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Carta abierta a Camilo Escalona

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PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

“El pueblo quiere y merece paz. Una política de calidad y una izquierda responsable, serena y prudente. Su tuit claramente, don Camilo, no contribuye a ello”, asevera Cristián Warnken.

Estimado Camilo Escalona:

Acabo de leer su tuit sobre las elecciones del domingo pasado. En él, usted dice: “hace 40 años el pueblo chileno mediante las protestas nacionales supo levantarse unido contra la dictadura, hoy debe nuevamente unirse para frenar la regresión ultraconservadora”.

Tengo mucho respeto por su trayectoria política y siempre pensé que usted era uno de los políticos de izquierda más lúcidos, un animal político en el mejor sentido de la palabra. Pero desde hace un tiempo me ha costado reconocer a ese animal político del más importante partido político de la izquierda, el Partido Socialista de Chile. Y también me ha costado reconocer y entender el actuar del Partido Socialista en los últimos tiempos. Pero no me extraña tanto, en verdad.

El estallido produjo regresiones en muchos líderes de una izquierda que contribuyó a la transición desde la dictadura a la democracia. Muchos se volvieron eufóricos y se sumaron al carro de los que anunciaron que venía una refundación del país, que el neoliberalismo había muerto. Dieron la espalda a su propia historia, la mejor historia de la izquierda (la de los años de la Concertación) renegaron olímpicamente de esa historia y se entusiasmaron con un octubrismo del cual sólo quedan cenizas y muy pocas brasas.

A pesar de que ese octubrismo quemó todo lo que tenía a su paso: iglesias, bibliotecas. Sí, el octubrismo incendió el país, pero no lo prendió, la prueba es que ese pueblo del que usted habla en su tuit le ha propinado a esa izquierda condescendiente y cómplice del anarconihilismo callejero, dos derrotas electorales colosales, probablemente las más grandes en décadas de la izquierda chilena.

¿A usted también le pasó lo mismo? ¿También se dejó llevar por la embriaguez revolucionaria y la nostalgia de la utopía perdida? Lo entiendo. No hay izquierda sin utopía y esta se había difuminado hasta el punto de desaparecer en años grises, de progreso económico, de clases medias emergentes (otro pueblo, no el de los 70) y consumistas. Y es doloroso para quien ha tenido fe, empezar a perderla.

Puede resultar insoportable y ello explica por qué muchos se aferraron a esa nueva posibilidad revolucionaria que estalló en octubre. Pero eso quedó atrás. El pueblo no quiere más octubrismo (al contrario, lo deplora), no quiere luces de bengala, ni marchas, ni discursos encendidos, el pueblo necesita desesperadamente seguridad, para salir a las calles, para trabajar, para vivir en paz.

Esa es la simple explicación, casi prosaica, me dirá usted, de por qué este domingo, ese mismo pueblo al que usted convoca a manifestarse otra vez, votó derecha el domingo pasado. Y se irá cada vez más a la derecha si la izquierda no deja atrás sus complejos con el orden.

Sin apoyo del pueblo, no hay revolución posible, salvo que se quiera imponer esa revolución a la fuerza. Por otro lado, pienso-y en eso discrepo de usted- que no fueron las protestas nacionales las que derrotaron a la dictadura: esa era la fantasía del Partido Comunista de entonces; no fue la calle la que nos devolvió la democracia, fueron las urnas, en el plebiscito de 1989.

Y un puñado de líderes sensatos, que usted conoció muy bien, Aylwin, Lagos, entre otros, que le dieron al país una salida pacífica y posible, evitando probablemente un baño de sangre y más sufrimiento del ya suficiente que su generación y el pueblo de Chile vivieron en carne propia en dictadura.

Es cierto, no fue la salida más épica ni romántica. Fue realismo puro. El “en la medida de lo posible” se impuso al “avanzar sin transar” tan entrañable pero tan falaz y tan fatal. Es absurdo, que usted convoque al pueblo a las calles para frenar la regresión conservadora”. Primero, porque fue ese mismo pueblo que usted tan fervorosamente convoca el que votó por los ultraconservadores.

Vea el desglose de los resultados electorales para darse cuenta de que la derecha caló en el electorado popular como nunca. Y no porque sean “fachos pobres” como han dicho algunos iluminados paternalistas, sino porque anhelan una seguridad que la izquierda no ha sabido ofrecerles.

Una izquierda que se desconectó del pueblo real, una izquierda que no sabe hacerse una autocrítica honesta y profunda de esta segunda y colosal derrota electoral, una izquierda, entonces, otra vez inviable que le ofrece a su electorado mucha retórica y consignas, pero poca política responsable.

Lo conservador no es ofrecer seguridad, lo conservador es seguir enarbolando banderas ya desteñidas y gastadas; lo revolucionario hoy es garantizarle paz al pueblo de Chile cansado de experimentos delirantes, el pueblo quiere y merece paz. Una política de calidad y una izquierda responsable, serena y prudente. Su tuit claramente, don Camilo, no contribuye a ello.

A pesar de mis discrepancias con este gesto suyo inesperado, le reitero mis respetos: usted es parte de una historia dura y sufrida y contribuyó desde la izquierda a superarla con racionalidad y con los pies bien puestos en la tierra. No en la calle.

Un saludo fraterno en la diferencia.