Economía

El director del INE en el centro de las presiones

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Director del INE, Guillermo Patillo. Crédito: Agencia Uno. Procesamiento: Felipe Rojas/PAUTA
POR Marcela Gómez |

Las cifras del ente estadístico subestiman la creación de empleo y los ajustes están en marcha, pero en el intertanto le llueven las críticas y pedidas al organismo. El economista que lo dirige tiene carácter, apoyos, un singular pasado y su continuidad no está en duda.

Caminando o en bus: así llega a cualquier actividad el director del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Guillermo Pattillo. Incluso a las sesiones en el Congreso. Si va con asesores, emplea la camioneta institucional. Una de las primeras decisiones que tomó apenas asumió, en abril de 2018, fue dar de baja el automóvil asignado al cargo y reasignar a otras tareas al funcionario que ejercía como conductor.

El economista, hoy en el centro de las críticas de autoridades de Gobierno por el desajuste que muestran los datos laborales, es un hombre con carácter que sabe resistir presiones y que es consciente de las deficiencias que presenta la Encuesta de Empleo, que por motivos metodológicos sólo se pueden corregir gradualmente. Pero en el INE lamentan lo que califican como ataques de algunas autoridades, que estiman dañan a la institución y confunden a la ciudadanía.

“Él sabía que ser director del INE no sería fácil, pero no está en esto buscando figuración ni una carrera política. Es parte de un equipo y si el Presidente lo necesita en ese puesto, allí estará”, dice un profesional de la Dirección de Presupuestos (Dipres) que lo conoce, ya que Guillermo Pattillo ejerció como subdirector del organismo el primer mes de gobierno. Ya había cumplido la misma tarea entre 2011 y 2014, secundando a la entonces directora de Dipres, Rosanna Costa (hoy consejera del Banco Central) y por extensión al ministro de Hacienda, Felipe Larraín, que se repite en ese cargo.

Los lazos forjados con el equipo de Dipres y de Hacienda en esa época se mantienen y hoy en Teatinos 120 existe un firme respaldo al director del INE y al trabajo del organismo. No pasa lo mismo en el Ministerio de Economía, del cual depende la entidad: no es que exista una mala relación con el ministro José Ramón Valente, pero tampoco ha habido el apoyo esperado. El ministro ha tomado distancia de la polémica y sólo recientemente dio luces de querer reactivar el debate del proyecto de ley que da autonomía al organismo.

En el otro extremo se sitúan al ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, que ha liderado la crítica pública, secundado por su subsecretario Fernando Arab.

Del mundo militar al fiscal

Guillermo Pattillo es uno de los pocos economistas interesados en el mundo militar. Apenas obtuvo su título de ingeniero comercial de la Universidad de Concepción, se sumó al departamento de análisis económico del entonces Estado Mayor de la Defensa Nacional (hoy Estado Mayor Conjunto), una unidad especial que evaluaba mecanismos para hacer más eficiente el uso de recursos destinados a la defensa. En el Chile bajo dictadura, era un tema de máxima importancia. El economista, adherente al régimen militar y quien simpatiza con Renovación Nacional, trabajó allí entre 1981 y 1990, con una única interrupción para cursar un magíster en Economía Monetaria en la Universidad de Glasgow, Escocia.

Con la recuperación de la democracia, se sumó al equipo docente del Departamento de Economía de la Universidad de Santiago, vínculo que mantiene hasta hoy. Son años donde realizó numerosos estudios en materias de defensa, pero además se acercó a los temas macroeconómicos. Fue frecuente su participación en los seminarios temáticos que realizaba Libertad y Desarrollo, donde forjó una buena relación con la economista Rosanna Costa.

También aceptó la invitación del exembajador Pedro Daza para dirigir el grupo de trabajo sobre Defensa en el Instituto Libertad, que en 2009 sería la base de la comisión programática sobre la materia de los grupos Tantauco, creados por el entonces candidato presidencial Sebastián Piñera en la campaña de 2009. En el primer año de ese gobierno ejerció como jefe del comité asesor del entonces ministro de Defensa, Jaime Ravinet (ex-DC). Con su reemplazo por Andrés Allamand (RN) en 2011, se le abrió un nuevo camino: seguir en los temas de defensa o aceptar la invitación de Rosanna Costa para apoyarla como subdirector de Presupuestos.

