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Las lecciones que América Latina está dando a los bancos centrales del mundo

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Bloomberg
POR Maria del |

Las herramientas macroprudenciales, mal vistas por los puristas, han sido efectivas en mercados emergentes y pueden ser un aporte en tiempos de tasas bajas.

A medida que los bancos centrales mundiales vuelven al modo de flexibilización, se están adoptando las viejas herramientas mal vistas por los puristas monetarios para garantizar que el efectivo vaya a donde sea necesario.

Después de haber demostrado su influencia en las economías emergentes, las herramientas macroprudenciales, como los ajustes a los requisitos de reservas bancarias y las relaciones préstamo-valor para los compradores de viviendas, están ganando credibilidad. Es posible apretar los tornillos para evitar préstamos excesivos y precios de activos inflados en la era del dinero barato, y aflojarlos en lugar de reducciones de tasas de interés para ahorrar valiosa potencia monetaria.

Las herramientas tienen una larga historia en América Latina, donde han ayudado a países como Brasil y México a estabilizar los flujos de crédito. También se usan cada vez más en Asia: los límites de préstamos han mantenido un control sobre los precios de departamentos que alguna vez estuvieron disparados de Singapur, mientras que las reducciones a los requisitos de reserva bancaria se han utilizado para complementar recortes de tasas de interés en Indonesia.

En un momento en que los costos de los préstamos bajan nuevamente, hay más llamados para que los bancos centrales de mercados desarrollados sigan su ejemplo. Ahora que muchos gobiernos, empresas y hogares ya están nadando en deudas, y los bonos, las acciones y los mercados inmobiliarios están altamente valorados, las herramientas macroprudenciales pueden ayudar a dirigir los nuevos créditos hacia donde sea necesario y evitar que el dinero fluya hacia donde no lo es.

Defender el crecimiento

Las herramientas macroprudenciales se están usando cada vez más “para asegurarse de que la liquidez vaya a los lugares correctos”, asegura Deyi Tan, economista para Asia de Morgan Stanley en Hong Kong. “Es necesario defender el crecimiento”, mientras que “algunas economías tendrán un problema de apalancamiento que aún no se está abordando”.

Entre los defensores de las políticas macroprudenciales se encuentra el jefe del Banco de la Reserva Federal de Boston. En una conferencia de política macroprudencial del 21 de junio en Alemania, Eric Rosengren se lamentó de que la crisis bancaria de Japón a fines de la década de 1990 –entre otras recesiones– podría haberse mitigado con el uso de tales controles de préstamos.

“El alcance de los problemas revelados por la crisis bancaria japonesa debería haber sido suficiente para llevar a muchos países a mejorar su conjunto de herramientas macroprudenciales”, dijo. “Desafortunadamente, se necesitó un problema aun más grande y más global: la crisis financiera que comenzó en 2008, antes de que los países decidieran mejorar las políticas macroprudenciales”.

El presidente de la Fed, Jerome Powell, ha contado las herramientas macroprudenciales entre las “principales” palancas para gestionar la estabilidad financiera, clasificándolas por encima de los ajustes de las tasas de interés en una conferencia de prensa en marzo. El Banco Central Europeo ahora publica un “Boletín Macroprudencial” bianual en el que examina las últimas investigaciones y prácticas sobre las medidas. El boletín más reciente presenta un análisis de que el sistema global es mucho más resistente que antes de la última crisis gracias a ellas.

En términos generales, es un tono de cauteloso entusiasmo por las herramientas. El presidente del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, ha sugerido que debido a que el entorno prolongado de las tasas de interés ha creado problemas únicos, aún no se sabe cuál es la mejor combinación de políticas monetarias y macroprudenciales para lograr la estabilidad financiera y de precios. Donald Kohn, del Banco de Inglaterra, también ha señalado que las herramientas macroprudenciales siguen estando relativamente sin probar en una recesión real.

