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Tom Pryce, el piloto galés al que admiraba Senna

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POR Matias Bobadilla |

La emergente estrella de la F1 falleció tempranamente en la pista, a los 27 años. Fue considerado como el mejor piloto bajo lluvia de la historia hasta que apareció Ayrton.

Quizá el nombre de Thomas Maldwyn Pryce no se venga instantáneamente a la cabeza al hablar de las figuras de la Fórmula 1. Pero al cumplirse 43 años de su muerte, el recuerdo del británico como un verdadero fenómeno de su época, al que solo la tragedia le impidió convertirse en uno de los más grandes de la historia, llega solo.

Tom Pryce debutó a los 24 años en el Gran Premio de Bélgica, de la mano de la recién formada escudería Token. Y aunque no logró terminar la carrera producto de un choque, su presentación en sociedad fue prometedora.

Tras un par de carreras ausente, el equipo Shadow uno de los de menor categoría de la época lo contrató como segundo piloto, en reemplazo de Brian Redman. Si bien sumó dos abandonos en sus dos primeras carreras, sus actuaciones ilusionaban a los aficionados. Y Pryce cumplía.

En el GP de Alemania de 1974 consiguió su primer punto al finalizar sexto, dos puestos por sobre su compañero de equipo, Jean-Pierre Jarier, que disputaba su tercera temporada.

Al finalizar el año, los rumores en torno a la continuidad de “Mald” como lo apodaban en la escudería comenzaron a ser recurrentes. Un posible cambio a Lotus estuvo cerca de concretarse, pero el británico se mantuvo en Shadow. La apuesta resultó.

En ese 1975 lograría ocho puntos, terminando en el 10° puesto de la tabla final de conductores, y llevaría a su escudería a lograr el sexto lugar, superando a equipos legendarios como Williams y el propio Lotus. Sin embargo, su transición hacia la leyenda comenzó con la victoria en la Carrera de los Campeones.

A pesar de no puntuar para la tabla final, el evento era uno de los más importantes del año. De hecho, su prestigio derivaba en gran parte de los ganadores en sus distintas ediciones, entre los que se encuentran Bruce McLaren, Emerson Fittipaldi, James Hunt o Gilles Villeneuve.

Pryce a bordo de su Shadow en la Race of Champions 1975.

También ese 1975 demostraría su enorme habilidad para pilotar bajo lluvia. Durante muchos años, fue considerado como uno de los mejores (si no el mejor) piloto de pista húmeda de todos los tiempos, un “título” que ostentaría hasta que un joven Ayrton Senna sorprendió al mundo con su habilidad tras el volante.

Siempre limitado por su Shadow, pero impulsado por su talento, Pryce arrancó 1976 con otro tercer lugar en Brasil. Eso sí, el resto de los equipos parecía haber dado un salto de calidad que su coche no dio y terminó aquella temporada 12° con 10 puntos. Serían los únicos que conseguiría el equipo.

Pryce, Lauda y Patrick Depailler en Interlagos 1976.

La temporada 1977 no comenzó bien. Las primeras dos carreras no traspasó la meta, y en la tercera, su historia se puso en pausa. Una eterna. 

En el GP de Sudáfrica, tras arrancar 15°, “Mald” quedó en el último lugar por un mala partida. A partir de ahí, comenzó a escalar posiciones desde el fondo a toda velocidad. Su compañero en esa temporada, Renzo Zorzi, tuvo que detener su auto por una fuga de bencina al costado de una recta, lo que motivó a un joven comisario de carrera, llamado Jansen Von Vuuren, a apagar el fuego de Zorzi.

Pero Pryce, de 27 años, nunca se percató de la presencia del comisario y a más de 200 kilómetros por hora lo impactó, causándole la muerte. Lamentablemente, el extintor de Von Vuuren dio en el casco del piloto galés, matándolo al instante.

En Brasil, un joven Senna lamentaba la noticia, ya que Tom era uno de sus ídolos.

Aunque la Fórmula 1 siempre ha sido un deporte donde el peligro está latente, el accidente de Pryce pudo haber sido evitado, pues los comisarios actuaron sin autorización para entrar a la pista. La decisión de continuar el GP, que sería la primera victoria de Niki Lauda luego de su accidente en Nuremberg 1976, fue ampliamente criticada.

El accidente culminó con la vida de uno de los pilotos más talentosos que vio la F1 y que nunca pudo desplegar su real potencial con una escudería importante.

En 2009, un accidente similar ocurrió en el Gran Premio de Hungría, cuando una pieza de la suspensión del Brawn de Rubens Barrichello dio en la cabeza de Felipe Massa. Gracias al avance de la tecnología y la seguridad en los cascos, Massa se salvó.

Además, la adición del halo (pieza que protege la cabina del piloto) desde la temporada 2018 hace prácticamente imposible la repetición de un evento como el que acabó con la vida de Pryce.