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El patio del recreo: el tercer educador

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Patio Vivo
POR Rita Cox |

La directora de Fundación Patio Vivo, Ángela Ibáñez, habla de las enseñanzas que brinda un patio de recreo bien pensado y advierte sobre lo que los niños pierden sin poder jugar en ellos como consecuencia de la crisis sanitaria.

En su paso por Enseña Chile, la magister en Arquitectura del Paisaje Ángela Ibáñez comprendió que los patios escolares eran, desde el punto de vista del aprendizaje y de la convivencia, espacios perdidos. Y decidió a aprovecharlos como un “tercer profesor” gracias al buen uso de la arquitectura. A seis años de esa determinación, Unicef destacó a Patio Vivo, la fundación que creó y lidera, como una organización clave en la formulación de experiencias innovadoras para el aprendizaje temprano. Un proyecto que ha beneficiado a más de 25 mil niños de distintas regiones del país.

“Cuando trabajé en Enseña Chile pude ver de cerca los problemas de convivencia escolar en las escuelas y en los liceos de los sectores más vulnerables. El ambiente era bastante desolador, lo mismo que las experiencias que estaban viviendo los niños”, recuerda Ángela Ibáñez en entrevista con Plaza Pauta, de Radio PAUTA.   

El patio como “tercer educador”, eje de Patio Vivo, es un concepto desarrollado por el pedagogo italiano Loris Malaguzzi (1920-1994), quien postulaba que, en el contexto escolar, después de los profesores y de los pares, viene el patio, promotor de distintas acciones. “Es en el recreo cuando los niños deciden qué hacer y cómo. Esa autonomía es muy relevante como aprendizaje. Ahí está el principal lenguaje de los niños: el juego. A través del juego desarrollan habilidades”, explica Ibáñez.

Ángela Ibáñez, directora ejecutiva de Patio Vivo. Créditos: Patio Vivo. 

Agrega que “los investigadores dicen que estamos viviendo un declive del juego. Los niños de hoy juegan menos que nosotros y nosotros jugamos menos que nuestros padres. Eso tendría repercusiones importantes en el desarrollo”.

Patio Vivo trabaja a través del diálogo con los colegios. “Desarrollamos un lenguaje común entre la arquitectura y la educación para convertir los patios en herramientas de aprendizaje al servicio del proyecto educativo de cada establecimiento. Por eso en la fundación trabajan arquitectos, educadores, sicólogos, ingenieros civiles”. 

Los materiales y las técnicas estructurales que se usen en cada patio dependerán también del contexto y de la historia de la comunidad. Es así, por ejemplo, que en la zona central han trabajado con ladrillo. “Es nuestro mejor material: tierra cocida que podemos modelar como queramos y que lamentablemente hemos dejado de usar, pero que sí usaban los padres y abuelos de los niños. Uno de los problemas de los patios en Chile y en el mundo es que son casi todos iguales”. 

La pérdida del patio con la crisis sanitaria

La crisis sanitaria del coronavirus y las medidas de confinamiento, cuarentena y suspensión de clases ha impactado no solo al interior de las salas. “La gran mayoría de los niños que viven en ciudades no tiene acceso a un espacio al aire libre donde jugar, donde encontrarse con sus pares, donde moverse y ejercitar su cuerpo, más allá del patio escolar. Los recreos son el momento del libre aprendizaje, donde se aprende a convivir con otros, se aprende desde el movimiento y el juego libre y activo”, dice Ibáñez.

“Hoy los estudiantes, al no poder ir al colegio y, por tanto, al no poder tener recreo, pierden la oportunidad de convivir con sus pares, de jugar con ellos, y con eso pierden la oportunidad de adquirir habilidades que se aprenden a través del juego, como por ejemplo el desarrollo de la empatía, la autorregulación y la resolución de conflictos con sus pares”, explica.

Setenta proyectos ha levantado Patio Vivo en escuelas públicas y particulares subvencionadas con tres grandes líneas de financiamiento. “La principal en la subvención escolar. También postulamos a fondos, hoy estamos con Corfo y Fundación Mustakis. Y a través de donaciones de privados, tanto de empresas como de personas naturales”.  

Revise la entrevista con Ángela Ibáñez en Plaza Pauta