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¿Cómo el nacimiento de iTunes Store cambió para siempre la industria musical?

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WatchDogs
POR Santiago Parro |

La plataforma de Apple debutó el 28 de abril de 2003 y revolucionó la venta de canciones y la portabilidad del consumo. Hoy el streaming en la plataforma dominante, pero el negocio musical dejó de hace mucho tiempo solo auditivo y mutó al de la experiencia multisensorial, con los conciertos como eje estructurante.

La irrupción de las plataformas digitales marcó un cambio estructural en varias industrias y, en las vinculadas con contenidos y entretenimiento, definió un nuevo modelo de negocios, que obligó a sus jugadores a adaptarse o desaparecer.

La industria musical es un ejemplo perfecto. Hasta la década del ’90, el principal soporte eran los formatos físicos -como discos de acetato, cassettes o discos compactos-, pero a partir del decenio posterior comenzó la emigración hacia lo digital.

Un hito fundamental en este cambio de paradigma ocurrió hace exactamente 20 años, con el surgimiento de iTunes, que permitió la comercialización legal y el guardado de canciones en formatos digitales.

Por esta razón, nuestro Contestadog, de Watchdog Pauta, salió a investigar mientras escuchaba a Taylor Swift, su cantante favorita, para responder cómo el nacimiento de iTunes cambió para siempre la industria musical.

¿Cómo el nacimiento de iTunes Store cambió para siempre la industria musical?

El 28 de abril de 2003, Apple abrió las puertas digitales de iTunes Music Store, la primera tienda de música online en todo el mundo en que los usuarios podían comprar música sin la necesidad de suscribirse. En un principio se trataba de una oferta de 200 mil canciones que eran vendidas a 99 centavos de dólar cada una.

Desde sus inicios iTunes fue un éxito. En su primera semana alcanzó un millón de descargas, y en palabras del CEO de Apple, Steve Jobs, lograron crear la primera solución completa para la era digital de la música: todo en un mismo lugar y con un servicio muy rápido.

Para el crítico musical de La Tercera, Marcelo Contreras, esa inmediatez fue clave, ya que eso no se obtenía hasta fines del siglo XX. “Ese fue uno de los mayores beneficios, sobre todo para los usuarios, pero no tanto para los artistas, porque la ganancia es más residual a lo que antiguamente podían obtener a través de copias físicas”, comenta.

Hacia fines de 2003, iTunes ya alcanzaba los 25 millones de descargas. Y una década después la cifra se había incrementado por mil: 25 mil millones de descargas, lo que consolidó a Apple como uno de los proveedores líderes de la industria musical… sin producir música.

Un aspecto fundamental en la estrategia de creación de valor de Apple con iTunes era la comercialización de sus iPod, aparatos digitales en los que se podía almacenar y reproducir las descargas. En un primer momento, los usuarios podían almacenar hasta mil canciones y también era posible sincronizar toda la biblioteca musical de iTunes automáticamente, sin ningún trámite.

Experiencia global

La dupla iPod-iTunes alcanzó gran popularidad, ya que le permitía a los usuarios tener una experiencia más sencilla e integrada que el resto de los competidores en ese momento, junto a la posibilidad de poder llevar la música a cualquier parte por primera vez en un objeto que era pequeño, ligero y de bonito diseño.

Así, surgía una gran novedad, ya que hasta ese momento la opción para consumir música al aire libre era a través de los personal stereo (con cassettes), discman (con discos compactos) o con reproductores con descargas ilegales (desde Napster o páginas similares).

El crítico de música y creador de la revista Extravaganza!, Fernando Mujica, destaca que la portabilidad de la biblioteca musical fue decisiva en el auge de estas plataformas digitales. “Pasamos a tener esta discografía en el bolsillo, no en un computador estacionario ni un laptop”, dice. Además, los espacios de caminatas o deporte se consolidaron como momentos de consumo, lo que antes no ocurría.

El presidente de la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes, Rodrigo Osorio, coincide en que uno de los principales efectos de la irrupción de estas nuevas plataformas fue facilitar el acceso de las audiencias a la música. “Haber democratizado en parte la difusión, permitiendo que más artistas accedan a vías para llegar al público; y también haber alterado los patrones de recaudación de la industria, obligando a reorientar los esfuerzos de monetización, en algunos casos, o a asumir la publicación de música como un medio para reforzar otros fines, como puede ser una agenda de presentaciones en vivo”, comenta.

Hasta la segunda mitad de la década de 2000, la digitalización en las reproducciones y descargas habían cambiado la forma de consumo y compra de las canciones. Pero la disrupción sería mucho más grande en los años venideros, incluyendo la forma misma de monetizar de los artistas.

Algo de eso comenzó a pasar a partir de 2007, cuando muchos cantantes buscaron algunas plataformas donde no fuese necesario comprar la música. De esta forma, MySpace y SoundCloud ofrecían la posibilidad a los artistas de tener una difusión gratuita sin necesidad de distribuidores externos, lo que corresponde al primer paso de escuchar música por streaming: simplemente buscar una canción y escucharla.

El gerente general de la Asociación Gremial de Empresas Productoras de Entretenimiento y Cultura, Jorge Ramírez, sostiene que la irrupción de las nuevas tecnologías modificó por completo toda la cadena del negocio musical. “Esto es en gran parte gracias a la creación de empresas de tecnología que lograron integrar las herramientas tecnológicas del momento a los procesos productivos en la creación, distribución, exhibición y consumo de contenido musical”, añade.

