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Las heridas patrimoniales que soporta el Cementerio General

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Agencia Uno
POR Rita Cox |

El arquitecto Tomás Domínguez lleva años investigando el recinto. Acusa el deterioro de su parque, el más antiguo de Santiago, falta de personal de seguridad y cámaras.

El 7 de julio pasado, luego del funeral de Luisa Toledo, el Cementerio General de Santiago sufrió graves daños. Uno fue el producido por el ataque incendiario a la tumba de las víctimas del incendio de la Iglesia de La Compañía, ubicado al centro de la Plaza La Paz. El monumento evidencia quemaduras en dos áreas y sobre una de las lápidas presenta un grafiti de una bomba molotov.

Quien recibió con especial impresión esta noticia fue el arquitecto Tomás Domínguez Balmaceda. Después de ocurrido ese y otros ataques durante la misma jornada, el experto ha estado documentando y catastrando los daños. La tumba de Andrés Bello; la lápida de José Miguel Infante, jurista que abolió la esclavitud en Chile; las tumbas y mausoleos de los presidentes Jorge y Arturo Alessandri, Pedro Montt, Juan Antonio Ríos, Federico Errázuriz y Carlos Ibáñez del Campo; el mausoleo del General Baquedano y el Panteón de los Jefes fueron vulnerados. 

También la tumba del exsenador de la UDI Jaime Guzmán que, de acuerdo con el informe elaborado por el arquitecto “fue completamente rayada, se inició una fogata y fue destruida una losa de piedra que simulaba ser el acceso a la bóveda subterránea”.

Tumba Jaime Guzmán

Personal de la PDI investiga los daños en la tumba de Jaime Guzmán, en el Cementerio General, que incluyó el robo de la ánfora con las cenizas de la madre del exsenador, Carmen Errázuriz. / Créditos: Agencia Uno.

En conversación con el programa Plaza Pauta, de Radio PAUTA, Domínguez, quien se ha especializado en el Cementerio General y trabajó para que se lograra su declaratoria de Monumento Histórico, ahondó en el daño provocado y subrayó el valor invaluable de la arquitectura y esculturas del recinto de la comuna de Recoleta, donde están enterrados la mayoría de los santiaguinos que murieron antes de 1980.

Dado que la ley chilena protege la paz de las tumbas y se trata de un espacio protegido como Monumento Histórico, el arquitecto dijo que esperaba “que el Ministerio Público identifique a los responsables de las profanaciones” y se desentrañe qué sucedió con la seguridad al interior del recinto. Destacó, también, un problema que, en sus palabras, hace del Cementerio General un foco permanente de robos: la ausencia de cámaras de seguridad. “Desde 2013 la Contraloría General está exigiendo la implementación del sistema de televigilancia sin resultados positivos”, dijo.

El otro patrimonio dañado

El deterioro del Cementerio General se ha extendido a sus árboles y parque centenario. La falta de un sistema adecuado de riego, también de responsabilidad de la Municipalidad de Recoleta, ha significado la muerte de unos doscientos árboles, según las estimaciones de Domínguez, aunque el arquitecto especula que podrían ser más de mil, entre ellos viejos cipreses, araucarias, magnolios, palmeras y naranjos, de acuerdo con sus investigaciones en terreno. “Hoy dependen de la lluvia los árboles centenarios, algunos que fueron plantados en 1830 y la mayoría en 1890. Es el parque más antiguo de Santiago y tiene características patrimoniales, con árboles que se empinan hacia arriba y son verde oscuro en relación al luto, y características aromáticas, entre otros rasgos”, precisó.

El arquitecto acusa que de “manera irregular, en 2009, el municipio vendió los derechos de agua, que eran dos acequias de la época de la colonia, de 1821, que regaban lo que fue campo y pasó a ser cementerio. Y desde entonces no se ha reemplazado el sistema de riego”.

“El Estado es el que causa más daño al cementerio”, concluyó.

Revise la entrevista completa con Tomás Domínguez en Plaza Pauta