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Populismo, identidad y China: el debate de Blumel y Tohá con Fukuyama

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@CamaraCChC
POR Maria Catalina |

Según el ministro Segpres, la corrupción es la principal semilla de populistas. La exalcaldesa aseguró que se debe combatir ambos problemas independiente del signo político.

En el marco de la semana de la Construcción 2019, que organiza la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), se realizó el seminario “¿En qué mundo vivimos? Diálogos para enfrentar el futuro”, que tuvo como principal expositor al destacado politólogo estadounidense Francis Fukuyama. La instancia dio pie para que panelistas como el ministro de la Segpres, Gonzalo Blumel; la exalcaldesa de Santiago Carolina Tohá (PPD) y el académico de la Universidad de los Andes Daniel Mansuy debatieran sobre populismo, identidad y China.

La visita de Fukuyama, como él mismo reconoció, se vincula con la atención que ha captado Chile al ser un “ejemplo” de una democracia robusta dentro de América Latina, concretando una efectiva transición en las últimas tres décadas. Por lo mismo, estuvo en el décimo encuentro de “Diálogos en La Moneda”, invitado por el Presidente Sebastián Piñera.

El estado de la democracia chilena es un punto que destaca el autor del El fin de la historia y el último hombre, pues en sus estudios ha observado lo que el politólogo Larry Diamond ha denominado una “recesión democrática“. En esos casos, los Estados han debido enfrentar los “ataques de la corrupción” y elementos que han ido minando los estándares alcanzados, como el surgimiento de movimientos que buscan romper las restricciones o los partidos contrarios a los inmigrantes.

Aquello, según expuso Fukuyama, ha dado pie al nacimiento de nuevos modelos de populismo. Ejemplos claros serían el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o su par de Brasil, Jair Bolsonaro. Son líderes “carismáticos”, y aunque el populismo que encarnan no son necesariamente malos en sí mismos -como también lo dijo en entrevista con PAUTA-, al poner sus aspiraciones por sobre la agenda país amenazan con convertirse en gobiernos antiinstituciones, “minando la democracia liberal”.

Al analizar estos modelos, específicamente el brasileño, el ministro Blumel argumentó que el gran apoyo que obtuvo Bolsonaro -quien se impuso en la elección de octubre pasado con más del 55% de los votos, y a quien Fukuyama cataloga como un populista de derecha- responde a los altos niveles de corrupción que había en ese país. “La corrupción estaba muy institucionalizada y ese es un sentimiento que es muy legítimo, y eso es lo que el populismo aprovecha. Aprovecha causas que son atendibles, para debilitar instituciones democráticas”, dijo el titular de la Segpres.

Ante ese escenario, detalló Blumel, se deben fortalecer las instituciones, ya que en la medida de que estas sean sólidas y el progreso se distribuya equitativamente, se tendrá la posibilidad de que el populismo esté acotado o relativamente atajado. “La corrupción es la principal semilla para que se engendre populismo, y Chile, naturalmente, no está libre de eso […] Si uno mira lo que ha pasado los últimos cinco años hemos tenido un retroceso de la probidad”, agregó.

Respecto de los niveles de corrupción en Chile, Daniel Mansuy expresó que, más allá de las dificultades que se pueda tener en términos generales, sí ha habido gobiernos robustos, a diferencia de lo que ha ocurrido en gran parte de América Latina. Eso sí, reconoció que en la región “hay una dificultad objetiva, en el hecho de intentar instaurar y consolidar Estados de Derecho […] Los Estados en América Latina son, en algún sentido, estados fallidos”. 

Sobre este aspecto, y considerando que gran parte de la izquierda chilena en su minuto apoyó al expresidente Lula da Silva –condenado a 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero-, Carolina Tohá destacó que si realmente se asume la tarea de evitar el populismo, lo primero que debe hacerse es aclarar con más precisión qué es populismo.

“No cada vez que hay un político carismático hay un populismo. Depende de cómo ocupe ese carisma”, dijo. Y agregó: “Vamos a ser efectivos en combatir el populismo, la corrupción y a los sectores que no respetan los derechos humanos, el día que estemos dispuestos a criticarlos y confrontarlos cuando son de nuestro propio sector”.

