Economía

Ingreso Familiar de Emergencia 2.0: ¿nuevo estándar para las políticas sociales?

Imagen principal
Campamento en Puente Alto, la comuna con mayor población de Chile. Crédito: Agencia Uno
POR Marcela Gómez |

Expertos valoran el nuevo diseño de transferencias. Estiman que puede inspirar cambios en la etapa de pospandemia.

El giro que registró el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) tras el acuerdo del Gobierno con parte de la oposición es, en general, valorado por los expertos. El beneficio, uno de los más debatidos en esa negociación, se discutirá esta semana con máxima urgencia en el Congreso buscando que llegue prontamente a los hogares que lo requieren.

Luego de que el pasado 23 de mayo se diera inicio al primer pago del antiguo IFE, los cambios en su diseño implican mayores montos y también derribar barreras de entrada. Ahora podrán beneficiarse quienes estén recibiendo otras ayudas estatales durante la emergencia y no se considerará el origen de los ingresos del hogar.

Pero no solo eso: aunque se trata de un mecanismo esencialmente transitorio asociado a la pandemia, también está estableciendo un nuevo estándar en cuanto a cómo debe ser el apoyo que el Estado entrega a los hogares más pobres.

Lo positivo

La economista y exsubsecretaria de Evaluación Social Heidi Berner estima cómo aumenta el impacto del mayor monto del IFE y que ahora puedan acceder a esta ayuda todos los hogares con similar nivel de vulnerabilidad, sin considerar el origen de sus ingresos: formales, informales, independientes.

“En el proyecto original solo se contemplaba para hogares con personas informales. Por lo tanto, si había alguien formal acogido a la Ley de Protección del Empleo, ese hogar no recibía IFE o podía acceder a la mitad siempre que la suma de ingresos fuera menor a $260 mil. Esa cota era muy baja. Hoy ese mismo hogar, si tiene cuatro miembros, puede recibir $400 mil”, explica.

La economista de la Pontificia Universidad Católica de Chile Claudia Martínez refrenda el punto: “Es un gran avance establecer un piso mínimo para los hogares del 80% más vulnerable, independientemente de su fuente de ingreso, lo que respeta el principio de equidad horizontal”.

Berner destaca otro cambio positivo. “Se avanzó bastante en que esto sea automático; al menos, que todos quienes ya están en el Registro Social de Hogares no tengan que estar postulando. El Estado ya cuenta con un conjunto de datos de caracterización de hogares”, sostiene.

El economista especialista en políticas sociales Javier Bronfman, académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, valora que se haya modificado la decisión de entregar montos decrecientes en el tiempo. “Ese diseño está bien para un seguro de desempleo para motivar la búsqueda de oportunidades, pero no tiene nada que ver con la ayuda de emergencia”, dice.

También destaca que se haya establecido un piso mínimo de $25 mil por persona en el hogar para aquellos que califiquen. “Es un paso importante aunque no lo parezca, porque le pone un piso a este aporte. Hay políticas sociales en que por la fórmula de cálculo se puede recibir $1.500 o $3.200 de beneficio. Una ayuda estatal así pierde sentido”, explica

Vaso medio vacío

Pero también hay “un vaso medio vacío”, dice Heidi Berner, quien actualmente se desempeña como vicerrectora de Asuntos Económicos de la Universidad de Chile. “No está muy claro a cuántos hogares se va a llegar. En el 40% de menores ingresos hay del orden de tres millones de hogares y se dice que esto llegará a 2,2 millones; todavía existe una brecha importante de cobertura”.

Explica que para recibir el beneficio se deben cumplir dos requisitos: que el hogar esté dentro del 80% de menores ingresos de acuerdo al Indicador de Emergencia (que mide pérdida de ingresos en la pandemia) y que tenga ingresos inferiores al monto establecido en la escala, según integrantes. Por ejemplo, si son dos integrantes, el IFE complementa hasta $200 mil; si son cuatro, hasta $400 mil. “En la práctica, esta es la restricción. Por eso habíamos pedido elevar el monto hasta $450 mil, que es la línea de pobreza”, comenta Berner.

Por otra parte, el economista de la UAI relativiza cualquier duda sobre un eventual riesgo moral en el sentido de que quienes reciban esta ayuda luego dependan de ella. “Está claro que es un beneficio transitorio. No descarto que ese riesgo exista, pero creo que es bajo y, si pasa, será con poca gente”, opina.

Un nuevo estándar

Aunque es un mecanismo transitorio, ¿podría apuntar a un cambio en las políticas sociales después de la pandemia? “Para mí, así es”, dice Heidi Berner. Estima que con este IFE 2.0 “en la práctica se está avanzando en establecer cuál es el mínimo que como Estado esperamos que tengan los hogares para poder suplir ingresos y solventar sus necesidades”.

Coincide Javier Bronfman, quien ve en este instrumento “un precedente importante y muy positivo, desde el punto de vista de la protección social, para lo que se va a venir en el futuro pospandemia: pensar en políticas sociales más universales y que den beneficios reales”. Precisa que es importante que este tipo de transferencias puedan usarse a futuro en crisis que son recurrentes en Chile, como los desastres de origen natural.