Impacto del calzado en la salud de rodillas y tobillos
Lo que usamos en nuestros pies influye en la salud de las rodillas y los tobillos, por lo que debemos tener en cuenta varios factores para prevenir dolores y cuidar nuestra movilidad a largo plazo.
El calzado que elegimos a diario no solo define nuestro estilo, sino que también influye directamente en nuestra salud física. Las rodillas y los tobillos, como articulaciones clave en el movimiento del cuerpo, absorben gran parte del impacto de cada paso.
Cuando usamos zapatos inadecuados, ya sea por falta de amortiguación, mala sujeción o un diseño que no respeta la biomecánica del pie, se genera una cadena de desequilibrios que puede derivar en molestias, inflamaciones e incluso lesiones crónicas.
Este impacto suele ser silencioso al principio, pero con el tiempo puede afectar la postura general, provocar desalineaciones y sobrecargar zonas vulnerables. Por eso, es fundamental entender qué tipo de calzado favorece la estabilidad, la absorción de impactos y el alineamiento natural del cuerpo.
En esta nota, exploramos cómo el calzado influye en la salud de las rodillas y los tobillos, y qué factores debemos tener en cuenta para prevenir dolores y cuidar nuestra movilidad a largo plazo.
¿Por qué se produce impacto en rodillas y tobillos?
Cada vez que caminamos, corremos o saltamos, las articulaciones de rodillas y tobillos absorben una parte importante del peso corporal y del impacto generado por el contacto del pie con el suelo.
Este esfuerzo es aún mayor en actividades físicas de alta intensidad o con movimientos repetitivos, como el básquet, donde los saltos constantes y los cambios bruscos de dirección exigen un trabajo adicional a estas zonas.
Si no se utiliza el calzado adecuado, este impacto puede transmitirse de forma directa a las articulaciones, generando tensiones, desgaste y posibles lesiones. De ahí la importancia de contar con zapatillas que estén diseñadas específicamente para el tipo de actividad que se realiza.
En el caso del básquet, por ejemplo, es fundamental usar calzado que brinde buena amortiguación, estabilidad lateral y sujeción del tobillo. Modelos como las zapatillas de basquet Jordan, el calzado Ficcüs o el modelo Tokio de la marca Head están pensados para este tipo de exigencia: incorporan tecnologías que ayudan a reducir el impacto.
Usar un calzado genérico para deportes de alto impacto es un error común que puede tener consecuencias a largo plazo. Las zapatillas específicas no solo mejoran el rendimiento, sino que también previenen lesiones, favorecen una mejor recuperación y cuidan el cuerpo de forma integral. Elegir el calzado correcto no es un detalle menor: es una decisión clave para la salud articular.
Actividades que generan alto impacto en rodillas y tobillos
Además del básquet, hay muchas otras actividades físicas que ejercen presión sobre las rodillas y los tobillos. El running, por ejemplo, implica un movimiento repetitivo y de alto impacto con cada zancada, sobre todo si se corre en superficies duras.
Con el tiempo, esto puede provocar sobrecarga en las articulaciones si no se utiliza un calzado con buena amortiguación y soporte. Deportes como el tenis o el pádel también exigen movimientos laterales intensos, frenos abruptos y giros constantes.
El entrenamiento funcional y el crossfit son otras disciplinas que combinan saltos, desplazamientos rápidos y ejercicios de fuerza. Estas rutinas impactan directamente en las articulaciones si no se realiza una técnica correcta y si el calzado no ofrece estabilidad.
Lo mismo ocurre con el fútbol, donde las aceleraciones, los cambios de dirección y los choques generan un estrés. Por eso, cada deporte tiene su propio tipo de zapatilla, diseñada para responder a esas demandas específicas.
Incluso en actividades no deportivas, como estar de pie durante muchas horas en el trabajo o caminar grandes distancias a diario, el uso de un calzado inadecuado puede terminar afectando la salud articular.
