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Roger Federer, a un partido de ser cien veces leyenda

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POR Periodista Practicante |

A horas de disputar la final en Dubái, recorremos sus títulos de diez en diez: desde el primero en Milán en 2001 hasta el nonagésimo en Melbourne en 2017. Si gana hoy, sumará el centésimo trofeo.

Era 1981 y nacía una leyenda. Él quería serlo en la Copa de Campeones de Europa, antecesora de la Champions League. Y ni siquiera sospechaba que su deporte estaba lejos de tener a los pies como principal arma.

Siempre dijo que su gran ídolo era una de las figuras más importantes del tenis: Boris Becker. Para él, el mejor de todos. Pero para todos, el mejor no es el hombre más joven de la historia en ganar Wimbledon.

“Cuando tenía 12 años, mi calendario de tenis estaba tan cargado que simplemente no podía competir en otros deportes. Me gusta pensar que podría haber sido futbolista. Era un centrocampista ofensivo o delantero. Era un buen líder, por lo que hubiera sido un buen capitán”, dijo alguna vez a un medio.

Cinco años después, a los 17 años, aquel que sin saberlo se transformaría en el mejor tenista de la historia, iniciaba su camino y marcaba para siempre el profesionalismo. Lo dicen los títulos de ayer y los partidos de hoy. Lo dicen las estadísticas y porcentajes de efectividad. Lo dicen sus rivales históricos y las nuevas generaciones. Lo dicen los fanáticos. Esos mismos que decidieron que Roger Federer no podía ser llamado sino “Su Majestad”.

A pocos días de ganar su primer Grand Slam, pero como junior, debutó con una caída ante el argentino Lucas Arnold por doble 6-4 en Gstaad, Suiza. Lo sintió fuerte, porque en casa duelen más las derrotas. Sin embargo, no sería ese el rival más complejo. A lo menos no en ese entonces.

En el que hoy ya es uno de sus torneos favoritos, el ATP de Basilea, debutó con una derrota ante André Agassi, quien recuperaba terreno luego de haber descendido hasta el puesto 141º del ránking mundial. El balance entre ambos terminaría siendo favorable para Federer, con ocho victorias y solo tres derrotas ante el estadounidense.

A pesar de que en sus comienzos el suizo mantuvo un rendimiento no superior al 43%, sus primeros dos años de carrera serían también los últimos donde su nombre sería solo uno más de las tantas promesas jóvenes de este deporte. Para 2001, con su primer título en las manos, comenzaría a desencadenarse una historia de éxitos que hoy, con 37 años, sigue escribiendo.

Son 99 títulos en 20 años de carrera, 20 de ellos Grand Slams: ocho Wimbledon, seis Australian Open, cinco Abiertos de Estados Unidos y un Roland Garros. A un título de ser el segundo tenista en la historia en llegar a los 100 trofeos ATP, y a nueve de igualar a Jimmy Connors como el deportista más ganador, Federer está en disputa del ATP de Dubái. De ganarlo, su estatus de leyenda podría ser aún mayor.

A la espera del resultado de este domingo, te mostramos algunos de los títulos que evidencian cómo el niño que soñaba con ganar la Champions fue ganando terreno y consolidándose como el mejor tenista en la historia.

El primero para la “promesa”

Era 4 de febrero de 2001. La final del Abierto de Milán se disputaría entre Julien Boutter y un joven de 19 años, solo con dos como profesional: Roger Federer. En ese entonces, el ránking pesaba más que la experiencia. Siendo n°21 del ATP, pero siete años más joven, Federer se impuso en la final ante el francés.

El primer set se lo llevó con facilidad el suizo, pero su oponente sacó el mejor juego en la primera final de su carrera, y se quedó con la segunda manga por 9-7 en tiebreak. Pero el mismo servicio que a Boutter le había servido para clasificar a la instancia final del torneo, desapareció en el set decisivo. Federer terminó venciendo por 6-4, 6-7 y 6-4.

Un 10 con sabor especial

Era el sexto título de la temporada 2003, y el décimo de toda su carrera. En la final se enfrentó con el español Carlos Moyá. Un partido con tinte especial y una final perfecta. Carlos Moyá, entonces 7° del orbe, lo esperaba para decidir en cancha quién se consagraría como monarca en Viena.

Durante el partido, que ganó por un triple 6-3, Moyá no tuvo ocasiones de quiebre, lo cual Federer supo aprovechar para sentenciar el match en una hora y 32 minutos. El resultado le dio la primera posibilidad de entrar en la pelea por el n°1 del Ránking ATP, misma lucha en que participaban Juan Carlos Ferrero y Andy Roddick.

Estados Unidos fue el comienzo

Parecía “tocado por los dioses”. Era el primero en 16 años, desde el sueco Mats Wilander, que lograba quedarse con tres grandes en un mismo año. Primero Australia y luego Wimbledon, pero el histórico fue el título 20: US Open 2004. Era el mejor de todos, y lo demostró.

La era Federer comenzaba a transformarse en realidad. Su oponente, Lleyton Hewitt, no pudo hacer nada frente al suizo de 23 años que establecía una marca histórica: ser el primero en la era Open, en ganar un Grand Slam con dos sets en cero. Bastaron 18 minutos para cerrar el primer set 6-0. Una hora y 33 minutos más tarde, el australiano campeón vigente del certamen sucumbía ante Roger.

La tercera es más que la vencida

El dicho popular señala que intentar algo por tercera vez, es carta casi segura al éxito. Para Roger Federer, el tres es mucho más que eso.

