El análisis de Ricardo González y Paulina Valenzuela sobre el electorado que llevó a Kast a La Moneda y los desafíos que enfrenta su gobierno
En Pauta Propia, ambos expertos revisaron los datos que dejó la elección, el impacto del padrón ampliado y la presión por respuestas rápidas en el inicio del nuevo mandato.
A casi diez días del triunfo presidencial de José Antonio Kast, el foco dejó de estar puesto en la campaña y se instaló en los datos y en las proyecciones del nuevo ciclo político.
Ese fue el eje del análisis de Paulina Valenzuela, socia fundadora de Datavoz y vicepresidenta para América Latina de WAPOR, y Ricardo González, director del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), en Pauta Propia, donde abordaron el rol de las encuestas, el impacto del voto obligatorio y las tensiones que deberá enfrentar el próximo gobierno.
Las encuestas acertaron
Sobre el desempeño de los sondeos, Valenzuela fue categórica: “Las encuestas se puede decir que anduvieron bien”, destacando que anticiparon correctamente el resultado de la segunda vuelta.
Uno de los puntos que había generado dudas de cara a la segunda vuelta era el nivel que podían alcanzar los votos nulos y blancos. Finalmente, como señaló la socia fundadora de Data Voz 2estamos hablando de menos de un 7,5%”, una cifra menor a la que se había anticipado.
El voto obligatorio cambió la lógica electoral
En ese sentido, González explicó por qué las encuestas mostraron más errores en la primera vuelta que en la segunda.
“El votante obligado es aquel que no votaba cuando el voto era voluntario y que lo hace cuando está obligado a hacerlo”, señaló, apuntando a un electorado menos politizado que encontró en Franco Parisi una vía de expresión de malestar.
Al desaparecer ese candidato en la segunda vuelta, esa “válvula” dejó de existir y el voto volvió a ordenarse, lo que permitió que las encuestas se alinearan mejor con el resultado final.
No fue un giro ideológico del país
Valenzuela descartó que el resultado responda a un cambio ideológico profundo.
“Yo siempre he pensado que no es ideológico”, afirmó y describió a los nuevos votantes como un grupo “desafectado, desinteresado (…) centrado en los cambios rápidos”.
Según advirtió, se trata de un electorado que “va a hacer cobros más rápidos“, ya que sus decisiones están ancladas en expectativas de corto plazo y en la demanda de resultados concretos, especialmente en materias como seguridad, migración y condiciones económicas.
Esa lógica, planteó, tensionará al próximo gobierno desde el inicio de su mandato.
Un electorado sin lealtades políticas
González coincidió en que el factor clave del resultado fue el cambio de reglas. “El cambio de reglas es el voto obligatorio. Es simplemente eso”, sostuvo, y agregó que este grupo “no tiene ideología, no tiene identificación con los partidos y por algo es muy antioficialista”, lo que explica su rápida disposición a castigar a los gobiernos.
En esa misma línea, Valenzuela subrayó que, al no existir lealtades políticas estables, este electorado es más proclive a retirar su apoyo si no percibe avances inmediatos, reforzando así la presión temprana sobre el próximo gobierno.
Expectativas altas y poco margen de error
En cuanto a los desafíos del gobierno de José Antonio Kast, los expertos coincidieron en que uno de los principales será la gestión de las expectativas.
Valenzuela subrayó una brecha relevante: “La intención de voto estaba en 58-42, pero la confianza en los atributos de José Antonio Kast es un 50%”. Por eso, advirtió que la evaluación estará puesta en lo concreto: “No tiene que ver con la grandeza de una medida, sino con la capacidad de concreción”.
Un análisis que cruza datos, contexto y advertencias para entender no solo quién ganó, sino qué tipo de electorado definió la elección y qué tan rápido comenzará a exigir resultados.