Ya sea por compresión excesiva, mala alineación o falta de soporte, las rodillas y los tobillos terminan compensando y absorbiendo más carga de la que deberían. De ahí la importancia de elegir siempre calzado funcional, adaptado al tipo de actividad que realizamos.
Una tendencia que prioriza salud, postura y estilo
Cada vez más personas optan por un calzado que no sólo acompañe su estilo, sino que también favorezca la salud del cuerpo. Esta tendencia, que comenzó en el ámbito deportivo, se trasladó rápidamente a la vida cotidiana e incluso al entorno laboral.
Usar zapatillas con buena amortiguación, soporte del arco plantar y materiales transpirables no solo ayuda a reducir molestias en pies, tobillos y rodillas, sino que también mejora la postura general. En oficinas más flexibles o trabajos creativos, ya no sorprende ver zapatillas como parte del look diario. Modelos como las Jordan Retro 3, por ejemplo.
La marca Ficcus, por su parte, ha desarrollado opciones ergonómicas ideales para quienes pasan muchas horas de pie. Otras marcas como Adidas y Converse también ofrecen líneas que equilibran lo estético con lo funcional, adaptándose al ritmo de una jornada laboral sin descuidar la salud postural.
Este giro en las preferencias de calzado responde a un cambio cultural más amplio, donde la funcionalidad y el cuidado del cuerpo ganan protagonismo. Ya no se trata solo de verse bien, sino de sentirse bien y evitar el desgaste físico que antes era considerado inevitable. Elegir calzado cómodo, saludable y con diseño es hoy una forma de autocuidado y una apuesta por el equilibrio entre trabajo, movimiento y calidad de vida.
Calzado minimalista: libertad sí, pero con precaución
El calzado minimalista, diseñado para imitar la sensación de andar descalzo, ganó popularidad en los últimos años entre quienes buscan una pisada más “natural”. Con suela fina, materiales livianos y poca o nula amortiguación, este tipo de calzado busca fortalecer los músculos del pie y promover una biomecánica más activa. Sin embargo, si bien tiene sus beneficios en ciertos contextos, no está exento de riesgos.
Uno de los principales inconvenientes del calzado minimalista es la falta de soporte estructural. Al no contar con elementos que acompañen el arco plantar ni con amortiguación que absorba el impacto, las articulaciones del pie, tobillo y rodilla deben asumir toda la carga del movimiento.
Esto puede ser especialmente problemático en personas con pisada pronadora, pie plano o lesiones previas, ya que aumenta el riesgo de sobrecargas. Además, su uso prolongado en actividades de alto impacto como correr, hacer entrenamientos intensivos o estar muchas horas de pie, puede generar fatiga muscular y afectar la postura corporal.
Por eso, si bien el calzado minimalista puede ser una buena opción en contextos controlados y con un acompañamiento adecuado, no es recomendable para todas las personas ni para cualquier tipo de actividad.
Cuidar cada paso: la base para una salud duradera
Elegir el calzado adecuado es mucho más que una cuestión de estilo o moda: es una decisión fundamental para preservar la salud de nuestras rodillas, tobillos y todo el sistema músculo-esquelético.
El impacto que absorben estas articulaciones en nuestras actividades diarias, desde caminar hasta practicar deportes, requiere un calzado que ofrezca el soporte, la amortiguación y la estabilidad necesarias para evitar lesiones y molestias.
Además, con el auge de la conciencia sobre el bienestar físico, cada vez son más las personas que buscan zapatillas que integren diseño y funcionalidad, ya sea para entrenar, trabajar o simplemente para moverse con comodidad. Adaptar el calzado al tipo de actividad y a las necesidades personales es la clave para favorecer la postura correcta y mantener la movilidad durante años, sin sacrificar estilo ni comodidad.
Finalmente, es importante recordar que no todos los modelos son aptos para cualquier pie o movimiento, por lo que la elección debe hacerse con conocimiento y, si es posible, con asesoramiento profesional. Cuidar el calzado es cuidar el cuerpo: un pequeño cambio puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida.