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El legado arquitectónico de Gabriel Guarda

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UDD
POR Rita Cox |

Figura fundamental de la arquitectura chilena, el religioso benedictino, historiador y arquitecto murió a los 92 años.

A los 92 años murió Gabriel Guarda, religioso benedictino, arquitecto e historiador chileno. Junto al también arquitecto y religioso Martín Correa, fue el creador de la capilla del Monasterio Benedictino de Las Condes, considerada una joya de la arquitectura moderna, y que fue levantada entre 1962 y 1964.

Gabriel Guarda, O. S. B. Créditos: Memoria Chilena

Entre sus múltiples reconocimientos, Guarda recibió también el Premio Nacional de Historia en 1984; el Premio América de Arquitectura en 1991 y el Premio Conservación de Monumentos Nacionales en 2004. Parte importante de su obra fue el estudio y difusión de las iglesias de Chiloé.

La Fundación Getty –que se dedica a la filantropía mundial en el área artística– otorgó un fondo de su programa “Keeping it Modern” a la capilla del Monasterio Benedictino, el primer edificio chileno en lograrlo.

Un grupo de trabajo de la Facultad de Arquitectura y Arte de la Universidad del Desarrollo, liderado por su vicedecano, Oscar Mackenney, fue el que postuló a este concurso, con el objetivo de elaborar un manual de conservación y mantenimiento para esta iglesia que fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1981.

Los Benedictinos

“Ha sufrido tres terremotos, y temblores grandes cada tres o cinco años. Además de las exigencias propias del lugar en que se encuentra, porque el cerro Los Piques (en la comuna de Las Condes) está en la cota 900, así es que ha estado sometida a nieve, frío y humedad”, explica en Plaza Pauta, de Radio PAUTA, el vicedecano. “Le vamos a hacer un chequeo a fondo, investigando su construcción en cada detalle, para que enfrente los próximos 50 o 100 años en las mejores condiciones”. 

El equipo de la Facultad de Arquitectura de la UDD en la capilla.
El equipo de la Facultad de Arquitectura de la UDD en la capilla / Crédito: UDD

Esplendor austero

La iglesia fue concebida a partir de una configuración moderna de volúmenes simples. La base de su diseño son dos cubos unidos por sus vértices, que conforman el espacio principal; uno para el altar y otro para los fieles. Prácticamente no cuenta con decoración ni adorno alguno, su diseño se remite al juego de la luz natural que impone su misma arquitectura. Solo hormigón y cal son sus materiales.

“La capilla es pionera en muchos aspectos”, explica Oscar Mackenney. Añade que, en general, los edificios religiosos de todo Chile son más o menos basilicales, con pilares, cruceros, con presbiterios muy grandes. “Son preconciliares, vale decir, previos a 1962, el mismo año en que se está construyendo la capilla de Los Benedictinos. El padre Guarda y el hermano Martín Correa están en medio del proyecto cuando viene el cambio de la liturgia y rápidamente ellos lo adaptan en la obra”, añade.

Según cuenta Mackenney, los autores iban construyendo unas cajas de cartón cuadradas a través de las cuales analizaban el paso de la luz, porque la luz sería la protagonista principal. “Y ese esplendor, tan frágil y tan austero, es el que se ha mantenido durante 50 años exactamente igual. La capilla es como un canto a la belleza que invita al recogimiento. Es notable”.

También es notable que una construcción de esta escala haya sido merecedora del fondo de la Fundación Getty, puesto que entre sus beneficiarios hay obras de la talla de la Ópera de Sidney, el edificio Bauhaus en Dessau y el Museo de Arte de Sao Paulo, entre muchas otras obras fundamentales del siglo pasado.

Revise la entrevista completa con Oscar Mackenney en Plaza Pauta