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Columna de Fernando Tapia: “Secuelas del superclásico”

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POR Equipo Radio Pauta |

“En el fútbol los resultados mandan, y le tocó a la administración bajo el grupo Sartor, el más cuestionado de toda esta etapa de sociedad anónima, la que puede al fin mostrar un objetivo cumplido”

Después de casi 23 años, Universidad de Chile rompió con el maleficio del Estadio Monumental superando a Colo Colo en la versión número 195 del superclásico del fútbol chileno. Basta revisar las innumerables reacciones de sus hinchas, registradas en videos caseros y subidos en redes sociales, para constatar lo evidente: en este partido, siempre, hay en disputa mucho más que tres puntos.

Porque después del domingo, y recién cuando estamos en marzo, el equipo azul cumplió ya una de las grandes metas preestablecidas al inicio de la temporada. El resultado es una inyección anímica para sus golpeados hinchas, un golpe de rápido efecto en la ilusión de su fanaticada ávida por volver al protagonismo extraviado hace demasiado tiempo.

Ganar el clásico en el Monumental es un hito, porque rompe una estadística nefasta, por cierto vergonzante para una institución grande como la “U”. Desde el punto de vista institucional, la ganancia es total: el triunfo es el primero de la era de la concesionaria Azul Azul en Pedrero.

En el fútbol los resultados mandan, y le tocó a la administración bajo el grupo Sartor, el más cuestionado de toda esta etapa de sociedad anónima, la que puede al fin mostrar un objetivo cumplido. Mientras el equipo responda en la cancha, las legítimas críticas a la conducción directiva quedarán relegadas a un segundo plano entre las prioridades de sus seguidores y el medio en general.

El cuerpo técnico y el plantel de la “U” cuentan desde ahora con más crédito y, especialmente, con el reconocimiento de haber sido los autores del fin del embrujamiento del Monumental. Sí, qué duda cabe, para los azules había mucho más que tres puntos en juego.

En Colo Colo, aún cuando se le ha querido bajar el perfil, la derrota dolió mucho más de lo que se reconoce. Y es lógico. Los jugadores que aparecen en la foto del pasado domingo también estarán en la historia como los que no pudieron seguir alargando la racha invicta en su estadio. En el equipo albo la presión es permanente. Y ahora la mochila tiene el doble de peso, ya que deberá redimirse a nivel internacional y con la obligación de ganar el torneo, a pesar de que esto último está siempre en el cuaderno de deberes en el equipo más ganador de nuestro país.

El efecto de la derrota en el superclásico se nota en la desestabilización emocional de su principal líder: Arturo Vidal repartió mensajes en sus redes sociales, de las cuales parece estar prisionero, respondiendo a las burlas anónimas en las que intentó desconocer la trascendencia del resultado ante la “U”.

Mientras más se esforzó en minimizar el resultado, más se constató que el partido dejó una herida abierta de la que él y todo el equipo deberán encargarse de cicatrizar con resultados, más fútbol y menos palabras. Por ahora la realidad es que las expectativas de los hinchas albos, que le brindaron un recibimiento apoteósico a su regreso a Chile, no arranca con buenas señales.

Y si bien es cierto que en un deporte colectivo las responsabilidades son compartidas, otro de los axiomas del fútbol es que los líderes cargan con una responsabilidad mayor y, a veces, excluyente. Hay que volver a repetirlo: en un superclásico, siempre, hay mucho más que tres puntos en disputa.