Actualidad

Columna de Carla Munizaga: “El poder de la sociedad civil en la conservación ambiental”

Imagen principal
POR Equipo Radio Pauta |

“La reciente inauguración de la Semana de la Biodiversidad en la Expo Osaka 2025 refuerza la imagen de Chile, no solo como productor de cobre y litio, sino también como ‘fuerza verde’ (…) El crecimiento económico debe ser verde o será inviable”, escribe en su columna para Pauta la periodista, cientista político y exjefa de Comunicaciones de Presidencia durante el mandato de Sebastián Piñera.

Uno de los mayores desafíos de Chile y el mundo es la preservación de la naturaleza, por su valor intrínseco y como soporte indispensable para la vida y calidad de la vida de sus habitantes y las futuras generaciones. Los ecosistemas en el centro sur del país son considerados como uno de los 35 hotspots de la biodiversidad a nivel mundial debido a su excepcional combinación de altos niveles de endemismo y grandes niveles de amenaza.

Chile ha aprendido que la defensa de la biodiversidad no es solo tarea del Estado ni de los organismos internacionales. La sociedad civil y la filantropía ambiental han ocupado un lugar central en este esfuerzo, ofreciendo modelos de gestión que hoy son mirados con atención y que marcaron un hito en el marco de la Semana de la Biodiversidad de la Expo de Osaka en Japón.

El Parque Tantauco, se erige como un ejemplo paradigmático: más de 115 mil hectáreas resguardadas gracias a la visión de la familia Piñera, donde la conservación convive con la educación ambiental y el turismo sustentable. Pero no es el único. También se destacan Fundación Rewilding Chile, Fundación Parque La Tapera y Parque Pirinel de Fundación Luksic, Fundación Alerce 3000 y el Centro Estudios Internacional Cabo de Hornos.

La reciente inauguración de la Semana de la Biodiversidad en la Expo Osaka 2025 confirma esta proyección global y refuerza la imagen de Chile, no solo como productor de cobre y litio, sino también como “fuerza verde” con un mensaje claro: proteger la biodiversidad es un deber compartido, donde el compromiso ciudadano y privado es tan decisivo como la acción estatal.

El crecimiento económico debe ser verde o será inviable. Esa sentencia resume el espíritu de Tantauco y de muchas otras experiencias: sin ecosistemas sanos no hay futuro para las sociedades. Lo que se juega en Chiloé, en la Patagonia y en Cabo de Hornos trasciende fronteras; es la preservación de los sistemas que sostienen la vida en la Tierra.

Pero también la lección de la sociedad civil es que la conservación no se logra aislando a la gente, sino incorporándola en procesos educativos, turísticos y culturales que fortalezcan la identidad y el bienestar local.

Que Chile presente esta agenda en un escenario como la Expo 2025 es un recordatorio de que somos custodios de uno de los territorios con mayor riqueza ecológica del planeta. Pero también es una invitación a replicar la experiencia: a que la sociedad civil, desde fundaciones hasta comunidades, asuma un rol activo en resguardar aquello que la política no siempre logra proteger.

La filantropía estratégica ambiental que se está iniciando en Chile puede convertirse en política pública de facto, y el liderazgo privado, cuando se orienta al bien común, es capaz de marcar la diferencia. No se trata de competir con el Estado, sino de complementarlo y de inspirar a otros a asumir que la biodiversidad es patrimonio de todos. En tiempos de crisis climática, esa es una de las contribuciones más valiosas que Chile puede ofrecer al mundo.