Eligió lo segundo. “En esa decisión pesó el escaso avance que ha habido en materias de defensa. Muchas de las cosas que hoy se están discutiendo, como los ajustes al financiamiento de las Fuerzas Armadas, son asuntos que él ya había planteado en sus papers de hace una década. Fue importante también su buena relación con Rosanna Costa”, dice un economista que lo conoce.

Su “reconversión” fue tal que tras finalizar el gobierno y nuevamente en su rol de profesor de la Universidad de Santiago, movilizó voluntades con miras a ayudar a que los ciudadanos conozcan mejor cómo se invierten los recursos públicos. El esfuerzo cristalizó en abril de 2015 con la creación del Observatorio Fiscal, una iniciativa conjunta de la casa de estudios y la Fundación Contexto Ciudadano que dirigió hasta su regreso al Gobierno.

Solitario y multitarea

“Llegó solo, con su clásica mochila y un bolso con documentos”, recuerda una funcionaria del INE sobre la partida del nuevo director. Un mes después fichó al joven abogado Domingo Carbone como jefe de gabinete, a quien no conocía, pero le fue recomendado por amigos. Él y una nueva jefa de comunicaciones próxima a asumir son sus únicas contrataciones directas.

Cercanos le habían advertido sobre el complejo clima laboral al interior del INE, luego de que la entidad fuera fuertemente golpeada por las secuelas del fallido Censo 2012 y la tensión generada por el proceso del Censo abreviado de 2017.

El director del INE en reunión con un grupo de funcionarios y autoridades del Servicio Civil. A su izquierda su jefe de gabinete, Domingo Carbone. Crédito: Servicio Civil.

Aún así, tomó decisiones difíciles, como eliminar ciertas asignaciones legales que permitían a algunos funcionarios ver incrementadas sus rentas y decidió que todas las autoridades del servicio seleccionadas por el sistema de Alta Dirección Pública (como los directores regionales) debían reconcursar —al cumplirse sus periodos— si querían permanecer en la institución. También decidió mantener la reorganización de oficinas en Santiago que venía de la administración anterior con Ximena Clark, que ahorra recursos al reducir los locales arrendados y mover parte importante de las tareas desde el tradicional edificio del Paseo Bulnes a nuevas instalaciones en Morandé 835.

Bajo su mandato no sólo está en proceso la actualización de la Encuesta de Empleo, sino que ya se hicieron ajustes a la de Remuneraciones y se reemplazó la metodología para medir la inflación, sobre la base de una nueva canasta familiar que mide el consumo de los chilenos.

Aunque desde la Asociación de Funcionarios se excusaron de opinar debido a la ausencia de la mesa directiva, no ha habido críticas públicas a su gestión y se percibe que las críticas que ha sufrido el INE ha tenido el positivo efecto de generar más unión interna.

Pero algunos funcionarios critican que el director no ha participado en las reuniones estadísticas internacionales (como las de la OCDE), se involucra poco en los procesos internos y sólo aparece al momento de las definiciones. Cercanos a la autoridad ven en esto último una muestra de confianza respecto de las capacidades de los equipos internos y señalan que se creó una unidad de auditoría técnica, cuyo rol es revisar productos específicos y detectar espacios de mejora, tal como ocurrió con la Encuesta de Remuneraciones.

Lo cierto es que Guillermo Pattillo es un hombre ocupado. Además de sus responsabilidades en el INE, en 2018 dictó dos cursos de magíster que ya había comprometido con las universidades de Chile y Católica, que este año mantendrá, pero de manera más acotada. También es director de Cotrisa, una empresa pública que opera en el mercado doméstico para estabilizar el precio del trigo, donde en enero de 2019 recibió una dieta por $1,1 millones, que se suman a su remuneración en el INE de $7,8 millones según Transparencia. La docencia y la integración de directorios de empresas del Estado son funciones específicamente autorizadas para las autoridades de gobierno.