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Las tradiciones con que se celebra la Semana Santa “a la chilena”

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PAUTA
POR Andres Sepúlveda |

Las costumbres globales del cristianismo -como la prohibición de comer carnes rojas o la asistencia al vía crucis- se mezclan con usos propiamente nacionales o latinoamericanos. Entre estos destacan la quema de Judas, muy característico de Valparaíso, y la exhibición en la TV de abierta de la miniserie Jesús de Nazareth, que ya suma 41 años ininterrumpidos de transmisión los viernes santo.

La Semana Santa es un conjunto de celebraciones religiosas que se realizan entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección y que coinciden con la última semana de Cuaresma. Es una festividad donde se conmemoran los últimos días de vida de Jesús, desde que se celebra su entrada triunfal a Jerusalén, pasando por la última cena y la crucifixión, para terminar con su resurrección.

En este sentido, es común que en todo el mundo se lleven a cabo celebraciones donde se agregan ciertas costumbres locales, por lo que nuestro Perro de Caza, de Watchdog Pauta, salió a investigar para responder cómo es la Semana Santa a la chilena.

Un buen primer punto de partida es la importancia que tiene esta fecha para el cristianismo, que es la religión predominante en nuestro país. El sacerdote y capellán de la Universidad de los Andes, Sebastián Urruticoechea, comenta que para los cristianos la Semana Santa es un hecho central de su fe. “Lo último de la Semana Santa es la resurrección, nuestra fe en Cristo que es el Mesías, que es el Dios hecho hombre, se apoya en ese hecho como un hito fundamental. Desde ahí se ilumina toda nuestra fe, porque si él resucitó significa que todo lo que dijo era verdad y, por lo tanto, es una muestra clara de que es Dios”, explica el religioso.

“Tiene una importancia capital porque a consecuencia del pecado necesitábamos ser salvados por Dios, por lo que con el sacrificio de Cristo en la cruz fuimos redimidos”, agrega.

No comer carnes rojas

La importancia de esta fecha para la fe cristiana tiene un correlato lógico en las tradiciones y costumbres de la propia cristiandad. Una de las más conocidas es la restricción alimentaria que impide comer carnes rojas, debido a que este es un período de reflexión y abstinencia que los católicos practican para conmemorar la muerte de Jesucristo. Esta práctica viene desde la antigüedad, ya que la carne era considerada un producto de lujo, por lo que los creyentes simbolizan la sobriedad y la templanza evitando su consumo.

Se cree que esto no tiene origen bíblico, sino que viene desde las denominaciones más antiguas del cristianismo, como son los católicos y los ortodoxos.

Los líderes de la Iglesia Católica recomiendan que se realice todos los viernes de cuaresma, así como también los días de Semana Santa, con un especial énfasis en el jueves y viernes Santo.

En los países latinos -y con especial fuerza en España y Sudamérica- se ha producido un giro muy particular. La prohibición de ingesta de carne roja se ha sustituido popularmente por el consumo de productos del mar, que aumentan su consumo en estas fechas.

El historiador y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Cristóbal García Huidobro, plantea que la ausencia del consumo de carne roja se vincula fuertemente con el concepto de carestía en general y de penitencia en particular, pero desde el medioevo comenzó a mutar hacia el consumo de pescado. “No hay una norma específica en la tradición bíblica, sino que viene desde el ámbito de lo tradicional”, añade, enfatizando la fuerza del uso y costumbre en estas tradiciones.

Otra dimensión clásica de la Semana Santa es la representación del Vía Crucis, expresión que en latín significa “camino de la cruz”: a través de ella se recuerda el camino de Jesús desde el Monte de los Olivos hasta el Gólgota, lugar donde fue crucificado y donde se termina con su vida terrenal para luego resucitar al cabo de tres días y ascender al cielo.

Esta tradición se remonta a la Baja Edad Media y comienza en Jerusalén, propagándose luego hacia España, donde se masifica con la ayuda de los franciscanos y dominicos. En un principio se dispusieron catorce estaciones, que no tuvieron cambios hasta muy entrado el siglo XX, cuando el Papa de ese entonces, Juan Pablo II -hoy santo de la Iglesia Católica-, dispuso una decimoquinta estación: la de la Resurrección de Cristo.

La tradición ha llevado a que cada año millones de fieles en todo el mundo se congreguen para recitar ciertas oraciones específicas en cada estación, meditando también acerca de los que significa cada una de ellas, con el propósito de contemplar a Jesús en señal de agradecimiento por salvar a la humanidad del pecado. De ahí viene la alegoría de que Cristo carga con una cruz y que, con ella, carga los pecados de la humanidad para redimirla.

