Economía

La propuesta de Salvador Valdés para cubrir los riesgos de desplome de la pensión

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El economista Salvador Valdés estima que no debería incluirse un seguro para la Cuarta Edad en la reforma previsional. Crédito: ClapesUC
POR Marcela Gómez |

El economista plantea asegurar una pensión por medio de planes de beneficio definido capitalizado. No tendría costo para el empleador, si se le administra correctamente.

Por primera vez, el Centro de Estudios Públicos (CEP) y el Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales (ClapesUC) realizarán un seminario conjunto y el tema elegido es altamente contingente: cómo proteger a los cotizantes de AFP que enfrentan desplomes en los retornos de sus ahorros cuando se acercan a la edad de jubilación y no tienen tiempo suficiente para recuperar lo perdido.

El foco del debate estará en la propuesta del investifgador de Clapes UC y doctor en economía del MIT, Salvador Valdés. Apunta a crear un nuevo seguro público y obligatorio para mitigar esas caídas de rentabilidad y, de paso, cubrir alzas en el precio en el cual el ahorro se convierte en pensión. La fórmula será comentada por el exministro de Hacienda Rodrigo Valdés y el experto previsional Andras Uthoff.

Los ejes de este nuevo seguro y por qué debería descartarse incluir en la reforma de pensiones un seguro para la Cuarta Edad o de longevidad son parte de los temas que Salvador Valdés aborda en esta entrevista.

—¿Qué fórmulas o instrumentos financieros podrían servir de base para un seguro de rentabilidad en el sistema de pensiones?

“Circulan dos tipos de propuestas. La primera es una garantía al valor del saldo final, con una tasa de rentabilidad acumulada absoluta de 0%. La segunda es la que expondré en el seminario conjunto ClapesUC – CEP el 12 de septiembre, que propone un seguro integrado de rentabilidad y longevidad“.

—¿Cuáles son los ejes de su propuesta?

“Se propone un seguro obligatorio y público, que otorgue un piso de seguridad a la pensión contributiva de cada uno, frente a dos riesgos financieros que pueden ocurrir entre los 50 y 65 años: caída severa en la rentabilidad acumulada de los fondos de pensiones y aumento severo en el precio al cual el saldo final se convierte en una pensión”.

“El daño se determina al final, en el cumpleaños 65, y se define como la diferencia entre (a) el promedio de 15 estimaciones de pensión retrospectivas elaboradas para los cumpleaños número 50 hasta el número 64, donde cada una refleja las condiciones financieras que hubo en el respectivo momento; y (b) la pensión contributiva proyectada en el cumpleaños 65, bajo las condiciones financieras de ese momento final”.

“Los cotizantes jóvenes colaborarían de modo equitativo en proveer esta cobertura”.

—¿Conoce algún país que incluya seguros de rentabilidad como parte de su sistema de protección social?

“Respecto al primer tipo de seguro, el más importante es Colombia, donde ocurre lo siguiente, que no es casualidad: los afiliados nunca han podido cobrar nada. El caso de Suiza, que se cita a veces, no es correcto porque la tasa de rentabilidad garantizada no es fija, sino que es la tasa de mercado reciente menos un margen, cuyo resultado es que nunca los afiliados cobran alguna indemnización”.

“Respecto al segundo tipo de seguro, los planes de beneficio definido capitalizado, existe en 26 economías de la OCDE. Son las pensiones de ‘beneficio definido’ altamente capitalizadas, sean de empleadores o de agrupaciones de empleadores”.

—¿Qué elementos sugeriría cautelar en el diseño de un seguro de rentabilidad?

“Dos elementos. Uno, que el seguro pague a los afiliados, en una fracción interesante de casos, con la intensidad requerida. El primer tipo de seguros no cumple este requisito. Los estudios reunidos por la OCDE mostraron que el primer tipo de seguros paga a los afiliados una vez cada mil años [ver Pensions Outlook 2012, capítulo 5]. Es un seguro ilusorio, como ha confirmado la experiencia de Colombia. En cambio, el segundo tipo de seguro, el usado en los planes de beneficio definido capitalizado, paga mucho más seguido y sí tiene interés práctico”.

“Otro importante elemento que cautelar en el diseño es que el seguro de rentabilidad sea eficiente. No es eficiente garantizar algún valor final para el saldo, porque la pensión igual puede caer fuertemente si el precio de las rentas vitalicias sube con fuerza pocos años o meses antes de cumplir 65 años, como está ocurriendo en Chile desde junio”.

“El segundo tipo de seguro mencionado antes, el usado en la OCDE, es eficiente porque asegura la pensión (UF/mes) que es el producto final. Esto, en vez de asegurar el saldo, que es un paso intermedio”.

—En cuanto a los costos de un seguro de rentabilidad y las entidades que ofrezcan esa cobertura, ¿podrían asimilarse a la prima del seguro de invalidez y sobrevivencia, que hoy es 1,53% del sueldo?

“El daño para el empleo de calidad depende del monto promedio de la prima del respectivo seguro. El primer tipo de seguros de rentabilidad requiere una prima promedio muy baja. Ese es un resultado entendible porque su cobertura es ilusoria (apenas cubre 0% de rentabilidad al saldo final)”.

“El seguro usado por los planes de beneficio definido capitalizado, por otra parte, tiene una prima promedio de cero si se administra correctamente. En su forma habitual, en los eventos favorables, este seguro permite al empleador reducir su cotización bajo lo normal (“contribution holiday”) y en los eventos desfavorables exige al empleador aumentar su cotización sobre lo normal. Si el seguro se administra correctamente, el promedio de aumento de la tasa de cotización es igual a cero”. 

“La propuesta que expondré tiene una mecánica similar al seguro de la OCDE, pero deja constante la cotización que hace el empleador”.

 ¿Debería el nuevo organismo público que administrará el ahorro adicional (denominado CASS) administrar el seguro de longevidad propuesto en 2017 por el economista Guillermo Larraín?

“No. El objetivo de esa propuesta, fechada marzo 2017 y ofrecida a las candidatos presidenciales de la DC y del PS-PPD, fue elevar las pensiones de hoy por medio de un paso a reparto parcial. Suponía una tasa de cotización de 10% y proponía crear una ‘prima de seguro’ por 2%-4% del salario. Sin embargo, la elección de Sebastián Piñera en 2017, con una propuesta diferente, dejó obsoleto al seguro para la cuarta edad”.

“El actual gobierno prefiere subir la tasa de cotización de empleadores en 4% para destinarla a cuentas individuales y propone un fuerte gasto fiscal en nuevos subsidios, como el Aporte Adicional para la Clase Media. No corresponde aplicar ambas propuestas a la vez. Son incompatibles, sobre todo por costo”.

“Además, el Seguro para la Cuarta Edad cubre solo una parte menor de los riesgos financieros que afectan a las pensiones. No cubre el riesgo de mala rentabilidad en edades entre 51 y 64 años, que entrega un saldo a los 65 años demasiado bajo. No cubre el riesgo de caída en rentabilidad futura a la que invierten las compañías de seguros de vida. Solo cubre el riesgo de aumento de longevidad entre los 88 y 110 años años (“riesgo de cola”), pero con una condición restrictiva: que se materialice después de iniciar la pensión (a los 65). En cambio, no cubre el riesgo de subestimar el aumento longevidad en edades entre 65 y 87 años, cuando se materializa antes, en edades entre 51 y 64 años”.