Ciudad

Otra vida para la Villa San Luis

Imagen principal
Consejo de Monumentos Nacionales
POR Rita Cox |

El arquitecto Yves Besançon relata la historia del más emblemático proyecto de integración social en Chile, que tras 40 años acaba de llegar a un acuerdo entre la constructora y las familias que de allí fueron desalojadas.

Los camiones llegaron a la medianoche. Sin aviso previo ni darles tiempo para tomar algunas de sus cosas, los militares desalojaron de sus casas a 112 familias para repartirlas por diferentes puntos de la ciudad. 17 de ellas fueron llevadas a un sitio eriazo en Pudahuel; 20 a una cancha en el paradero 37 de Santa Rosa; ocho quedaron abandonadas en un camino de San José de Maipo; cuatro en un basural de Lo Curro, y el resto fue trasladado a Renca. 

El 28 de diciembre de 1976 fue la noche más oscura de la larga historia de la Villa San Luis, ubicada en la actual calle Presidente Riesco, en Las Condes.

“Fueron desalojados de una manera violenta, horripilante, incluso en camiones de basura. Los dispersaron en distintos terrenos, sin importar que incluso familias quedaran divididas. Al amanecer hubo gente que caminó cuadras de cuadras tan solo para preguntar dónde estaban. Fue una violencia institucionalizada sin ningún sentido, un error que nunca debió haberse cometido”, relata a Plaza Pauta, de Radio PAUTA, el arquitecto Yves Besançon, quien ha seguido de cerca esta historia y la conoce muy bien.

Villa San Luis
2017, la pelea en tribunales por Villa San Luis / Créditos: Agencia Uno

Sueño truncado

La ex Villa San Luis fue un proyecto emblemático de integración social urbana, diseñado a fines de los 60 en este terreno de 153 hectáreas, que había sido expropiado por la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu) durante el gobierno de Frei Montalva, en 1967. 

“Se hace un proyecto gigantesco, impulsado con mucho ímpetu por Miguel Lawner y muy de acuerdo a las ideas de la época, que se encarga a varios arquitectos. Participan Miguel Eyquem, Arturo Baeza, Luis Emilio Alemparte, Cristián Fernández posteriormente”, cuenta Besançon.

En esos años las viviendas sociales no existían, eran simples y precarias mediaguas ubicadas al borde del río Mapocho en el sector oriente y en otros barrios, mediaguas con techo de fonola y piso de barro que se habían montado de emergencia en momentos en que había un déficit de 500 mil viviendas en Chile. 

El proyecto de la Villa incluía 1.000 viviendas sociales, otras tantas para personas de clase media, más áreas verdes y un barrio administrativo y cívico. Cinco empresas constructoras ganaron las licitaciones y las viviendas sociales fueron desarrolladas directamente por la Cormu. “Lo que hoy llamaríamos un barrio mixto e integrador”, apunta el arquitecto. Y agrega que “cuando asumió Salvador Allende le dio prioridad a las viviendas sociales, que fueron las primeras en edificarse. De hecho, las poblaciones El Esfuerzo y El Ejemplo, que llevaban años al borde el río en la comuna de Vitacura, fueron trasladadas allí; cada familia recibió un departamento preasignado con su nombre. Esa había sido una promesa de campaña”.

Según el Consejo Monumentos Nacionales, al momento del Golpe de Estado los títulos de dominio estaban en tramitación, pues la Municipalidad de Las Condes aún no efectuaba la recepción final de las obras.

Con esa excusa comenzaron los brutales desalojos que ocurrieron entre los años 1975 y 1980, a pesar de que los residentes eran propietarios legítimos.

Pero no solo eso; comenzó también la política de erradicar la pobreza hacia la periferia de Santiago, con todo lo que eso significa: pretender invisibilizarla y construir una ciudad segregada. “En esa periferia no tenían ningún beneficio, ni colegios cercanos para sus hijos ni transporte público ni servicios de salud. Cualquier cosa les quedaba a una hora u hora y media de traslado”, opina Besançon. “Eso era una bomba de tiempo que iba a explotar en algún momento, y yo que creo algo del estallido del 18 de octubre estuvo provocado por esta ciudad segregada”. 