Nace Spotify

Lanzado en 2008, Spotify alcanzó popularidad rápidamente por la revolución que representaba: ya no era necesario comprar una canción o un disco en específico, sino que bastaba con una suscripción mensual para acceder a toda la música disponible en su plataforma. Desde un primer momento, Spotify ofreció dos servicios: uno básico y gratuito con ciertas limitaciones y publicidad entre canciones, y uno premium, que permite escuchar sin interrupciones y otorga la posibilidad de descargar música para escuchar sin conexión, lo que es útil en viajes y lugares donde no se tiene Internet.

El marketing director de Sony Music Entertainment, Claudio Alveal, comenta que con estas nuevas plataformas se ha generado una democratización del consumo de música, ya que se pasó de un formato más caro, como eran los CD, a un modelo de accesibilidad que permite tener acceso a un catálogo de contenido.

“Por el lado de los artistas, les abre una puerta a un mercado enorme de posibilidades, de personas y de nuevos oyentes que en el mundo físico no hubieran tenido acceso. Es una accesibilidad de ambas partes, del artista para promover su música y del consumidor para conocer nuevos tipos de música”, agrega.

En este modelo, los artistas obtienen el pago por derechos de autor de acuerdo con la proporción que tienen las reproducciones de sus canciones sobre el total del mercado, lo que recibe el nombre de streamshare. Pero también, estos varían según los acuerdos que tengan con el sello al que pertenezcan y quienes distribuyan su música.

Osorio agrega que uno de los desafíos de esta nueva industria digital es cómo hacer que su implementación sea virtuosa y se respeten los derechos de los creadores, para que así se transformen en aliados.

“Creo que ese proceso lo estamos viviendo con las plataformas de streaming, con las que se ha avanzado en su regulación, en sancionar a quienes infringen las leyes, en el respeto a los artistas y sus derechos, en aprovechar sus ventajas y oportunidades, para que finalmente se transformen en un agente importante para la industria”, añade.

De acuerdo con sus cifras oficiales al último trimestre de 2022, Spotify tiene actualmente un catálogo de 100 millones de canciones, está disponible en 187 países, y en diciembre de 2022 contaba con 489 millones de usuarios activos en el mundo, de los cuales 205 millones son personas que pagan alguna de las opciones de suscripción que la plataforma tiene disponible. Uno de los puntos virtuosos en cuanto a la promoción de cantantes es la función “Descubrimiento Semanal”, que crea una playlist de dos horas basada en los gustos que tiene cada usuario, incluyendo muchas veces solistas o grupos que armonizan con la música de interés del cliente, pero que no necesariamente son conocidos por este.

Según el Global Music Report de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), las ganancias totales de la industria musical por comercialización de canciones llegaron en 2022 a los 26.200 billones de dólares, lo que representa un aumento de 9% respecto del año anterior.

El streaming representa el 67% de esa cifra (17.500 millones), mientras que los formatos físicos, como vinilos o discos compactos, llegan al 18% (4.600 millones). Estados Unidos es el principal mercado del mundo y el con mayor crecimiento, seguido por Japón.

Con la consolidación del streaming como plataforma dominante han surgido también nuevos actores. Uno de ellos es Apple Music, que comenzó a operar en 2015 y que hoy cuenta con un catálogo de 100 millones de canciones, está presente en 167 países y registra 95 millones de suscriptores a nivel mundial.

¿Y a nivel de artistas y discos? De acuerdo con el mismo Global Music Report, Taylor Swift lideró con su álbum “Midnights” (4,6 millones de copias), seguido de Bad Bunny, con su disco “Un verano sin ti” (4 millones de copias). En cuanto a las canciones, las que tuvieron más reproducciones fueron “As It Was” de Harry Styles, “Enemy” de Imagine Dragons y “Heat Waves” de Glass Animals.

En América Latina, el streaming representa el 85,2% del mercado. Y en cuanto a Chile, los registros de la Sociedad Chilena de Derechos de Autor revelan que el streaming equivale al 95% de las ventas anuales.

De la música a la experiencia del cliente

Por otro lado, se ha visto que el streaming ha contribuido a cambiar cómo se percibe y comercializa la industria musical, pasando de un estadio anterior que era principalmente auditivo a otra que abarca una experiencia más inmersiva del cliente, lo que se logra principalmente en los eventos en vivo.

Mujica menciona que este cambio se da principalmente porque las personas ya no gastan en tener que conocer la música de un artista en formato físico, por lo que se ahorra mucho dinero que se puede gastar en un concierto.

“Antes era necesario comprar un disco o vinilo para conocer a un artista y saber si te gustaba. Ahora un amigo te puede recomendar una banda, la escuchas en el momento y, si te gusta, te compras un ticket. Ya no tienes que gastar en un cassette, CD o vinilo para descubrirlo. Ahora quienes compran los formatos físicos son en su mayoría coleccionistas”, agrega.

Ramírez agrega que el consumo de plataformas incrementa el deseo de lo presencial. “Las cifras de asistencia hoy en día son mejores que antes de las plataformas. La experiencia del ‘en vivo’ es inigualable e insuperable en términos de experiencia y como bastión económico”, asevera.