Economía

Finanzas del hogar: radiografía al bolsillo chileno

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POR Fernanda Monasterio |

¿Cómo han variado las costumbres financieras de los chilenos en los últimos años? Un estudio del Centro de Políticas Públicas UC muestra las diferencias en la inclusión financiera y las nuevas tendencias de deuda.

¿Tiene usted en su billetera alguna tarjeta de crédito o débito?

Estadísticamente hablando, debería.

Actualmente, según informes de bancos e instituciones financieras de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), en Chile circulan más de 17 millones de tarjetas de crédito y más de 21 millones de tarjetas de débito.

Es decir, existen más tarjetas de débito que población en el país.

La razón del aumento

Sucede que en los últimos años la disponibilidad y el acceso a productos financieros ha aumentado considerablemente, llevando a que -según un informe de Inclusión Financiera de la CMF– en 2019 el 97% de la población adulta en Chile tuviera acceso a algún producto financiero.

Según señala un estudio realizado por el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica, la explicación estaría en el rol clave que han tenido ciertas políticas públicas e innovaciones financieras. Por ejemplo, la cuenta RUT de Banco Estado o las nuevas aplicaciones para instrumentos de pago con tarjeta, las cuales han permitido romper con el monopolio que existía hasta el año 2019 en dicho mercado.

Inclusión y acceso

Entre 2007 y 2017 el Índice de Inclusión Financiera, que contempla aspectos como acceso a cuentas bancarias, préstamos, uso y frecuencia de medios de pago diferentes al efectivo, y barreras de acceso al mercado financiero, ha experimentado un aumento considerable, pasando de 0,22 en 2007, a 0,32 en 2017, de un máximo posible de 1.

Sin embargo, la población experimenta tendencias distintas. Los datos muestran que el primer quintil de ingresos no arroja un mejoramiento en su inclusión financiera, manteniéndose entre ambos años en un índice de 0,18; el quinto quintil de ingresos, en cambio, avanzó desde 0,31 a 0,48.

También en este periodo el acceso a tarjetas de débito y crédito ha aumentado en los hogares. Por ejemplo, entre 2007 y 2019 se crearon más de 11 millones de cuentas RUT, alcanzando a casi el 75% de los hogares, y la tenencia de cuentas corrientes también se incrementó de un 17,6% en 2007, a un 37,8% 10 años más tarde.

Aquellos productos que se han estancado un poco en su crecimiento son las tarjetas de casas comerciales, las cuales aumentaron de un 52,9% en 2007, a 61,2% en 2014, para luego disminuir en su tenencia por parte de los hogares a un 56,9% en 2017.

Asimismo, entre 2007 y 2017 se incrementaron de forma relevante los pagos realizados mediante opciones que no son el efectivo. El uso de la tarjeta de débito aumentó de un 18,7% a un 83,3% en diez años, y la utilización de la banca online -que en 2007 era el medio menos usado con un alcance de 10,3% en los hogares- creció hasta alcanzar un 53,8%.

¿Y las deudas?

Existen distintos tipos de deuda. Dos de las más relevantes son las de consumo y las hipotecarias.

Mientras que las deudas de consumo han tendido a disminuir, pasando de 63% en 2007 a 54,6% en 2017, las deudas hipotecarias fueron al revés: mientras en 2007 representaban el 13,4%, en 2017 alcanzaron el 21,2%.

Respecto de productos financieros, las tarjetas de crédito de casas comerciales que representan el 34% de las deudas. Esto -según explica el estudio- se podría asociar a “la cultura de compra y una subbancarización de la población”.

Los hogares de Chile son los que destinan un mayor porcentaje de sus ingresos al pago de deudas, si se compara con países de la OCDE.

Segregación sectorial

La desigual distribución de la inclusión financiera podría radicar en tres puntos principales: los hogares de menores ingresos aún subutilizan los servicios e instrumentos financieros -sobre todo digitales-, enfrentan mayores barreras de acceso al mercado crediticio y tienen menores niveles de educación financiera que les permita desenvolverse de mejor manera en ese mercado.

También existen sectores de la población que, más allá de sus niveles de ingresos económicos, tienden a ser más propensos a los comportamientos riesgosos: las mujeres presentan niveles más altos de morosidad y carga financiera que los hombres; los hogares liderados por adultos mayores se enfrentan a más barreras, y los hogares con jefatura de personas menores de 35 años tienden endeudarse más con créditos de consumo.

Efectos de una crisis en el comportamiento financiero

El estudio analizó el comportamiento de los hogares durante la crisis subprime que estalló en Estados Unidos en 2007 y que en Chile se comenzó a manifestar un año más tarde.  

Entre los efectos económicos que tuvo dicha crisis fue que los ingresos de los hogares disminuyeron, ante lo cual cayó la tenencia de ahorros en aproximadamente 20 puntos porcentuales. Además, como aumentaron las restricciones para acceder a crédito por parte de la banca, se produjo una disminución de las deudas con bancos, pero crecieron las deudas con el retail, las cuales ofrecen condiciones de financiamiento más desventajosas.

El panorama no se augura tan diferente a lo que ocurrió en aquellos años, ya que, de acuerdo con la Encuesta Social Covid, realizada por el INE y el Ministerio de Desarrollo Social, el 40% de los hogares en Chile ha adquirido nuevas deudas tras la llegada de la pandemia.