Disputaba su final n°30, en 2005. La cancha escogida lo obligaba a vestirse nuevamente de blanco. Wimbledon tenía ya dos veces grabado su nombre, y esta sería la tercera vez. El tres de julio, Andy Roddick pasó a ser uno más en la lista de los ex n°1 que no fueron capaces de hacer caer a Federer.

En el All England Tennis Club, y con interrupción por lluvia de 24 minutos, el suizo derrotó por segundo año consecutivo al cuarto mejor tenista del ATP. Esta vez el marcador sería de 6-2, 7-6 (2) y 6-4, y la frialdad y limpieza de sus saques, le entregarían nuevamente uno de los cuatro grandes.

Donde nace una rivalidad histórica

Sobre césped es imbatible. Llegaron incluso a llamarlo extraterrestre. En el partido que significó un punto de inflexión en la competitividad de la dupla más destacada del tenis en la década, Roger Federer derrotó a Rafael Nadal para quedarse con su título número 40. El español no daba tregua en arcilla, y Federer no lo haría en Inglaterra.

En cuatro sets se definió al campeón: 6-0, 7-6, 6-7 y 6-3. Pero más que por el marcador, este encuentro se recordaría como la primera vez en que ambos se enfrentaban en la final de un GS. Aunque también porque Federer igualaría un récord más de Pete Sampras. Desde el término del torneo, ambos eran los únicos tenistas en ganar cuatro veces seguidas un mismo GS.

Una batalla de casi cuatro horas

Final calcada. Mismos rivales, misma intensidad, mismo resultado. En una punta Roger Federer. En la otra Rafael Nadal. El objetivo del primero: agrandar la leyenda. El propósito del segundo: quitarle el cetro que tan esquivo le fue un año antes, en la misma superficie.

Wimbledon volvía a acoger a los dos mejores del ATP para brindar un espectáculo de clase, maestría y perfección. el público presente tuvo tres horas y 45 minutos para disfrutar de un partido que terminaría con Roger besando por quinto año consecutivo la copa de oro. Conseguía el trofeo n°50. 

Por 7-6(7), 4-6, 7-6(3), 2-6, 6-2, el juego ofensivo y lleno de alternativas del suizo se impuso ante los ojos expectantes de la última gran rivalidad en el tenis mundial: Bjon Borg y John McEnroe.

Fue vencedor en tierras ajenas

Era el único que le faltaba en su vitrina. Lo había logrado todo, menos vencer en canchas de arcillas. Y finalmente, en 2009 y con el sueco Robin Soderling como damnificado, logró su cometido. Roland Garros era un grande dominado por Nadal, pero en aquella temporada, el rey de la superficie fue Federer.

Con un contundente 6-1, 7-6(1) y 6-4, el n°2 del mundo (pero con nivel de primer lugar), Roger Federer pasaba por la alfombra roja. Había igualado a Pete Sampras otra vez: 14 Grand Slams en su carrera. Poco sabía en ese momento que el número llegaría a 20.

En cara del local

A Paris la llaman “la ciudad del amor”. Tal vez por su belleza, o por haber alcanzado las 800 victorias en su carrera, Roger Federer fue uno de los visitantes que dejó alegre de la capital francesa. Nuevamente Sampras quedaba relegado.

El último encuentro, que terminó 6-3, 6-7, 6-3, lo disputaba contra Jo-Wilfried Tsonga. De menor ránking, pero no por eso menos letal, el francés no pudo seguir el ritmo a Federer, que gritó por 70° vez campeón.

Consolidación sobre pasto

Años 2003, 2004, 2005, 2006, 2008, 2013 y ahora 2014. Muchos significados para el común de la gente, uno solo para el servicio más efectivo: Halle debía cambiar de nombre a Federer. La séptima vez que se alzaba como el mejor de la cancha en Alemania, y una vez más, demostraba con hechos que era el mejor sobre hierba desde el comienzo de la era Open.

Como segundo cabeza de serie, liquidó en una hora y 28 minutos a Alejandro Falla. Más que su apellido, en el partido que el colombiano perdió por un doble 7-6, parecía convertirse en la tónica del encuentro. Y Roger lo supo aprovechar.

Aquella final soñada

El calendario marcaba el 29 de enero de 2017. Lo relojes decían que eran las 04:30 de la madrugada en Chile. Los aficionados del tenis sabían que era el tiempo correcto para ir por una taza de café y sentarse a presenciar un partido de antología. Quizás el mejor partido del siglo, o el mejor entre Roger Federer y Rafael Nadal.

En el Australian Open se enfrentaban a miles de ojos expectantes. Federer con 35 años y Nadal con 30, buscaban convencer de que la edad es solo un número, y que la experiencia pesa más. El partido de vivió en silencio, con miedo y emoción por parte de ambos, pero con aún más ganas de que el 6-4, 3-6, 6-1, 3-6 y 6-3 a favor del suizo, pudiese quedar grabado en la memoria como una exhibición de todo lo que hay que hacer para destacar en el tenis.

Aquel domingo, con el título 90 para el suizo, la historia del deporte blanco cambió para siempre. Rafael Nadal mostró una vez más por qué ni las lesiones lo pueden hacer caer de golpe. Roger Federer en tanto, demostró que lo suyo no es normal. Que más que deportista, es una especie de otro planeta, vestido de humano.

Este sábado se enfrentará al griego Stefanos Tsitsipas, en la final de Dubái. Si gana, alcanzará los 100 torneos obtenidos, y seguirá buscando acortar distancia del record de Jimmy Connors (109).