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El misterio esotérico y espiritual de Henry Miller

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Abraham Rattner y Henry Miller (1930). Créditos foto: Esther Gentle Rattner, en Guild Hall Permanent Collection
POR Fernanda Valiente |

A 40 años de la muerte del célebre escritor estadounidense, PAUTA conversó con el biógrafo David Calonne. El académico revela cómo una infancia dura y una adultez bohemia encaminaron a Miller hacia la espiritualidad.

“[…] El auténtico gran escritor no quiere escribir: quiere que el mundo sea un lugar en que pueda vivir la vida de la imaginación. La primera palabra estremecida que pone por escrito es la del ángel herido: dolor. El proceso de poner palabras por escrito es equivalente al de tomar un narcótico. Al observar el crecimiento de un libro en sus manos, el autor se engree con delirios de grandeza. ‘Yo también soy un conquistador… ¡tal vez el mayor que haya existido! Se acerca mi día. Voy a esclavizar el mundo… por la magia de las palabras…’. Et caetera ad nauseam“.

Sexus (1949). 

Henry Miller nació en Nueva York en 1891. Es considerado uno de los mayores referentes que liberó a la literatura de convencionalismos en el siglo XX. Utilizando un tono que busca generar risa más que escandalizar, plasmó en su trabajo sus más profundas reflexiones en torno a la escritura y a la vida, sus encuentros amorosos y sus recuerdos de infancia que más lo acompañaron. Fue tal el grado de libertad en su expresión que varios de sus libros fueron censurados en su país por más de dos décadas.

Tras un largo periodo de inestabilidad y de bastante humildad en la bohemia parisina, y de un viaje a Grecia, más tarde volvió a su tierra natal.

Hace cuatro décadas Miller murió en una lujosa casa en Pacific Palisades, California, donde en sus últimos años pasó a experimentar con la pintura.

De esa arista su hija Valentine Miller, quien solo conoció al autor durante sus 35 últimos años de vida, cuenta que “mi papá fue un autor prolijo, disciplinado y determinado a crear. Pintar acuarelas fue forma de relajarse, no se consideró un ‘artista’. Hizo millones de pinturas y regaló la mayoría. También aprendió a grabar y hacer serigrafías. Las monjas de la escuela del Inmaculado Corazón vinieron a la casa en Los Ángeles y le enseñaron cómo hacer las pantallas de seda”.

Pero antes de la rica vida social y de la pintura en la vida de Miller entró la astrología. Y así.

Fue un artista inquieto, un mundo. Y sobre la vocación espiritual de Miller PAUTA conversó con el profesor de literatura de la Universidad de Eastern Michigan David Calonne, autor de Henry Miller: Critical Lives (2015), biografía que explora las inquietudes espirituales del autor estadounidense. 

A photo of David Calonne
El profesor David Calonne, de la Universidad de Eastern Michigan, es doctorado en inglés por la Universidad de Texas en Austin. Investigó la generación beat y la vida de Charles Bukowski en The Spiritual Imagiantion of the Beats (2017) y en Charles Bukowski: Critical Lives (2012), respectivamente. 

-¿Cómo comenzó el interés de Miller por lo esotérico?

“Él representó una suerte de orientación universal en torno a la espiritualidad. Creo que Miller fue a unas lecturas en Nueva York cuando tenía alrededor de 20 años. También tuvo una temprana exposición a pensamientos astrológicos durante su niñez que después se encendió. Hay una buena cita de su Cuaderno de las pesadillas (1945). Dice ‘noten, nací bajo la luz en 1981 el 26 de diciembre. Me pregunto si tengo el complejo del ecuador. Cáncer y capricornio coordinados en el círculo eclíptico, el oscuro navegar errático del alma’. Entonces se puede ver en esa frase que estaba pasando por mucho. Vinculó a la astrología con la disolución del misticismo indio antiguo. También está el hecho de que haya nacido tan cerca del nacimiento de Cristo. Entonces, siempre tuvo esa idea del destino astrológico”.

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-En Henry Miller: Critical Lives (2015), usted menciona cómo figuras como Nostradamus o corrientes como el budismo cautivaron a Miller. ¿De qué manera estas lecturas influenciaron su trabajo?

“Sí, leyó a Nostradamus, quien fue un tipo que predijo el futuro. Miller escribió acerca de él en sus cartas. En cuanto al budismo, leyó Siddharta (1922) de Herman Hesse en los años 50. De hecho, esa es una historia interesante. Miller convenció al publicista americano James Laughlin de publicar una versión en inglés de esta novela, originalmente en alemán. New Directions la publicó y fue una novela muy popular para las generaciones hippie y beat en Estados Unidos durante los años 50 y los años 60. [Miller] también leyó todo este material oriental como a Ramakrishna y todos los textos antiguos budistas. Hay que recordar que fue pobre durante toda su vida. No tenía plata, entonces creo que no abrió una cuenta bancaria hasta que tuvo alrededor de 60 años. En esa fecha comenzó a tener ingresos por sus libros con las traducciones al inglés. Entonces compró una casa en Pacific Palisade, que es un área bastante lujosa en Los Ángeles y ahí se asombró. Porque aquí está un hombre que vivió pobre toda su vida y llega a esta gran mansión. Pero en todo caso, hay una fotografía en la que se muestra que una de sus ventanas había escrito ‘Nirvana’.  Y lo escribió también en las paredes. Claro, y esa palabra remite a la idea budista de iluminación”.

