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Pedro Aznar: “Tenemos la responsabilidad de pensar en mundos posibles mejores”

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Twitter Pedro Aznar
POR Fernanda Valiente |

Refugiado en la poesía y la meditación en su casa en Buenos Aires, el músico argentino vislumbra que la crisis puede conducir a salidas “más luminosas o más oscuras”.

Por el confinamiento obligado o elegido, una serie de músicos ha compartido recitales desde sus hogares. El argentino Pedro Aznar es uno de ellos. “Mi ritmo natural biológico es la noche. Es cuando más alerta estoy”, dice desde Belgrano, en la zona norte de Buenos Aires. Desde ahi se contectó para conversar con Cristián Warken en Desde El Jardín, de Radio PAUTA.  

En su reflexión, la crisis sanitaria también puede ser una oportunidad de salir de problemas que estaban gastando las relaciones. 

“Creo que la responsabilidad que tenemos hoy es pensar mundos posibles mejores. Porque esto se puede resolver de distintas maneras. Unas son más luminosas y otras más oscuras. El mundo que teníamos era uno lleno de errores garrafales y de tragedias. Y eso es algo que no queríamos más”, sostiene. 

La urgencia de la poesía

“Me sentí en una especie de ciudad fantasma”, expresa, aludiendo a su primera salida de casa tras 50 días aislado. Es que antes de la música, Aznar exploró la poesía. Y hoy, cree que ella está viviendo un renacer. 

“Es un poco lo que nos pasa a todos y a todas ante la poesía, ante esta profunda quietud. Ante esta profunda soledad con nosotros mismos, estamos más cerca que nunca de la palabra poética. Porque la palabra poética es eso: un encuentro profundo con uno mismo. Es un silencio fecundo”, dice.

Más allá de sus periodos de productividad, para Aznar existen dos tiempos especiales en su ciudad. “Hay un horario mágico en los barrios de casas bajas, de calles arboladas, que es la hora de la siesta. Esa hora tiene un sol que todavía es cálido, pero es manso”. Esa magia puede darse en el verano o con el crujir de las hojas en otoño, destaca. “Y el otro es la noche, porque es cuando la ciudad para el frenesí y se deja ver como una mujer hermosa”, apunta.

En estos tiempos, volvió a meditar con regularidad. Lo hace dos veces al día. “Para mí fue una gran herramienta y me lo propuse. Dije: voy a necesitar de esto. Voy a necesitar esta calma interior porque es un momento de mucha inquietud, de una profunda incertidumbre y de mucha soledad”, sostiene. 

Contacto virtual

“¿Cómo ha sido esta nueva experiencia de contacto?”, pregunta Warken aludiendo a los conciertos virtuales. “Estaba pensando que si a alguien le ha golpeado esta crisis es al músico. Porque necesita el contacto con el público y esa relación energética. Ese eros del espectáculo ¿no? Aparece de manera tan brutal esa transición. Cuéntame un poco de esa experiencia Pedro”, añade.

“Fue muy particular porque si bien había hecho transmisiones en las redes, eran de carácter, ¿cómo decirlo?, alternativo. Era una manera más de estar presente”, cuenta el músico.

Pero ahora, precisa, esa vía se convirtió en la única forma de estar en contacto con la gente, lo cual marca una diferencia muy importante. “Cobró una nueva urgencia. Cuando hice la primera transmisión estaba un poco inquieto porque tenía que preocuparme por todos los detalles, pero felizmente todo salió bien”, afirma.

Mientras habla, a su espalda se aprecian pilares al estilo de los antiguos templos griegos, una fotografía en blanco y negro, su estudio de música y una pequeña biblioteca.

Tocar desde su casa no solo le dio compañía, sino también un propósito. “Y cada experiencia fue distinta. Tuve que diseñar muchas canciones. Fueron muchas horas de trabajo y de estudio”, agrega.

Trabajo en equipo

Warken señala que la trayectoria de Pedro Aznar también se caracteriza por el trabajo en colaboración. “Eres un músico que proyecta generosidad y amistad con tus contemporáneos, más que de defensa de una pequeña parcela de ego. Eso lo percibo muy fuertemente y creo que ha caracterizado tu trayectoria”, dice.

Agrega que antes que stallara la epidemia, “hiciste algo bien interesante que fue remasterizar una parte esencial de la música argentina y latinoamericana que es “La grasa de las capitales” (1979) de Serú Girán [grupo esencial del rock argntino del cual Aznar formó parte]. Luego te vi en un video en que estabas con David Lebón y Charly García viendo juntos este trabajo. ¿Qué significó volver ahí?”, indaga.

“Uy, fue muy conmovedor. Se juntaron en mí cantidad de emociones, de sentimientos, de recuerdos. De anécdotas muy graciosas”, confiesa el músico

“Creo que fue el primer disco verdaderamente colaborativo. Fue el segundo y lo grabamos acá en Buenos Aires. El primer disco lo habíamos hecho en Brasil porque Charly y David se habían pasado un año componiendo en Búzios. Ya tenían el disco listo cuando llamaron a Óscar Moro, al baterista y a mí. Moro y yo nos sumamos a una casa en São Paulo en una casa que habían alquilado para estudiar las canciones y después grabarlas”, recuerda.

Pero agrega que el trabajo para “La grasa de las capitales” fue distinto. “Tuve mucho que ver con los arreglos vocales. Hubo una colaboración mucho más íntima”, afirma. Es que luego de un año, ya había una sensación de ser (nuevamente) un grupo.

Revise la conversación con Pedro Aznar