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Paseo Ahumada: pasado y presente de un eje en constante renovación

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Instalación de línea de tranvías, abril de 1930 | Archivo de EnTerreno
POR Manuel Izquierdo |

En su columna en Plaza Pauta, el arquitecto y cofundador de EnTerreno, Felipe Bengoa, hace un recorrido por la historia de la “calle más famosa de Santiago”, marcada por el comercio, la vida social y la cultura.

En conversación con Plaza Pauta, de Radio Pauta, el arquitecto y cofundador de EnTerrenoFelipe Bengoa, hizo un recorrido por la historia y la arquitectura del Paseo Ahumada, un lugar que comenzó como una ruta inca y actualmente es la peatonal más icónica del centro de Santiago.

Paseo Ahumada: de ruta inca a paseo peatonal y comercial

Para comprender la historia del Paseo Ahumada es necesario retroceder al siglo XV, cuando existía el Cápac Ñan, un sistema de redes y vías que tenía el Imperio Inca en distintas ciudades, que les permitía, además, expandir el comercio dentro del Tawantinsuyu. “Al llegar los españoles, ellos ocupan ciertos trazados que ya existían para situar la ciudad de Santiago”, cuenta Bengoa. 

Es en esta misma cuadra que el conquistador español Rodrigo de Araya construye su residencia y, con el paso del tiempo, se instaló en la zona la familia Ahumada, marcada por su paso por el aparato público. Entre ellos resaltó el regidor Juan de Ahumada, que gobernó Santiago entre 1580 y 1596. “De ahí viene el nombre de la calle, que se ha mantenido durante tres o cuatro siglos”, destaca el arquitecto.

El cofundador de EnTerreno remarca que “la posición y distribución de la calle Ahumada la hace estratégica. Por un extremo está la Plaza de Armas y por el otro está la Alameda, en ese momento La Cañada. Desde los inicios de la ciudad generaba un eje muy transitado y que, al final, la arquitectura responde a los usos que ya se le venían dando hace mucho tiempo. Por ejemplo, el comercio ambulante es algo que siempre existió en este sector”.

Ya en 1870 “se estaba empezando a forjar este ambiente de locales comerciales. Ahí, en 1879, se pone por primera vez la Confitería Torres, donde se juntaba gente importante del mundo creativo y de la bohemia. En 1889, como una sastrería, partió el retail más grande de Chile: Falabella, que recién en 1958 puso una tienda en Ahumada, que es la que conocemos”.

“Luego empezó todo el auge de los hoteles, los cafés, se inauguró el Hotel Crillón, que en un momento se llamó Savoy y era un centro social muy importante. Luego la Casa Hombo, una juguetería inaugurada por un japonés. La casa matriz del Banco de Chile, que le dio un aspecto más institucional a esta calle”, recuerda. 

Sobre la arquitectura del sector, Felipe Bengoa comenta que “las primeras edificaciones ya tenían una primera placa comercial en el primer nivel, respondiendo a este público que pasaba por ahí. Luego se fue atochando, porque pasaban tranvías y, cuando los sacaron, empezaron a pasar las micros. Ahí, empezó esta inquietud de que hay que recuperar el espacio”.

Impulsado por éxodo del comercio y las oficinas, en 1975, el alcalde Patricio Mekis propuso la reconversión de la calle Ahumada. Asesorado por el arquitecto Álvaro Guridi, transformó la vía en un paseo peatonal adoquinado. Mientras esto ocurría, se estaba inaugurando el Metro, “dándole una nueva cara al transporte en el centro”.

En los ’80, “se empezó a notar otro espíritu, otra vida, que vino con todo el postmodernismo en la arquitectura, con otra etapa comercial en Santiago. Y empezó a funcionar distinto”. Casi 20 años después, en 1994, el jefe comunal Jaime Ravinet realizó una nueva remodelación al paseo.

Para Bengoa, el apogeo de Ahumada fue en los años ’30 y ’40, que “tuvieron un auge de arquitectura y servicios, y el nacimiento de un montón de locales y empresas que hasta el día de hoy están ahí y tuvieron mucha importancia”.

“Hoy estamos en una nueva crisis, y hay que repensar el espacio, el mobiliario y la apuesta que se le va a hacer a una de las calles más importantes y famosas de Santiago”, sentencia el arquitecto.

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