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El largo viaje de Nicolás Millán, la antigua promesa que se reinventa en la B

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Millán debutó profesionalmente por Colo Colo a los 14 años y 289 días, un récord en el fútbol chileno.
POR Matias Bobadilla |

El jugador más joven en debutar en la historia del fútbol chileno analiza su carrera. Lo que pudo ser, las expectativas no cumplidas y su presente en Arica.

“El nuevo niño maravilla” tituló la revista del club cuando con 14 años debutó en Colo Colo. De eso ha pasado más de una década y una carrera que estuvo siempre lejos de los éxitos esperados. La promesa nunca se cumplió. Hoy Nicolás Millán juega en la Primera B y se reinventó como volante defensivo.

Casado y padre de tres hijos, próximo a cumplir 29 años, así es su presente. Lejano está el niño que con 14 años y 298 días saltó a la cancha el Estadio Playa Ancha de Valparaíso para entrar en la historia del fútbol chileno.

Fue en septiembre de 2006, en un partido entre Wanderers y Colo Colo. Los albos mandaron un equipo alternativo y en la comitiva destacaba Millán. Si bien era un partido poco trascendente, esa semana no se habló de otra cosa: el niño que podía debutar.

“Recién ahora puedo dimensionar lo que viví en esa época. Yo era un niño y no entendía mucho. Recuerdo que el ‘Bichi’ [Claudio Borghi] iba a ver los partidos de las juveniles, pero nunca pensé que me estaba viendo a mí. Tuve que pedir permiso en el colegio para poder ir a entrenar. En la escuela nadie lo podía creer, mis compañeros y profesores me felicitaban”, recuerda el futbolista.

“Salía a la calle y había una cámara siguiéndome. Toda esa semana en la tele escuché de un récord que podía romperse, pero yo nunca supe de qué estaban hablando”, dice Millán, refiriéndose a la marca que hasta ese momento era de Carlos Caszely, como el jugador más joven en debutar en el profesionalismo. Una marca que ahora lleva su nombre.

Revista Fox Sports, septiembre de 2006.


La aventura europea que terminó en Argentina

Tras sus apariciones en Colo Colo, surgió la posibilidad de ir a probarse al Chelsea de Inglaterra. La figura de Millán fue elevada a la de niño prodigio y la presencia mediática de su historia despertaron el interés del club londinense, que lo vino a buscar a Santiago, viendo en él un prospecto interesante para una práctica común en aquella época, que hoy es penada por el fair play financiero: levantar de otros clubes jugadores menores de edad sin contrato.

“Apenas supe lo del Chelsea no lo podía creer. Fue como un sueño que me vinieran a buscar”, recuerda Millán con nostalgia. “Viajé con mi papá y estuvimos varias semanas. Estuve con José Mourinho, […] él me decía que para qué me abrigaba tanto si en Chile hacía mucho más frío… [ríe]. También compartí harto con Claude Makelele, que hablaba español. Él me preguntaba que cómo era posible que un niño tan chico ya hubiera debutado en el fútbol”.

Pero su sueño en el Chelsea terminó pronto. Tras el fin de la prueba, el club decidió no ofrecerle un contrato. “Nunca supe bien qué pasó. Yo anduve bien y a mi papá le dijeron que estaba 99% adentro. Pero parece que ese 1% valió más”, sentencia.

Tras regresar a Chile las cosas empezaron a cambiar. Millán ya no era un niño desconocido que marcaba goles en las inferiores. Ahora, la presión y los intereses comenzaron a cruzarse en su precoz carrera.

“Cuando volví de Inglaterra yo ya tenía representante y un contrato de auspicio por 5 años con Adidas. Entonces mi agente empezó a pedirle a Colo Colo que me hiciera un contrato profesional. Entre medio se supone que hubo ofertas del Inter de Milán y otros equipos que, en verdad, no me acuerdo bien. La cosa es que al final decidieron que me fuera de Colo Colo”, dice Millán, rememorando la época en la que tras no llegar a acuerdo ni con el Chelsea, ni con los albos, tomó las maletas y fichó en el desconocido Club Rivadavia Lincoln, de la tercera división argentina.

Nicolás Millán (al centro) junto a Shaun Wright-Pillips (izquierda) y Ashley Cole (derecha).


Los sueños de un joven de 28 años

En un extraño fichaje, en 2008 Millán llegó como un gran nombre al Rivadavia Lincoln. En 2009, volvió a cambiar de club; esta vez recaló en Tigre de la primera división trasandina. Pero su fichaje no contemplaba participar del primer equipo y fue relegado a jugar en la sub17, su categoría. Allí Millán volvió a rendir.

“En esa época Sergio Batista era el entrenador de la sub 17 de Argentina. Él me tenía muy considerado y por el tiempo que yo llevaba allá, me ofreció nacionalizarme argentino para que jugara por ellos en el Sudamericano. Yo lo pensé igual, pero le dije que no, porque mi sueño era jugar por Chile. Ahí fue cuando tomé la decisión de dejar atrás mi vida en Tigre y tratar de regresar a Colo Colo, para estar más cerca de la Selección que en esa época dirigía César Vaccia“, cuenta.

Sin embargo, la jugada de Millán no salió bien. Vaccia lo dejó fuera de la nómina para ese campeonato. Sin Millán, la Roja fue eliminada en primera fase.

“Ese yo creo que fue un gran error. Haberme ido de Argentina”, sentencia.

Millán con la camiseta de Puerto Montt, club que defendió entre 2015 y 2016. Foto: Agencia Uno.

Regresó a Chile en 2010. Pero en Colo Colo sólo sumó un par de minutos. Con 18 años, comenzó un periplo de cesiones por varios clubes de Primera B. Naval de Talcahuano, Unión Temuco, Curicó Unido, Copiapó… En todos ellos nunca llegó a explotar.

“Yo di muchas ventajas. El fútbol va cambiando y tal vez mi estilo de juego ya no marcaba tanta diferencia como en las juveniles. Además, hice cosas que no debía… comencé a salir… con amistades que ya no las tengo, que me pedían de todo y yo se los daba. Hoy que ya tengo una familia me doy cuenta. En esto tienes que ser 100% profesional, sino te vas quedando atrás” lamenta Millán.

En la Primera B, luego de un par de años irregulares, logró asentarse. Sumar partidos y ser importante en los planteles en los que participó. Hoy con 28 años, se encuentra en San Marcos de Arica. Ya no es promesa, ni tampoco un goleador.

“Hoy juego de volante de contención. El profe me ha empezado a utilizar ahí y me siento cómodo. Me gusta ser polifuncional”, dice. “Mi sueño en consolidarme en Primera, cuando chico tuve la chance de jugar ahí pero nunca me consolidé. Por más que alguna gente me diga que soy un fracasado, como me lo han dicho… tal vez tengan razón. Pero yo hago lo que me gusta, no todos tienen esa suerte de que les paguen por hacer lo que les gusta. Recordemos que muchos jugadores han explotado después de los 30 años… ¿Por qué no puedo hacerlo yo?”.