Escepticismo de los puristas

El FMI, el Banco de Pagos Internacionales y Kristin Forbes, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, han agregado soportes para las herramientas macroprudenciales en investigaciones de este año sobre su efectividad. En junio, el BPI se basó en investigaciones previas para su reseña de que las políticas macroprudenciales pueden facilitar un poco los trabajos de los banqueros centrales.

“La experiencia de las últimas dos décadas indica que las medidas macroprudenciales ayudan a mejorar las compensaciones que enfrenta la política monetaria”, según el informe anual del BPI. Al mismo tiempo, el BPI advirtió que las herramientas macroprudenciales no pueden contener por sí solas la acumulación de desequilibrios financieros y que las presiones de la economía política podrían impedir su uso.

Los puristas monetarios argumentarían que establecer la tasa de interés correcta conducirá al nivel óptimo de expansión crediticia y actividad económica. Las herramientas macroprudenciales pueden impedir ese proceso e incluso distorsionar los precios de los activos, ya que los individuos astutos siempre encontrarán una forma de evitar las reglas, argumentan.

De hecho, Forbes, de MIT, señaló en un artículo de este año que es difícil juzgar las políticas macroprudenciales, dado que su éxito implica una crisis que nunca sucedió y su uso ha aumentado significativamente en los últimos años sin ser probado en una recesión.

Laboratorio latinoamericano

Hasta ahora, las economías de mercados emergentes se han vuelto macroprudenciales a un ritmo mucho más alto que los mercados desarrollados. América Latina ha demostrado ser un buen “laboratorio” para las herramientas, dado su uso persistente allí, argumentó el BPI en un artículo de 2017. El trabajo de Brasil para ajustar los requisitos de reservas con el fin de controlar el crecimiento del crédito fue uno de los éxitos citados.

Allí, también, las herramientas macroprudenciales no han terminado el trabajo: Argentina impuso medidas de control de capital el 2 de septiembre para rescatar las reservas de divisas y el peso. Dichas políticas de emergencia son exactamente lo que las herramientas macroprudenciales deben hacer menos necesario.

Los bancos centrales de Asia también han promovido los méritos de las herramientas específicas, combinando ocasionalmente su implementación con las decisiones de mantener las tasas de interés. Tentado a elevar la tasa de interés de referencia en septiembre de 2018, el Banco de Tailandia hizo un intento por reducir el riesgo de burbuja inmobiliaria elevando los límites de la relación préstamo-valor, con lo que compró tiempo hasta un aumento en diciembre.

Desde abril, cuando esas medidas entraron en vigencia, la tendencia de la política global se ha vuelto moderada. Los banqueros centrales tailandeses podrían apoyarse nuevamente en las políticas macroprudenciales pronto, incluso después de un sorprendente recorte de tasas a principios de agosto.

Herramientas complementarias

Por el lado de la flexibilización, el Banco de Indonesia ha empleado medidas macroprudenciales para alentar los préstamos, que incluyen reducir la proporción de reservas para los bancos. El recorte del coeficiente de reservas complementa otras medidas “acomodaticias” no monetarias para acelerar el crecimiento, asegura Juda Agung, directora ejecutiva del banco central para la política macroprudencial.

Si bien los bancos centrales de los mercados emergentes han tenido que hacer “compensaciones de política monetaria más desafiantes y más acrobacias imposibles que sus contrapartes de mercados desarrollados”, estos últimos también podrían encontrar la necesidad de herramientas macroprudenciales en la próxima recesión global, dijeron en una nota de investigación de julio Rob Subbaraman, jefe de macroinvestigación global de Nomura Holdings Inc. y el estratega de tasas Andrew Ticehurst.

“Los bancos centrales han contribuido involuntariamente a un modelo de crecimiento económico impulsado por la deuda insostenible”, escribieron. Las políticas monetarias “sobrecargadas” deberían “complementarse equipando a los principales bancos centrales con un conjunto de herramientas más amplio, que incluya un uso más activo de las herramientas macroprudenciales y la intervención cambiaria”.