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La nueva batalla sobre el tabaco se traslada a la Unicef

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Agencia Uno
POR jorge Román |

Para el académico Stanton Glantz, de la Universidad de California, San Francisco, “si la industria no atrae a los niños, morirá”.

“Es tiempo de que Unicef y todas las agencias de las Naciones Unidas reconozcan que las compañías de tabaco financian a Unicef como parte de sus actividades de relaciones públicas y políticas para proteger su mercado”, afirma Stanton Glantz, académico de la Universidad de California, San Francisco (UCSF). Glantz y sus colegas de dicha universidad Yvette van der Eijk y Stella Bialous publicaron, a fines de abril de este año, un artículo en la revista Pediatrics donde se muestra que si en la década de 1990 Unicef tuvo un rol activo en las iniciativas de control del tabaco, a partir del nuevo siglo su lucha en este tema ha sido mínima.

Para demostrarlo, el equipo de investigadores revisó documentos previamente secretos de la industria del tabaco que fueron desclasificados a través de litigios legales contra las tabacaleras. En ellos, descubrieron que la industria ya había percibido el peligro de las campañas antitabaco impulsadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unicef en la década de 1990, y por ello implementaron diversas estrategias para “infiltrarse en las Naciones Unidas, desacreditar a la OMS y debilitar los movimientos globales de control del tabaco presentándose como socios razonables”.

El negocio

No es novedoso hablar del daño a la salud que provoca el tabaco. Según cifras de la OMS, el tabaco mata hasta la mitad de sus consumidores (más de siete millones de personas al año, entre ellas casi 900 mil fumadores pasivos). Y el 80% de los fumadores viven en países de ingresos bajos o medios.

En Chile, de acuerdo con un informe de marzo de 2017 preparado para la Cámara de Diputados por la Subsecretaría de Salud Pública, 45 personas mueren diariamente a causa del tabaquismo y se gasta un billón de pesos (un millón de millones) al año para tratar los problemas de salud que provoca el tabaco. Además, y según un informe de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, la población adolescente chilena es la segunda más fumadora a nivel mundial. Esto es especialmente grave porque mientras más joven se inicie el consumo de tabaco, mayor es la probabilidad de seguir siendo fumador durante la vida adulta (y, por lo tanto, contribuyen durante más tiempo a la industria) y mayor es el riesgo de desarrollar cáncer.

“El tabaquismo es una enfermedad pediátrica. La industria tabacalera apunta sus dardos publicitarios a la población infantil y adolescente”, dice a PAUTA.cl María Paz Bertoglia, académica de la Universidad de Chile y fundadora del colectivo de divulgación científica Etilmercurio, que analizó el estudio de la UCSF. “Sabemos que las tabacaleras han estudiado por décadas el comportamiento de consumo de tabaco de niños y adolescentes. Al revisar documentos de la industria, vemos que han hecho estudios en niños desde los 12 años para promover su consumo”, afirma. En efecto, los documentos desclasificados de la industria demuestran que monitorearon por décadas los hábitos de adolescentes fumadores y diseñaron sus estrategias de mercado para apuntar precisamente a ese público.

De hecho, el impacto de la publicidad en el consumo de tabaco está ampliamente documentado. Esto es lo que llevó a que en Chile se aprobara la nueva Ley del Tabaco en 2013, que prohíbe todo tipo de publicidad (directa e indirecta) y aumenta en forma considerable los espacios libres de humo respecto a las legislaciones anteriores.

Para Bertoglia, sin embargo, la ley de 2013 no es suficiente. Ella opina que es necesario un nuevo proyecto de ley que exija el empaquetado genérico y que prohíba el uso de mentol (que aumenta la adicción y los problemas de salud) en los productos de tabaco. “Las cajetillas incorporan diseños como potentes herramientas de marketing con capacidad de atraer al público infantil y adolescente y el mentol es utilizado para promover una imagen más saludable y atractiva que los cigarrillos no mentolados, dirigido esencialmente a los jóvenes”, afirma la académica a este medio.

Stanton Glantz, uno de los autores del artículo académico, coincide con este análisis: “Prácticamente toda persona que fuma empezó en la adolescencia. Si la industria no atrae a los niños, morirá”.

El empaquetado genérico se introdujo en Australia en 2012 y en Reino Unido en 2016, y ha demostrado su efectividad en la reducción del consumo de tabaco. Créditos: British Lung Foundation.

Pese a toda esta evidencia, y tal como explica Stella Bialous, académica de la Universidad de California San Francisco y coautora del estudio, “Unicef se dejó manipular por la industria del tabaco”. ¿Fue así?

Colaboración internacional

En septiembre de 2017, Philip Morris International, una de las mayores tabacaleras del mundo, creó la Fundación por un Mundo sin Humo, que busca colaborar en iniciativas para la era posterior a los cigarrillos tradicionales: los cigarrilos electrónicos. De hecho, ahí esta tabacalera está redirigiendo su negocio, pues anunció que dejará de vender los productos tradicionales en el mundo en el largo plazo.

