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El fútbol bajo amenaza

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Agencia Uno / PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

“Todas estas ideas propuestas para la temporada 2023, fueron rechazadas por una mayoría simple”, dice Fernando A. Tapia: “Pero nada asegura que en el futuro los nuevos dueños de la pelota vuelvan a la carga”.

Los nuevos dueños de la pelota son los representantes de los futbolistas. De eso ya no hay ninguna duda. No sólo en Chile, sino que también en varios países donde el fútbol es el deporte más popular. Lo sabe la propia FIFA, que ya ha anunciado reformas que buscan limitar el explosivo poder de los agentes en la industria, en donde las excesivas comisiones y su ingreso en la propiedad de los clubes, están provocando una total distorsión de la actividad y del mercado.

Hoy estos personajes tienen más poder que los dirigentes, e incluso han logrado penetrar en las Federaciones. En pleno campeonato del mundo, en la concentración de la selección argentina en Qatar, el empresario Christian Bragarnik, uno de los representantes más poderosos de Sudamérica, ha sido visto pasearse como Pedro por su casa. Nadie le dice algo. Su cercanía y relación con varios de los seleccionados lo hace un intocable. Pero, además, el control que tiene sobre varios clubes del fútbol argentino, lo convierte en un socio con el cual el mismísimo Presidente de la AFA está obligado a mantener buenas relaciones. Nada muy lejos de lo que también ha sucedido en nuestro país. Porque así como Bragarnick tiene pase libre con la selección argentina, en Chile el también empresario argentino Fernando Felicevich, ha tenido un trato de privilegio en los eventos importantes en los que ha participado la Roja.

Hasta hace un tiempo, el hecho era hasta irrelevante. Pero el actual estado hacia donde se ha ido encaminando el fútbol chileno, lo transforma en una señal más de que la actividad, tal como en Argentina, está siendo manejada por estos actores de la industria. En nuestro país es cada vez más evidente el poder creciente y el hambre voraz de los representantes de los futbolistas. Ya no sólo interesados en ir por los porcentajes en la compra y venta de las transferencias, sino que también, ahora, por estar en el control total del negocio, a través de un potente ingreso en la propiedad y manejo de los clubes.

Aprovechándose de los vacíos, se dejó la ley de sociedades anónimas deportivas, de la escasa fiscalización de las entidades públicas, y de la complacencia de la antigua casta directiva, han logrado entrar en la propiedad de las instituciones, incluso en más de una a la vez, desatendiendo el evidente conflicto de interés que esto significa.

Esta misma semana, el poder de los agentes de futbolistas se hizo patente en la discusión de los cambios de estatutos que se han prometido desde la ANFP. El artículo que prohibiría taxativamente que los representantes de jugadores estén en la propiedad de clubes profesionales, fue rechazado tras no poder alcanzar el quórum en el consejo de presidentes. Se necesitaban 4/5 de los miembros, pero en la votación 7 presidentes decidieron rechazar la normativa y otros 2 se abstuvieron. Los hechos hablan por sí solos. Fueron precisamente aquellas instituciones que han estado bajo sospecha de haber caído bajo el dominio de los representantes los que se opusieron a la sana medida.

Unión La Calera y San Luis de Quillota, equipos manejados por el citado Bragarnik. También Audax Italiano, cuadro del cual también se sospecha de la fuerte influencia del poderoso empresario argentino, votó en contra. Lo mismo Coquimbo Unido, ligado al agente chileno Sergio Morales; Deportes Melipilla, controlado por el también representante Carlos Encinas; y Ñublense de Chillán, hoy presidido por Sergio Gioino, exfutbolista y quien asegura haber abandonado el negocio de la representación, aunque es difícil creerle.

Se abstuvieron de aprobar la prohibición Huachipato y La Serena, dos cuadros que coincidentemente ha sido apuntados de estar bajo la fuerte influencia del también agente Fernando Felicevich. Más claro echarle agua. Horas después de haber rechazado este cambio a los estatutos, el Consejo de Presidentes protagonizó una intensa discusión sobre posibles cambios al formato del campeonato chileno. Se planteaba modificar el sistema de campeonato, para volver a los torneos cortos. Y, peor aún, aumentar hasta 7 la cuota de extranjeros, además de bajar la exigencia de minutos para jugadores Sub 21. Un simple análisis permite reconocer en estas medidas planteadas un objetivo muy claro detrás: la idea era facilitar y ampliar las opciones del negocio de los representantes, abriendo más ventanas de trasferencias con dos campeonatos al año, permitiendo mayores opciones de incorporación de futbolistas internacionales y reduciendo las opciones de los jugadores más jóvenes, precisamente pensando en el espacio que podrían ocupar los extranjeros.

Afortunadamente todas estas ideas fueron rechazadas por una mayoría simple, pero nada asegura que en el futuro los nuevos dueños de la pelota vuelvan a la carga, porque siguen estando allí, donde se toman las decisiones. El fútbol chileno está bajo amenaza.