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Héctor “Tito” Noguera: el actor que convirtió el teatro en un arte de humanidad

POR María Alejandra Gallardo Contreras |

En sus conversaciones con Cristian Warnken en Desde el Jardín, el maestro del teatro chileno habló de la vocación, de sus maestros y del poder sanador del escenario. Hoy, sus palabras resuenan como un legado.

El jardín vuelve a abrirse, como cada martes. Cristian Warnken camina entre los árboles con esa voz que sabe de despedidas y silencios. Pero esta vez, quien ya no está para responderle es Héctor “Tito” Noguera, el hombre que durante más de siete décadas hizo del teatro su casa, su oficio y su destino.

“Hoy ha partido el más grande actor de la historia del teatro chileno”, dice Warnken al micrófono, y en el aire aún resuena la voz pausada y lúcida de aquel hombre que alguna vez se sentó frente a él para hablar de la vida y del arte como si fueran una sola cosa.

Las conversaciones que revelan el alma de Héctor Noguera

Cuando Warnken le preguntó cuándo había empezado a soñar con ser actor, Tito respondió con humildad: “En el colegio, gracias a un profesor de castellano que armó un grupo de teatro”.

No imaginaba entonces que ese pasatiempo se convertiría en destino. Estudió un año de arquitectura, hasta que entendió, como él mismo decía,  que la vocación “es seguir el llamado”.

Del escenario a la vida: el teatro como camino y sanación

Lo dejó todo y entró al Teatro de la Universidad Católica, donde empezó una trayectoria que lo llevaría del Chacal de Nahueltoro a El rey Lear, de los clásicos universales a su proyecto más íntimo: Teatro Camino, en Peñalolén.

“El teatro es sanador”, explicaba. “No solo para los actores, también para quienes lo viven. Por eso hacemos talleres con gente que quiere experimentar el teatro sin ser profesional. El teatro cura, transforma, hace crecer”.

El actor como un baúl lleno de voces y aprendizajes

Warnken, siempre lector, le recordó a Fernando Pessoa y su “baúl lleno de gente”. Tito asintió: “Todos somos eso. Los actores solo sacamos a la luz las personas que viven dentro de nosotros. Nada desaparece: cada personaje deja un sedimento, algo queda en uno”.

En otro encuentro, hablaron de Eugenio Dittborn, su maestro en la Universidad Católica. “Discutía todo con él, confesó Noguera, y ahora sé que tenía razón. Decía que no debíamos ser tan introvertidos, que había que abrirse más al público. Hoy entiendo que el equilibrio entre las dos cosas es lo mejor”.

Shakespeare, Parra y la herencia de un actor que sigue habitando en nosotros

Sobre su versión del Rey Lear de Nicanor Parra, recordaba con gratitud: “Parra logró un milagro. Tú lees la obra y parece escrita por él, pero sigue siendo Shakespeare. Es una simbiosis perfecta”.

“Uno vive con las personas, entre personas; por lo tanto, uno es también todas las personas”, dijo una vez en el jardín. Esa frase hoy suena como su despedida. Tito Noguera no se ha ido del todo. Vive en esas voces que siguen dentro de nosotros.