En el caso chileno, se levantan pequeños monumentos en cada estación para poder realizar la procesión y también se llevan a cabo escenificaciones de las estaciones, donde las personas se caracterizan y actúan. El doctor en Historia de la Universidad de París y académico de la Universidad de los Andes, Francisco Javier González, afirma que esto corresponde a una tradición moderna que antes no se conocía. “En los cerros de Valparaíso y otras zonas comenzó a realizarse un vía crucis en vivo, pero si uno lo ve desde el punto de vista histórico antes no existía, sino que es algo chileno de estos tiempos”, enfatiza. 

La quema del Judas

Otra costumbre popular en Chile, especialmente de la región de Valparaíso, es la quema de Judas, fiesta en la que se busca vengar al traidor más conocido de la historia de la humanidad de forma simbólica. Esta celebración llegó al puerto por la herencia de los inmigrantes españoles, quienes la comenzaron a realizar en el cerro Barón, uno de los más influyentes en la historia porteña: su iglesia de San Francisco es la que motejó históricamente a Valparaíso como “Pancho”.

En esta celebración se pone a disposición un muñeco grande, del tamaño de un hombre, relleno de paja y monedas, con ropa recolectada entre los vecinos para luego ser quemado. Los niños tienen una importante participación, ya que son quienes recorren las calles pidiendo monedas para luego esconderlas en el muñeco antes de prenderle fuego en la madrugada del domingo de resurrección.

La quema de Judas se realiza también en otros lugares de América Latina, como México, Venezuela, Paraguay y Perú. González menciona que, en el caso chileno, además de la quema se realiza un discurso, donde las personas juzgan a Judas y le gritan, mientras que un integrante del público actúa como defensor. “Esa tradición ha tenido muchos cambios. Hoy día los niños pasan pidiendo monedas, lo que no tiene mucha relación con lo que era inicialmente. Eso sí, siempre ha sido una cosa festiva, de celebrar que hemos llegado y que esto se acabó porque Jesucristo resucitó”, comenta.

En Valparaíso esta costumbre tuvo su apogeo hacia 1900 y su popularidad se mantuvo muy arriba hasta las décadas de 1950 y 1960. Sin embargo, el dato más antiguo que se tiene de sus inicios es una nota del diario El Mercurio del 14 de abril de 1846. Asimismo, también se observa en otras zonas de Chile, como Iquique o Alto Jahuel.

El clásico de la TV en Semana Santa

Más que una tradición, es un clásico de esta fecha: todos los años, de manera ininterrumpida desde 1982, TVN transmite en Semana Santa la miniserie “Jesús de Nazareth”, que narra la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

El filme de 382 minutos -dirigido por el italiano Franco Zefirelli y protagonizado por el actor Robert Powell- nace a petición del Papa Pablo VI, quien luego de ver una película sobre la vida de Moisés encarga una inspirada en el “Hijo de Dios”.

El director de programación de TVN, Roberto Cisternas, comenta que este año se transmitirá el viernes santo como contenido estelar, en medio de una transmisión de 24 horas con programación especial para la fecha. “La película mantiene un alto rating y lidera en audiencia. Cualquier persona que ha vivido la Semana Santa en Chile sabe que uno de los ritos es ver Jesús de Nazareth en TVN.  El éxito se debe a que es una muy buena historia y a que todavía queda algo de las tradiciones nacionales, por lo que veremos si este año mantiene su rating después de la época de pandemia”, agrega.

En cuanto al éxito de la cinta en el país, el guionista, productor y vicepresidente senior de desarrollo de ViX, Vincenzo Gratteri, afirma que se debe a que Chile es un país con una fuerte tradición cristiana, por lo que la cinta tiene un gran público cautivo de entrada y no necesita de marketing; pero también, a que transmite un mensaje muy poderoso para la sociedad: el perdón. “Chile es un país que aún no ha sanado sus heridas históricas y Jesús de Nazareth, aunque de forma indirecta, lanza un mensaje de búsqueda de justicia y reconciliación”, añade.

La realización de la historia no estuvo exenta de particularidades. Al momento del rodaje existieron varios intentos de supervisión de la Iglesia Católica, y también presiones al actor principal para que fuera una persona “a la altura” de su personaje. Sumado a esto, Powell debió cumplir con varias exigencias en el proceso, tales como no pestañear en ninguna escena con excepción de la crucifixión. Una vez ya estrenada, tuvo que pasar muchos años sin usar barba ni cabello largo, ya que era fácilmente reconocido en las calles por fans que le pedían autógrafos y lo confundían con el mismo Jesús.

Gratteri menciona que en cuanto a las características especiales del filme, se encuentra que tiene una altísima calidad técnica, con grandes actuaciones vestuario y música, lo que le permite resistir al paso del tiempo y ser un clásico del cine. “Es una película para toda la familia, no tiene escenas demasiado violentas, como La Pasión de Cristo de Mel Gibson, y al cubrir la vida entera de Jesús, es perfecta para Semana Santa, es casi un retiro espiritual”, enfatiza.