-La etapa final de su vida la pasó en California. ¿Por qué cree que optó por ese lugar?

“Cuando tenía alrededor de 18 años se fue a California por un breve periodo, porque estaba huyendo de ciertas cosas de su vida. En California vio a Ema Goldman, la famosa anarquista [del movimiento sindicalista] en una lectura. Pero creo que fue un poco por casualidad. Había llegado a Los Ángeles con [el pintor modernista] Abraham Rattner a fines de los años 40. Juntos recorrieron Estados Unidos y de ahí nació Una pesadilla con aire acondicionado (1945). También tengo entendido que se enamoró de una mujer de Los Ángeles y eso fue en parte el motivo de ir a California, que pasó a ser una etapa misteriosa de su vida. Se terminó quedando con amigos en Los Ángeles y básicamente llegó hasta Big Sur, la parte norte de California en una pequeña cabaña desde los años 40 hasta finales de los años 50. Y luego se mudó a la parte sur de California. La razón de eso fue que se había divorciado de su esposa y sus hijos vivían en Los Ángeles, entonces quería estar cerca de ellos”.

Henry Miller
Portada del libro Henry Miller: Critical Lives (2015) de David Calonne

-¿Cree que su búsqueda espiritual lo llevó a una vida volátil?

“¿Crees que la gente religiosa o espiritual busca una vida significativa o un significado filosófico? Es parte del argumento de la gallina o el huevo. Eso es lo que lo hizo tan vital, interesante y energético. ¿Fue esto el deseo de buscar sus respuestas o fue parte de su carácter, donde podría haber sido un hombre de negocios, un actor o un atleta? Creo que fue la curiosidad. Creo que esa es la palabra que usó. Era muy curioso y por eso siempre quiso viajar más de lo pudo. Fue a Grecia porque [eln arrador experimentalista inglés] Laurence Durrell lo invitó en los años 40. Básicamente solo visitó Grecia, París, Nueva York y California”.

El vínculo con la Generación Beat

-¿De qué formas Miller influenció a la Generación Beat?

“Es una historia interesante. [El poeta] Allen Ginsberg fue a California con la intención de conocerlo y de manejar hasta la cabaña de Miller, porque para él fue importante Trópico de Cáncer (1934). [Jack] Kerouac supuestamente se embriagó en un bar en San Francisco y no pudo manejar. También creo que [el novelista estadounidense] William Burroughs conoció a Miller en un festival literario. Entonces sí, los Beat lo conocieron. Estuvieron interesados por la forma de Miller de ver las cosas abiertamente. La idea de hablar de la vida sin miedo”.  

-¿Y qué pasó con la recepción de Miller en la cultura popular norteamericana?

“En Estados Unidos el cómic es importante y Miller influenció el trabajo de Alison Bechdel [la historietista estadounidense]. En la novela gráfica Fun Home (2006) ella cuenta cómo fue su vida y hace referencia a su lectura de Miller cuando durante su infancia. Por supuesto, también hay películas basadas en su trabajo como Henry y June (1990), con Uma Thurman. Y está la revista Nexus, que regularmente lanza artículos de la vida de su vida”.

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-En El Coloso de Masuri (1941) se narra la exploración de la Grecia rural de Miller junto a Lawrence Durrell. ¿Por qué se dice que fue su gran obra?

“Fue su favorito. [Miller] pensó que fue su mejor libro. Pero creo que la mayoría de la gente conoce La Crucifixión Rosa (1965), que es la razón por la que se hizo famoso. También se hizo conocido por Trópico de Cáncer (1934) y Trópico de Capricornio (1938). Pero El Coloso de Masuri (1941) se trata de su inquietud espiritual. La gente se decepciona porque lo lee pensando que habrá sexo, pero no lo hay. Es acerca de Grecia y de la búsqueda de la iluminación. De hecho, la palabra ‘luz’ aparece constantemente en ese libro. El sol griego y la claridad del cielo azul”.

Las lecturas feministas

.Hablando de La Crucifixión Rosa, muchos la consideraron como parte de la revolución sexual. En ese escenario, ¿cree que mediante sus novelas autobiográficas Miller se consideró un activista o disidente pacífico?

“En su literatura hay mucha comedia, absurdo y tonterías. Sus descripciones se toman de una forma muy seria en algunos aspectos. Si lo comparas con otros autores que escriben de sexo como una experiencia casi religiosa, Miller no hizo eso. Para él es fue casi comedia y no creo que tuviese un propósito. No creo que quiso ser un revolucionario. Solo quiso ser honesto al escribir y con lo que pasó en su vida. No creo que quiso ganar plata con libros acerca de sexo. Y creo que eso es lo interesante de él. La idea de que ‘lo contaré tal cómo pasó’. En ese sentido, no creo que hubo un deseo de ser radical”.