Un acuerdo después de 40 años

Mientras con los años ese enorme terreno se poblaba de modernas torres de oficinas en lo que hoy se llama Nueva Las Condes, y caían bajo las palas de las retroexcavadoras los blocks de concreto que albergaron a las familias, los desalojados nunca bajaron los brazos. Crearon la Fundación Villa San Luis, hoy presidida por Jaime Díaz Lavanchy, y acudieron al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN). El 29 de junio de 2017 obtuvieron su primer logro: la declaratoria de Monumento Histórico para los últimos vestigios de la villa.

Esa declaratoria permitió que la fundación pudiese interponer acciones contra la inmobiliaria Presidente Riesco, actual propietaria del terreno. “La inmobiliaria quiso hacer valer sus derechos, consideraba injusto que el Estado le hubiera vendido un terreno que después el propio Estado había declarado monumento histórico”, aclara Besançon.

Estaban entrampados. Entonces surgió la idea de una mediación entre las partes en la que trabajaron el subsecretario del Patrimonio, Emilio de la Cerda, y el arquitecto y Premio Nacional Miguel Lawner, que ha pasado 40 de sus 92 años buscando una reparación para las familias de la ex Villa San Luis.

Los términos del acuerdo

La semana pasada se conocieron los términos del acuerdo finalmente alcanzado entre la fundación y la inmobiliaria. El Consejo de Monumento Nacionales hizo un ajuste a la declaratoria, disminuyendo el tamaño del terreno que estaba declarado monumento histórico. La constructora, por su parte, redujo de cinco a cuatro los edificios proyectados y se compromete a financiar un memorial en el block número 14, el único sobreviviente de los que albergaron las viviendas sociales, así como un concurso público que llame al diseño de un museo que relatará la historia de la ex Villa San Luis. Este espacio será administrado por una corporación que integrarán representantes de la fundación, de la constructora, del CMN y de la Municipalidad de Las Condes.

El problema que resta son las malas condiciones estructurales en las que se encuentra el block 14, producidas por la demolición de los otros. Corre peligro de no resistir las obras de la retroexcavadora cuando comience la construcción de los edificios que la empresa tiene planificados ahí.

“Los riesgos son grandes porque está muy débil”, dice Yves Besançon. “El compromiso que existe es que el memorial se hará en la misma huella del edificio y se va a tratar de conservar el radier, el primer piso y, si es posible, el segundo. Personalmente creo que no va a ser posible conservar los 4 pisos, pero eso lo dirán los ingenieros calculistas”.

El acuerdo contempla que, de ser factible, el edificio conserve su altura (10,62 metros) y tendrá hasta 800 metros cuadrados construidos dentro de un polígono de 1.000, ubicado justo en la esquina de las calles Presidente Riesco y Urano.

Besançon está seguro de que se tratará de un muy buen proyecto, como los son todos según él cuando se ganan vía concurso público. Además, aquí tiene asegurado su financiamiento. “Pero lo más importante es que las familias que allí vivieron van a poder volver y recordar, van a poner su historia ahí; es una forma de devolverles la mano después de tanto daño que se les hizo. Yo no soy de los que piensan que siempre hay que estar recordando lo negativo, pero creo que es muy malo olvidar. Esto es más que estar siempre recordando, es no olvidar para que estas cosas no se vuelvan a repetir”.

El libro que registra esta historia

El despojo de la Villa San Luis de Las Condes es el título de un libro que relata, en una suerte de gran crónica de investigación periodística, la historia de este lugar. Escrito por Francisca Allende Scarlett Olave, rescata decenas de testimonios de las familias y arquitectos involucrados en el proyecto, así como documentos relevantes que iluminan los hechos. 

Feria Chilena del Libro

$12.000

Revise la entrevista completa con Yves Besançon en Plaza Pauta