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Chile literario, de atrás hacia adelante

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PAUTA
POR Fernanda Valiente |

Cristián Warnken hace un recorrido por el paisaje, la música y la comida de nuestro país en la época de la colonización en Desde El Jardín.

Es Pedro de Valdivia (1500-1553) quien intentó convencer al gobernador de la época de las riquezas de Chile en una carta el 4 de septiembre de 1445. En ella describió un lugar paradisíaco, con un clima templado e hizo referencia a la abundancia de madera, flora, fauna y a la riqueza del sector minero.

En cambio, aunque el escritor y diplomático Miguel Serrano (1917-2009) se fascinó con el país, al mismo tiempo se mostró aterrado frente a la fuerza de la naturaleza, que a veces derrumba lo que construye el hombre. 

En su libro Ni por mar ni por la tierra (1950), Serrano incursiona en cómo la identidad nacional se funde con lo natural. En el capítulo “El personaje que todo lo domina” despierta una conexión con la “tierra soberbia”, rodeada del mar donde el alma del chileno explora su lado más íntimo.

“¿Cuál es el misterio que circula en estas rocas? Chile está ubicado en el anillo del Pacífico, en región volcánica. El que vive aquí se impregna del horror de algo que fatalmente sucederá: la tierra de da todo, luego le quita lo que hace un momento le había dado o lo que con mucho sacrificio y esfuerzo había logrado construir. La tierra se mueve un poco, se sacude, el volcán vomita, todo se desmorona, entonces el hombre se pregunta ‘¿volveré a comenzar desde el principio?'”, lee Cristián Warnken de Ni por mar ni por la tierra (1950) en Desde El Jardín.

Retrato de Pedro de Valdivia (1854). Óleo sobre lienzo de Federico Madrazo, del español que nace en Roma, quien fue considerado el pintor más solicitado y reconocido internacionalmente a fines del siglo XIX.

Delicadeza y moderación

Si bien Chile es conocido por sus variedades de platos, que muchas veces pueden llevar a comer más de lo debido, para algunos poetas, como Gabriela Mistral y Fidel Sepúlveda, es un país que nace en la delicadeza de espíritu y en las costumbres moderadas.

Como el tiempo se lo lleva todo, no solo desaparece el paisaje limpio y puro, sino que también se borra el plato tradicional preparado en casa, el que se genera a partir del mestizaje entre españoles, criollos y mapuches. 

Los inicios de Pablo de Rokha (1894-1968) en su formación universitaria en el derecho y la ingeniería no impidieron que encontrara su verdadera pasión en la creación literaria, una crítica al romanticismo y un fuerte activismo político como defensor del marxismo-leninismo. Y hasta sus retratos de la importancia de la comida tradicional en la cultura nacional llevaban un mensaje que refleja esa lucha por el poder, ya que en La epopeya de las comidas y las bebidas de Chile (1965) o Ensueño del infierno (1945) creó un poema de más de 40 páginas, utilizando un tono de guerra.

El charquicán, las pantrucas, el costillar, el pollo con espárragos y la famosa empanada de pino son solo algunas de las comidas que describe De Rokha con lujo de detalle, logrando que el lector esté al borde de saborearlos.  

El arte también se preocupó por capturar la identidad chilena a través de su gastronomía. En La cazuela (1987), el pintor licenciado de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile Carlos Maturana (“Bororo”) captura la esencia de uno de los platos tradicionales.

Pero Chile no siempre fue un país de excesos. Como dijo Fidel Sepúlveda (1936-2006), en un principio el espíritu de la cultura nacional se dedicaba a la moderación en ánimo y costumbre, y destacó a la austeridad como la mejor forma de autoconocimiento. 

Y para Gabriela Mistral (1889-1957), en el chileno existe la delicadeza relacionada con lo natural, razón por la que en el escudo prefería al huemul frente al cóndor. Ella sacaría la “fuerza” del emblema nacional para reemplazarlo por su opuesto.

Además, otras dos figuras exploraron la humildad en la cultura: los cantores y payadores Benedicto “Piojo” Salinas (1948-2008) y Alfonso Rubio (1961). Ambos representantes clave del canto popular chileno y “el canto a lo poeta”: experimentaron con la improvisación y su capacidad de creación a través de la palabra con cosas tan simples como la cola de un chancho.

Más allá de los platos de comida y de su paisaje, la poesía también refleja la vida un país. El libro Autorretrato de Chile (Ed. Zig-Zag, 1957) reúne textos de grandes narradores, como Luis Enrique Délano (1907-1985), Eduardo Barrios (1884-1963) y Mariano Latorre (1886-1955), entre otros, quienes rescataron el territorio y las costumbres de la época. Es en su segunda edición que el escritor chileno Nicomedes Guzmán (1914-1965) se adhirió a un compromiso social en su forma de escribir, la que está anclada en la marginalidad y en la explotación de los trabajadores.

Autorretrato de Chile (1957), de la editorial Zig-Zag que reúne textos narrativos, crónicas, artículos y ensayos de más de 50 autores nacionales. El libro recorre Chile de norte a sur, desde sus aspectos sociales, biológicos, políticos, estéticos, antropológicos y geográficos. Créditos: Memoria chilena.

Chile también se destaca por su fuerte raíz cristiana, que se mantiene firme hasta hoy. Y la religión no estuvo libre de polémicas en la época colonial. “Solamente saben lo que es Chile, los que lo han perdido”, dijo el jesuita colonial Manuel Lacunza (1731-1801), quien se fue a Italia como muchos otros representantes de la Compañía de Jesús debido a la expulsión de la orden ubicada en territorio chileno. 

Su obra Venida del Mesías en Gloria y Majestad (1812) -que se finalizó en 1790- fue prohibida al ser declarada como un texto herético por las autoridades eclesiásticas, por lo que fue publicada luego de su muerte. En su libro, el jesuita irrumpió con la corriente milenarista, en la que Dios reinaría por 1.000 años mediante una lucha espiritual contra las fuerzas del demonio y el mundo rebelde.  

Manuel Lacunza, según el pintor chileno-italiano Alejandro Cicarelli, en la segunda mitad del siglo XIX.

En su texto -rescatado en la actualidad por Testigos de Jehová, por parte de la corriente protestante y por la teología de la liberación-, el religioso ahonda en las expresiones de la Biblia que hablan del fin del mundo y observa la decadencia de la Iglesia como la señal de que llegaría el reinado de Jesús para establecer la paz en el mundo. 

Venida del Mesías en Gloria y Majestad. Su primera edición fue en 1812, la que se hizo sin permiso eclesiástico y fue denunciada ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, lo que no impidió que se divulgara en América y Europa. Créditos: Memoria chilena.

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