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Natalia Riffo y la “Generación Z sin alcohol”: “Aunque se beba menos, el patrón de consumo sigue siendo de riesgo”

POR Sofía Cereceda Sotta |

La directora nacional de Senda abordó en Pauta Propia la disminución sostenida del consumo de alcohol y marihuana entre los jóvenes, pero advirtió que preocupa la forma en que se consumen estas sustancias y el aumento del uso de medicamentos sin receta.

La idea de una “Generación Z sin alcohol” parece ganar cada vez más fuerza. Estudios del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) muestran una disminución sostenida en el consumo de alcohol y marihuana entre adolescentes y jóvenes. Pero, según su directora nacional, Natalia Riffo, preocupan los patrones de consumo, ya que aunque se beba menos, persisten conductas de riesgo.

“Hay una tendencia a la baja tanto de alcohol y marihuana (…), pero de ese 42% que está consumiendo alcohol, el 60% se ha embriagado al menos una vez en el mes“, dijo Riffo en conversación con Pauta Propia.

Y agregó que en el caso de la marihuana, “del 14% de la población general, el 6,6% ha consumido marihuana al menos 10 días en el mes”.

Estas cifras fueron calificadas como “complejas” por la directora nacional del Senda, quien subrayó que a pesar de que se observa “una constricción respecto a los consumos, el patrón de consumo es un patrón de riesgo”.

¿Qué explica la disminución en el consumo de alcohol y drogas?

La también psicóloga explicó que la baja en el consumo de alcohol y drogas responde a una combinación de factores: una mayor percepción de riesgo, políticas de prevención ambiental y nuevas formas de socialización tras la pandemia.

Sobre el primer factor, explicó que “la evidencia nos señala que, a mayor percepción de riesgo respecto de las consecuencias negativas de algún tipo de consumo, menor es la frecuencia de este”. En esa línea, precisó que existe una alta percepción de riesgo entre estudiantes de educación superior tanto en el consumo de alcohol como de marihuana.

En cuanto a la segunda hipótesis, Riffo destacó el impacto de las políticas de prevención ambiental. “En el tabaco tenemos una baja impresionante: son más de diez años o más de políticas restrictivas respecto a la venta, los precios y el etiquetado de las cajetillas, que han tenido un impacto efectivo”, explicó.

Añadió que esto podría estar influyendo también en la disminución del consumo de alcohol, considerando las recientes restricciones en publicidad y el nuevo etiquetado de bebidas alcohólicas.

En relación sobre las nuevas formas de socializar en la generación Z, Riffo, estableció, que esta situación viene asociada al creciente uso de medicamentos sin recetas médicas.

Menos alcohol, más medicamentos sin receta

Pese a la disminución en el consumo de marihuana y alcohol, la directora nacional de Senda advirtió que preocupa el aumento en el uso de medicamentos sin receta médica, especialmente tranquilizantes, cuyo consumo mostró un alza.

“No sólo se mantuvieron, sino que aumentaron. Y eso también es un elemento de preocupación”, advirtió Riffo.

La especialista explicó que este fenómeno se vincula con el aumento de problemas de salud mental tras la pandemia y la fácil disponibilidad de medicamentos. “En el caso de población escolar, más del 50% los obtenía de adultos del entorno, padres o madres (…). En educación superior, un 42% los compró en ferias libres y un 13% los adquirió en farmacias con receta de otra persona”, detalló.

Un enfoque de salud pública

Finalmente, Riffo recalcó que el consumo problemático de sustancias debe abordarse desde la salud pública y la prevención integral. “Eso nos permite también disminuir el estigma y que las personas pidan ayuda cuando sienten que tienen un consumo problemático”, aseveró.

“Y eso es fundamental, porque efectivamente cortamos una cadena ahí y ayudamos a las personas que tienen que recuperarse. Y para eso, si no nos vemos con un problema de salud mental, el estigma es tremendo”, concluyó.

Revisa la entrevista completa con Natalia Riffo en Pauta Propia, donde profundiza en los cambios culturales detrás del consumo juvenil, el rol de la salud mental y los nuevos desafíos de la prevención en Chile.