Economía

Briones critica comportamiento empresarial y pide cuidar la legitimidad del mercado

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El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, dijo en Enade que el clasismo es uno de los principales problemas de Chile, Crédito: Agencia Uno
POR Marcela Gómez |

El ministro de Hacienda interpeló a los privados y apuntó a una “sociedad abierta, inclusiva, conectada y con real competencia”.

Fue el más aplaudido de la cumbre empresarial Enade. Ratificando su sello analítico y de “hablar con la verdad”, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, ocupó la principal tribuna empresarial del país para explicar lo que el Gobierno está haciendo para remontar la crisis y recuperar el crecimiento. Pero también aprovechó la ocasión para advertir sobre las falencias de la élite y el empresariado, agudizadas por la crisis social, lo que exige cambios que abran camino a un nuevo contrato social.

“Necesitamos avanzar hacia una sociedad abierta, inclusiva, conectada, con real competencia en el mérito y para eso [necesitamos] igualdad de oportunidades. Los desafíos sociales que tenemos por delante también son desafíos económicos: no solo es un tema de justicia, sino también una necesidad para el crecimiento de largo plazo”, afirmó.

Para ello, dijo que se requiere una hoja de ruta, con prioridades, que permitan asignar recursos que son escasos y concretar avances con gradualidad. “Tenemos que construir un recorrido creíble con punto de llegada y estaciones intermedias. Sin big bang ni saltos al vacío”, dijo, apuntando a un “reformismo, con cambios de verdad y creíbles, pero realistas y contingentes a la realidad del país que somos”.

Y pasó un recado respecto de la responsabilidad fiscal: “Descarto la idea de que se esté tirando la casa por la ventana. No habrá una fiesta fiscal que gane aplausos fáciles y que después sea una cuenta imposible de pagar. Este gobierno no está disponible para maximalismos. Lo tenemos clarísimo, yo lo tengo clarísimo”. 

Élite monolítica

Junto con detallar los avances que Chile ha hecho en materia social, dijo que reducir la desigualdad sigue siendo un desafío y que no puede quedar solamente supeditada a un tema de ingresos. “Hay otros elementos importantes. El trato es fundamental. El clasismo es uno de los principales problemas que tenemos hoy, que se expresa un trato distinto a personas merecedoras de igual dignidad”, sostuvo.

Añadió que las personas resienten la desigualdad de oportunidades, “que los frutos, beneficios, cargos, recompensas no tengan que ver con los talentos y el esfuerzo”, lo que calificó como “grave, porque viola la promesa básica de la democracia liberal, del ideal meritocrático y genera sentimientos de animadversión”. Precisó que esto también se relaciona con la “fractura territorial” que divide el acceso de las personas a los medios que la ciudad ofrece en términos de oportunidades educacionales y laborales, áreas verdes, entre otras.

Y aunque valoró el progreso que se ha registrado en la movilidad social, deploró que “en Chile sigue siendo cierto que el dónde naciste y a qué familia perteneces marca de manera significativa a dónde puedes llegar”. Eso, dijo, es inaceptable. “Que el origen determine el futuro de muchos no solo es aberrante sino ineficiente, porque estamos desaprovechando talentos muy valiosos. Y ahí el llamado es a diversificar nuestra élite, que se ha ido diversificando, pero sigue siendo monolítica en muchos aspectos y percibida como tal”, planteó.

A su juicio, la élite debe ser permeable a la competencia en base al talento. “Hay quienes creen que hay que abolir la élite […] Siempre ha existido élite, la necesitamos. Se requiere tener una élite más competitiva, abierta y diversa. En eso todos tenemos responsabilidad y ustedes como empresarios también”, afirmó.

Las fallas de los empresarios

El titular de Hacienda también abordó la pérdida de confianza en las instituciones más básicas revelada en el estallido social, siendo la empresa una de ellas. “Este problema no es del 18 de octubre, sino de hace varios años. […] Ha habido casos emblemáticos de colusión y otra serie de prácticas anticompetitivas más soterradas, del día a día, que generan ofuscamiento respecto de las empresas”, planteó.

El economista puso un ejemplo: el pago a proveedores. “Encuentro increíble que el Estado haya tenido que hacer una ley para coordinarlos a ustedes en algo tan elemental, que es el trato a proveedores, que al final del día son empresarios igual que ustedes”, sostuvo. 

También abordó prácticas que entorpecen la competencia y afectan a los consumidores. Aquí aludió a contratos que no son comparables y con letra chica, o las “trabas absurdas” para cambiarse de proveedor, lo que también se está abordando por la vía legal “para que algo tan simple como que si contrato un servicio por internet pueda salir del mismo modo y no tener que ir a la sucursal”. Añadió que a ello se suman otras situaciones en que el sector privado se ha involucrado, como el financiamiento irregular de la política, defensas corporativas y también capturas regulatorias.

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“Para quienes creemos en una economía de mercado, es fundamental defenderla de todos los actos que erosionan su legitimidad y la confianza. Parte del problema es que el mercado se deslegitima cuando es percibido como un juego injusto de cartas marcadas o que favorece a un determinado grupo, cuando es percibido como una fuente de privilegio”, advirtió.

El camino, dijo, no es reinventar la rueda sino cuidar la competencia, la ética empresarial, respetar las reglas del juego y tener una autorregulación exigente, ya que de lo contrario debe intervenir la política pública y hacerlo de modo contundente. “Adam Smith lo tenía clarísimo: cuando se deshonra al mercado, las sanciones tienen que ser ejemplares”, aseguró.