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¿Estadios con poco público? El debate europeo que se dará en Chile

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POR Cristián Rodríguez |

El riesgo es que estos lugares abran solo para cerrarse rápidamente después. Y a medida que la pandemia no termine, la prioridad debe estar en los colegios, no en el fútbol.

La pandemia ha forzado a los gobiernos a tomar decisiones extremadamente difíciles, como la reapertura de las escuelas, que presenta el riesgo de empeorar los contagios, pero mantenerlas cerradas significa privar a los niños de educación y sobrecargar la economía al obligar a los padres a educar a los niños en casa.

Sin embargo, algunas decisiones son mucho más fáciles que otras. No está claro en lo absoluto por qué los políticos en Europa incluso están debatiendo acerca de permitir multitudes en eventos deportivos como el fútbol. Al igual que la decisión anterior, reabrir los clubes nocturnos, presenta peligros considerables y los beneficios son minúsculos.

En este momento, lo mejor, es mantener a los fanáticos en sus casas. Durante la primera ola de la pandemia, muchos países europeos cerraron centros deportivos y prohibieron los deportes profesionales. A medida que la situación sanitaria volvió a estar bajo control, se reanudaron los partidos de fútbol, y el Liverpool, la Juventus y el Bayern de Munich ganaron sus respectivos títulos en Inglaterra, Italia y Alemania.

Si bien las autoridades han permitido que los futbolistas vuelvan a la cancha, han sido más cautelosos sobre la reapertura de las gradas. En agosto, el Bayern ganó la Liga de Campeones de Europa en un estadio vacío de Lisboa. La mayoría de las ligas de fútbol reiniciaron con estrictas restricciones respecto del número de fanáticos.

Debido a que los clubes se han quejado del colapso en los ingresos por concepto de boletos, algunos Gobiernos ahora están flexibilizando sus medidas. En Alemania, donde la epidemia parece relativamente contenida en comparación con España y Francia, a seis de los nueve equipos anfitriones de la Bundesliga se les permitió jugar el partido de apertura de la nueva temporada con fanáticos, con una ocupación de entre 10% y 25% de los asientos. En Italia, donde el brote también parece relativamente bajo control (hasta ahora), los políticos están permitiendo que asistan hasta 1.000 fanáticos y se está debatiendo si los estadios se deben llenar hasta una cuarta parte de su capacidad.

A riesgo de decepcionar a los fanáticos del fútbol, este no es un riesgo que valga la pena correr.

Es excepcionalmente difícil imponer medidas de distanciamiento social en un estadio, ya que los fanáticos del fútbol disfrutan reunirse, gritar y cantar, actividades que facilitan la propagación del virus. Existe una gran posibilidad de que los eventos relacionados con el fútbol hayan contribuido a algunos brotes graves en Italia.

En febrero, miles de seguidores del Atalanta FC de la provincia de Bérgamo fueron al estadio de San Siro en Milán para ver vencer a su equipo ante el Valencia en la Liga de Campeones. Los epidemiólogos temen que esta reunión pueda haber llevado a un aumento excepcional de los casos en el área de Bérgamo, una de las regiones más afectadas de Europa en la primera ola de coronavirus.

En agosto, los fanáticos del club de fútbol La Spezia se volcaron a las calles para celebrar su primer ascenso a la Serie A de Italia en más de 100 años. Semanas después, la ciudad del noroeste de Italia era una de las ciudades italianas más afectadas por la segunda ola.

Permitir un evento con solo unos pocos miles de personas es diferente que llenar un estadio. Pero incluso esta medida es miope. Una multitud sigue siendo una multitud. La presencia de tan solo una persona contagiada con covid en tales reuniones ejerce una enorme presión sobre los sistemas de rastreo, seguimiento y pruebas con los que la mayoría de los países europeos ya está luchando.

Sabiamente, el Reino Unido ha echado por tierra un plan para reabrir los estadios. El riesgo es que estos lugares se abran solo para cerrarse rápidamente, como sucedió con los clubes nocturnos italianos y españoles en el verano. A medida que avanza la pandemia, los gobiernos deben ser muy selectivos sobre lo que reabrirán. Las escuelas son una prioridad, el fútbol no.