Economía

Pese a una caída del impuesto, los refrescos sin azúcar suben de precio

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PAUTA/ Felipe Rojas
POR Marcela Gómez |

Una investigación reveló que la aplicación del tributo adicional fue el marco en que la industria elevó sus precios, sin diferenciar por mayor o menor contenido de azúcar.

Para combatir la obesidad e incentivar una dieta más saludable, en 2014 se incrementó en 5% el impuesto adicional a las bebidas con alto contenido de azúcar y se rebajó en 3% el gravamen a los productos con un bajo contenido de azúcar o sin ella. Aunque se logró reducir el consumo, en términos de precios el resultado fue sorpresivo: se encarecieron todo tipo de refrescos, incluso aquellos que cuyos impuestos bajaron.

Así lo revela una investigación publicada en enero en la revista Social Science & Medicine, que es fruto de un esfuerzo de largo aliento financiado por Conicyt (hoy ANID) en Chile y el Research Council de Reino Unido, articulado en torno a las universidades de Chile y de York con el apoyo de otros centros en Japón y Luxemburgo.  

La investigación revisó la aplicación de este impuesto adicional que elevó su tasa de 13% a 18% en aquellas bebidas con una concentración de azúcar igual o mayor a 6,25 gramos por 100 ml (como más del 85% de las carbonatadas y jugos); mientras que la redujo de 13% a 10% para los productos que no lleguen a ese límite, como la mayor parte de los concentrados en polvo, energéticos deportivos y aguas.

Tras analizar los precios de 41 productos entre 2009 y 2016, los datos arrojaron que las carbonatadas subieron 5,6% sus precios, aunque se esperaba un alza de 4%.

“Inesperadamente, se observó un aumento sostenido en los precios de los concentrados, incluso cuando se produjo una reducción de su tasa impositiva. Además, se observó un pequeño aumento en el precio del agua embotellada, una categoría que no experimentó cambios impositivos“, se detalla en el texto. No hubo cambios en jugos y energéticas deportivas.

El estudio también exploró la asequibilidad de las personas a los productos, en función de sus ingresos y los nuevos precios, y detectó una reducción en este indicador para las bebidas carbonatadas, los concentrados y las aguas.

Oportunismo de la industria

Este comportamiento de los precios ante el impuesto adicional al azúcar en refrescos “no es una rareza”, dice uno de los autores del estudio, el académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile Cristóbal Cuadrado. Añade que si en mercados perfectamente competitivos se espera que una baja de impuestos lleve a una caída en los precios, la evidencia internacional muestra que ello en general no se observa cuando se trata de mercados oligopólicos, como el de las bebidas analcohólicas en Chile, dominado por dos grandes compañías.

“Encontramos incluso lo que parece ser una respuesta estratégica de la industria de nivelar al alza muchos de los precios de sus productos, bajo la posibilidad de argumentar que el incremento responde al impuesto. Eso es algo interesante en políticas públicas, que se debe tener en cuenta para predecir adecuadamente cuáles serán los efectos esperados en el mercado y el consumo”, afirma el también secretario técnico del departamento de Políticas y Estudios del Colegio Médico.

Detalla que el efecto global en las personas, como se recoge en otra investigación del mismo equipo publicada en 2018, ha sido una disminución en el consumo de azúcares provenientes de bebidas en la dieta de los chilenos. Este comportamiento ocurre tanto respecto de los productos con mayores contenidos de azúcares como de aquellos con niveles reducidos. Otra investigación difundida el 11 de febrero detectó que la compra de bebidas con alto contenido de azúcar cayó 23,7% en los 18 meses posteriores a la implementación de la medida.

Cambios en el impuesto

¿Se pueden tomar medidas para hacer aun más efectivos el impuesto adicional al azúcar en bebidas sin alcohol? Cristóbal Cuadrado cree que sí y anticipa que próximamente se difundirá un tercer estudio de la serie con simulaciones de los efectos en consumo, comparando distintos diseños de impuestos.

El que rige hoy en Chile es un impuesto ad valorem; es decir, se aplica sobre el valor del producto y que se suma al tributo que grava todas las bebidas alcohólicas, analcohólicas y similares. “En nuestra investigación encontramos que es mucho más eficiente un impuesto específico basado en volumen o contenido de azúcar de las bebidas: recauda más e impacta con mayor fuerza en el consumo de los mayores consumidores de bebidas, a quienes deberíamos darles una señal económica más clara”, dice el médico. Añade que esos resultados son concordantes con los hallazgos de ejercicios similares realizados en otros países.

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A su juicio, para lograr mayores avances en promover estilos saludables de alimentación se requiere repensar el diseño de este impuesto adicional, pasando de uno ad valorem a uno específico. Junto con ello, plantea que la tasa de impuesto “es muy baja y sigue no compensando las externalidades del consumo, que genera importantes costos al sistema de salud que financiamos todos con nuestros impuestos”.