Ciudad

La internacionalización de la arquitectura chilena, según Felipe Assadi

Imagen principal
POR Cristián Rodríguez |

El decano de Arquitectura de la U. Finis Terrae desmenuza las razones de por qué desde EE. UU., Argentina o Guatemala requieren su trabajo y el de otros arquitectos chilenos.

Llevaba poco menos de tres años recibido cuando el Colegio de Arquitectos le dio el premio Promoción Joven que se otorga al mejor arquitecto sub 35. Eso fue en 1999. Felipe Assadi ya pintaba para cosas grandes. Hoy, además de ser decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Finis Terrae, tiene más de 40 obras construidas, entre ellas varias en Estados Unidos, México, Guatemala, Ecuador, Uruguay, Argentina y Perú. Assadi da conferencias en el extranjero, ha aparecido en cerca de 50 revistas especializadas de distintos países y también en varios libros. El más importante, por la relevancia que tiene la editorial Arquine en el mundo de la arquitectura, es una monografía dedicada a su trabajo. 

Del éxito de los arquitectos chilenos en el extranjero, Assadi es un eximio representante, pero no es el único. Mathias Klotz, Alejandro Aravena, Smiljan Radic, Sergio Echeverría y Pezo Von Elrichshausen, entre otros, también tienen obras más allá de las fronteras.

El arquitecto y decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Finis Terrae Felipe Assadi.

En 2010, Assadi tuvo una oficina en Manhattan que llamó Oficina Remota, ubicada dentro de la tienda Puro Chile que, dice, “nos sirvió mucho para comenzar a hacer varias cosas allá y, de hecho, estamos construyendo en este momento en Carolina del Norte. Pensamos también en tener oficina en México, donde también hemos hecho varias cosas, pero a mí me gusta operar desde acá. Santiago es una ciudad chica, Chile un país precioso”. 

-¿Cómo se explica el interés que existe por la arquitectura chilena en otros países?

“Varios arquitectos hemos tratado de entender ese fenómeno y no hemos logrado dar con una teoría muy cierta. Sí creo que la arquitectura se ha transformado en un bien de consumo, por lo menos para las potencias mundiales y otra gente que la entiende, al fin, como un aporte de valor. Por ejemplo, cuando me llamaron de Guatemala, que era una cosa muy rara, fui, recorrí lo que había y entendí las razones por las que me habían llamado: la verdad es que no había arquitectura. Era un servicio. La gente abría las páginas amarillas en la ‘A’ y buscaba al primero que aparecía. No había una autoría. Pero sí en Chile la encontraban y sí había gente que la quería. Y ocurre lo mismo en Ecuador, en México y en un montón de lugares donde la industria cultural no alcanza todavía a abarcar a la arquitectura”.

-¿Cómo llega un cliente extranjero a ti?

“Lo que más influye son las publicaciones en revistas o en libros. Especialmente en libros. Las revistas de arquitectura son para los arquitectos, pero la gente compra libros, esos en los que uno odia aparecer, esos coffee table books que venden en librerías no especializadas, y que son el referente que luego la gente tiene. Yo sé que por ahí me han llamado. También lo han hecho porque han visto cosas mías en internet o porque han viajado y han estado en algún hotel que hice y les gustó. O por recomendación. Finalmente, cuando uno va teniendo una cartera de proyectos internacionales, la gente sabe que uno puede hacer cosas afuera y se hace más fácil”.

-¿Las universidades preparan a sus alumnos para trabajar fuera de Chile?

“No estamos aún preparando para la internacionalización. Yo creo que la internacionalización en las universidades va más por la instrucción o aprendizaje. A pesar de eso, Chile es un país de super difícil accesibilidad a algunos lugares. Es decir, ir a las Torres del Paine es un día entero de viaje. Es mucho más fácil ir a Perú, a Brasil o a Argentina que ir a Punta Arenas. Entonces, estamos acostumbrados a trabajar de una manera media remota y con esto que sucede con el coronavirus, cada vez nos acercamos más al teletrabajo. No voy a ir a una visita de dos horas a la semana a Estados Unidos, como sí lo hago en Chile. Voy una, dos, tres veces al año. Ya estoy acostumbrado a trabajar de manera remota desde mi oficina o desde mi casa y ver el estado de una obra con el computador o el iPad. En la universidad estamos haciendo talleres de ese tipo”.

-¿Qué elementos son relevantes para que un arquitecto esté preparado para emprender la ruta?

“Hay que tener una noción global de lo que se está haciendo y una capacidad de aprendizaje muy rápida de lo local. Ir a un lugar y percibir qué está pasando, cómo es esa sociedad, cómo es su economía, qué materiales se están usando, cómo se construye, cuánto valen esos materiales, si se pueden importar… Vuelvo a dar el ejemplo de Guatemala: los maestros, donde hice una casa gigante en una colina para una pareja, cortaban las tablas con machete y no con serrucho. Ese aprendizaje, distinto en cada país, es muy importante. El inglés es también una herramienta básica. Pero lo principal es saber leer un lugar a distancia”. 

Casa Toledo, Guatemala. Crédito: www.felipeassadi.com

Otras tradiciones, otras culturales

-Si un argentino te encarga una casa de playa, ¿su sensibilidad es muy distinta a la de un chileno que encarga lo mismo?

“Sí, y no es porque sea argentino. Yo creo que cuando un cliente contrata a un arquitecto de otro país, está predispuesto a meterse en el proyecto de una manera especial: está dispuesto a discutir poco porque se supone que está comprando algo que es internacional y se supone que no tiene mucha plata ni tiempo para perder en el proceso. Entones se entregan. Y nosotros, como oficina de arquitectos, entregamos un set muy completo y detallado de planos, porque tampoco podemos estar ahí siempre que nos necesiten. Me ha pasado que están muy expectantes de lo que les vas a dar y eso es muy importante para uno”.

-¿Hay países más cotizados que otros para hacer arquitectura?

“Me da lo mismo donde sea, no tengo una predilección por un país. Sí me encanta trabajar para otra gente con otra cultura. Me han encargado las cosas más insólitas en los lugares más recónditos, y eso me gusta mucho. Por supuesto que si me encargas un edificio en Nueva York tiene un interés especial, pero me gusta pensar en que la arquitectura es un asunto mucho más global de lo que solía ser hace 15 o 20 años. Me gusta pensar en que la arquitectura es un servicio exportable y que puede volar de las fronteras físicas y disciplinarias”. 

Casa Roel, México. Crédito: www.felipeassadi.com

-¿Qué le aporta la arquitectura chilena al mundo?

“La arquitectura, como otras disciplinas, que son también reflejo de lo que le pasa a la sociedad, es justamente ese vehículo en una relación bastante justa entre lo que es economía, desarrollo social, desarrollo tecnológico. Tenemos en Chile un modo de ver nuestra sociedad, nuestro entorno y territorio de una manera demasiado especial que no he visto en otros lugares, a pesar de que he visitado muchas escuelas de arquitectura. La condición insular que tenemos como chilenos en el contexto geográfico nos hace mirarnos de una manera especial y esa capacidad de observación genera que los proyectos sean especiales también; que estén muy arraigados a su entorno físico, social, geográfico y económico. Ahora, no sé si todo eso lo entiende un cliente a priori“. 

Vea la entrevista con Felipe Assadi en Plaza Pauta