Ese mismo mes, la OMS emitió un comunicado sobre la Fundación por un Mundo sin Humo. En la declaración, se recuerda que la Asamblea General de las Naciones Unidas ha reconocido “el conflicto fundamental de intereses entre la industria del tabaco y la salud pública” y recuerda que el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco “establece claramente que los gobiernos deben limitar las interacciones con la industria tabacalera y rechazar las alianzas con ellas”. Además, se explicita que “los gobiernos no deben aceptar contribuciones financieras o de otra índole de la industria tabacalera o de entidades y personas que trabajen para promover sus intereses”.

PAUTA.cl se contactó con Unicef internacional para aclarar qué relación tienen con las tabacaleras y qué opinaban sobre el estudio de Van der Eijk, Bialous y Glantz. Su respuesta fue la siguiente: “Los lineamientos de Unicef sobre su relación con el sector privado no han cambiado, especialmente con respecto a su continua política de no aceptar financiación ni acuerdos formales con las empresas productoras de tabaco. La forma en la que interactuamos con las empresas y otras entidades la estamos adaptando y seguiremos haciéndolo para asegurar que hacemos todo lo posible para proteger a los niños y niñas”. La Unicef no desacredita el estudio de los académicos, pese a que se le consultó en forma directa por ese documento.

La Fundación para la Eliminación del Trabajo Infantil en las Plantaciones de Tabaco (ECLT, para el cual Unicef cumplió funciones de asesoría) es una entidad financiada directamente por las compañías de tabaco. Si bien la ECLT contaba con un presupuesto de US$ 2,3 millones para cuatro años (que fue usado en la construcción de escuelas, pozos de agua y otros beneficios para los niños de las tabacaleras), un estudio del mismo Glantz y otros autores demuestra que las tabacaleras recibieron beneficios económicos de casi US$ 40 millones en el mismo periodo gracias al uso de trabajo infantil no pagado en Malawi.

En su reporte de 2010, Unicef Kazajistán reconoció haber colaborado con Philip Morris en la creación de “espacios comunitarios educativos amigables para la infancia” para hijos de trabajadores de las plantaciones de tabaco. Alianza por la que Unicef recibió US$ 2 millones.

“La industria es hipócrita sobre este punto. Dice que se preocupa de los niños, pero no es así”, plantea Glantz a PAUTA.cl. “Esto lo usan para neutralizar organizaciones como Unicef”.

Negociaciones habituales

Un extenso reportaje de Reuters, que desclasifica una serie de documentos de Philip Morris, revela cómo la industria del tabaco ha tratado de influir en el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco. Para ello, han realizado lobby en los gobiernos con el objeto de aumentar el número de delegados que no se relacionen con temas de salud pública en las convenciones. Han tenido éxito en ello, según este reportaje: desde la primera convención de 2006, las conferencias bienales del Convenio Marco han registrado un sostenido aumento de delegados de economía, finanzas y agricultura.

Manifestación organizada por “Chile Libre de Tabaco” en la Plaza de la Constitución, en el marco del Día Mundial sin Fumar, 30 de mayo de 2016. Créditos: Agencia Uno

Bertoglia, quien ha asistido a las comisiones de Salud de la Cámara de Diputados y del Senado cuando se ha discutido el proyecto de ley que adecua la legislación nacional al Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, comenta el lobby que ejerce la industria: “Íbamos por la Universidad de Chile, como académicas. Y llegaron los de las tabacaleras a defender su territorio”, cuenta. A su juicio, algunos personeros e incluso la presencia de pequeños agricultores que entraron a las sesiones, reclamando porque perderían su trabajo, representan parte del cabildeo de las tabacaleras. Con todo, el lobby está normado en Chile y lo utilizan tanto representantes de todo tipo de industrias como de agrupaciones de consumidores, entre otros gestores de intereses.

El 8 de mayo de este año, contratado por Philip Morris International, José María Aznar se reunió con el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, para pedirle una flexibilización de las normativas del tabaco. Su objetivo fue la solicitud de que se introduzcan los cigarrillos electrónicos al mercado chileno sin que sean limitados por la actual legislación. Sin embargo, y tal como muestran los informes presentados en el Congreso, el cigarrillo electrónico también ha demostrado ser tóxico.

En 2010, Philip Morris International demandó al Estado uruguayo por US$ 25 millones por los perjuicios que le habría provocado la nueva regulación del tabaco. No obstante, el tribunal de arbitraje del Banco Mundial falló en favor de Uruguay y la multinacional se vio obligada a pagar US$ 7 millones al Estado, además de ser responsable de todos los costos y honorarios del juicio.

PAUTA.cl se contactó con las sedes nacionales de Philip Morris y British American Tobacco para tener su punto de vista sobre estos temas, pero al momento de publicarse este artículo aún no habían respondido.

Philip Morris International sí le respondió a Reuters en julio de 2017: “Siendo una empresa de una industria altamente regulada, hablar con los gobiernos es parte de nuestras negociaciones habituales […]. Creemos que la participación activa de expertos en salud pública, autoridades políticas, científicos y la industria es la mejor forma de abordar en forma efectiva las regulaciones del tabaco como parte del genuino interés de los mil millones de fumadores de hoy”.

Según revela Reuters, solo ha habido una disminución de 1,9% en la venta de cigarrillos desde que el Convenio entró en efecto en 2005. Y, peor aun, hay más gente fumando en 2015 que una década antes.