posibilidades electorales aumentan. Por eso frenan la ley que da eficacia a lo que la Constitución ordena. Pero en democracia no se puede escoger qué normas cumplir según la conveniencia del momento. La democracia no es selectiva o a la carta. El Estado de Derecho tampoco.

Llama la atención, además, cómo, autoridades, cambian los discursos sobre los cuales predicaban como verdaderos profetas. El mismo Presidente Boric, hace algunos años atrás criticaba la “chilenidad excluyente” y afirmaba que el problema de Chile era que había “demasiados chilenos”, planteando la necesidad de acoger con más fuerza a la inmigración. Pero hoy, cuando parece haber constatado que los inmigrantes no votan por él ni por su coalición, ha descubierto —de pronto— las virtudes del voto voluntario para los inmigrantes.

La confianza en la democracia no se recupera con frases grandilocuentes ni con llamados vacíos a participar. Se recupera cuando quienes ejercen el poder respetan las reglas, incluso cuando les resultan incómodas. Y hoy, esas reglas están siendo vulneradas a conciencia.

El Gobierno no puede seguir actuando como si esto no importara. Porque si los primeros en desobedecer la Constitución son los mismos que juraron respetarla, ¿qué ejemplo le están dando al país?