-Las mujeres fueron una parte importante de su vida. ¿Cuál cree que sería su punto de vista acerca del feminismo actual?

“La ola feminista llegó en los años 70 a Estados Unidos. En el libro Sexual Politics (1970) de [la escritora feminista radical] Kate Millet ella ataca a Henry Miller. Lo llama misógino. Entonces sí, algunos lo interpretaron de esa forma, pero yo no creo que lo fue. Volviendo a su estilo cómico, al parecer no hay mucho amor expresado en estas escenas sexuales. No soy sicoanalista, pero él tuvo una relación muy difícil con su madre. Ella fue muy cruel con él. Es posible que [en esa forma de escribir] haya estado solucionando algún tema sicológico”.  

-¿En qué sentido a través de su filosofía de vida transgresora criticó el sueño americano?

“El sueño americano es tener plata, una casa, un auto y él no demostró interés por las posesiones materiales. Esto va de la mano de gente espiritual como Buda, Sócrates y Gandhi, quienes estuvieron interesados en la luz y en el espíritu. En Estados Unidos hubo gente como Henry David Thoreau quien se fue a vivir solo al bosque en Walden Pond cerca de 1850. Ahí describrió cómo fue vivir en medio de la naturaleza. Entonces [el impulso de Miller] se encontró en esta idea antigua. También estuvieron los Padres del Desierto quienes fueron al desierto a rezar. Entonces, creo que Miller nació con esa tendencia espiritual. Fue algo natural para él”.

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-Miller recién se había divorciado de June Miller cuando se fue a París en 1930. ¿Cree que los artistas deben sufrir para crear su obra maestra?

“Esa es una gran discusión en torno a la gente creativa. Por ejemplo, en el periodo romántico con gente como Vincent van Gogh o Ludwig van Beethoven. También uno puede pensar en Friedrich Nietzsche, Dostoyevski o Edgar Allan Poe. En Chile pienso en Pablo Neruda. Pero no creo que sea necesario sufrir para ser un artista, aunque a veces se demuestre lo contrario. Alguien que me interesa es Vladimir Nabokov quien parece haber tenido una vida bastante feliz, pese a que su padre fue asesinado y fue bastante pobre, aunque vino de una familia rusa aristocrática. No veo signos de que él haya sufrido. El título La Crucifixión Rosa es interesante. Porque remite a que será crucificado, pero al mismo tiempo usa el color rosado. Pero está bien, él lo acepta, entonces algo bueno sale de ello. Porque [Miller] vivió momentos difíciles, no fue como un dios. Y a pesar de que en algunas ocasiones mencionó el suicidio, aceptó el sufrimiento. Lo sobrellevó”.

La censura

-Su trabajo fue censurado por un largo periodo en Estados Unidos. ¿Qué ocurrió para que su literatura fuese considerada arte?

“Sus libros primero fueron publicados en Europa y décadas después llegó a Estados Unidos. Y eso ha pasado varias veces con otros autores, como Nabokov o incluso Poe. Miller no ha sido aceptado dentro del canon de la literatura americana. Lo gracioso entre los autores que son aceptados y cuáles no, creo que no se basa en la calidad, sino en la moda. Sin embargo, en Europa es aceptado al igual que Charles Bukowski, quien es admirado en Alemania, Francia, Italia y España. En este sentido, los europeos demuestran ser más abiertos a la literatura norteamericana, porque por ejemplo Charles Baudelaire fue un gran admirador de Poe y él lo tradujo para llevarlo a Europa”.

-El estilo del Miller combina recuerdos y profundas reflexiones filosóficas. ¿Se podría decir que desafía entrar en una categoría literaria?

“Sí, eso es correcto. No son realmente novelas. Las llamó autobiografías, pero son estas mezclas raras finalmente. No usó una técnica prolija como F. Scott Fitzgerald o Ernest Hemingway. Miller también escribió ensayos que no son perfectos, y en ese aspecto se puede decir que fue un escritor más bien filosófico o espiritual”.

-Miller es uno de los autores más prominentes de la literatura contemporánea estadounidense, pero en La crucifixión rosa (1965) vemos como luchó por convertirse en un escritor. Se tardó más de 10 años en publicar la trilogía que reúne sus amoríos, ideas, amistades y encuentros. ¿Cómo cree que se encaminó hacia la literatura?

“Desde el comienzo habló lo dificil que fue escribir para él. No le vino de una forma natural. Fue una pelea. Esto llega hasta una pregunta muy difícil que es ‘qué es el ser’ y ‘qué es la identidad’. Él creció en un lugar duro de Nueva York con una madre dura. Fue una niñez brutal. Entró a la universidad, pero falló. Su matrimonio no fue un éxito. Entonces en varios aspectos fue un fracaso. Estaba perdido. Creo que más bien estaba nadando, tratando de encontrar algo mediante la literatura”.