La exdiputada, exministra y exalcaldesa de Santiago manifestó que aquello, tanto en la derecha como en la izquierda, es algo que no han hecho correctamente. “En nuestro sector, creo que ha hecho un daño tremendo, que una parte de la izquierda haya mantenido apoyo a [Nicolás] Maduro, originalmente de Hugo Chávez. Ha habido una parte que fue crítica, lamentablemente no con toda la fuerza necesaria. No vi lo mismo cuando vino Bolsonaro. Cuando vino todos se sacaban selfies con él, los del sector del Gobierno”, detalló.

“Si queremos hablar en serio, tenemos que ser duros con los nuestros. En primer lugar, con los que nos son más cercanos. De lo contrario es un discurso más, que se ocupa de manera oportunista y que ayuda a deteriorar las instituciones y la democracia, y a volver las palabras de política vacías en contenido. Hace que la gente al final no crea cuando ve ese tipo de doble estándar para medir las cosas”, concluyó la exministra de Michelle Bachelet, tras lo cual recibió un aplauso espontáneo del público.

Dado que en Chile tuvieron espacio gobiernos populistas, Mansuy manifestó que “hoy hay dos proyectos políticos que tienen rasgos evidentemente populistas. Uno es el Frente Amplio y el otro es José Antonio Kast, por el otro lado. Esto, en medio de una nebulosa más bien carente de liderazgos claros. Pero yo creo que la pregunta que tenemos que hacernos quienes valoramos la democracia es si los populismos son un problema interno de la democracia o un problema que viene desde fuera”. 

“Tiendo a pensar que la síntesis de democracia liberal, que se pensó que era el fin de la historia, tiene tensiones internas que son muy complicadas”, reflexionó. 

¿La era de los populismos nacionalistas? 

Junto con los índices de corrupción que se pueden presentar en países donde se instalan administraciones populistas, Francis Fukuyama mencionó otro factor: el impulso de los nacionalismos. Esto es abordado en extenso en su último libro, Identidad, donde profundiza sobre el autorreconocimiento, los peligros del nacionalismo y el populismo nacionalista.

Como expuso durante la jornada del miércoles 8 de mayo, estos populismos nacionalistas pueden ser medidos en tres ejes: económico, político y cultura. El primero da cuenta de que los beneficios de la globalización no han llegado a todos los ciudadanos, tanto en términos de empleo como de educación, dado que en las grades ciudades se siguen concentrando la mayoría de los servicios.

El segundo se refiere a que hay una sensación de que la democracia “es muy lenta”, que las decisiones en el Congreso tardan mucho y que a menudo en las discusiones no “deliberan sobre lo que afecta realmente a la gente”. Esto genera descontento y avance de nuevos modelos.

En lo cultural, que califica como el más relevante para estos efectos, habla sobre el rechazo que genera la inmigración, dado que lo identitario de cada país se va diluyendo. “Hay grupos que ven que su país se está llenando de personas que tienen otras costumbres y eso les genera una amenaza”, comentó el académico.

Estos elementos generan una corriente que denominó como “política de la dignidad”, donde las personas identifican que tienen “un valor intrínseco y, si no se nos reconoce, nos ofuscamos”.

Dado que Fukuyama manifestó que la izquierda ha destacado “peculiares tipos de identidad” -pues en lugar de construir solidaridad alrededor de grandes colectividades, se ha enfocado en grupos cada vez más pequeños-, Tohá expuso que a la izquierda no le ha ido mal por acoger las demandas de grupos minoritarios, sino porque “se ha encontrado sin respuesta para los grandes problemas de la sociedad”.

“Las agendas de la identidad eran necesarias […] El problema es que no pueden hacer eso y no tener una respuesta para un modelo de desarrollo, no tener una respuesta para servicios públicos de calidad o una respuesta para los enormes problemas de desigualdad. El problema está en la falta de la segunda respuesta, no en la aparición de la primera, eso era una deuda”, complementó Tohá.

Respecto de los aumentos de la migración, Blumel sostuvo que los problemas que se ven en torno a esta materia son una respuesta a que por mucho tiempo “se miró para el lado”.

“El profesor Fukuyama mencionaba que hay países donde los habitantes no nacidos dentro de ese territorio llegan al 30% y eso es un cambio muy profundo en la cultura, por eso yo creo que es un tema muy legítimo para intentar ordenarlo, evitando los populismos”, señaló.

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La hegemonía china

Otro de los aspectos centrales de la intervención de Francis Fukuyama fue lo referente a la inversión en infraestructura que realiza China en el mundo, la cual asciende al 75% de la torta global, obteniendo gran ventaja sobre Estados Unidos. Considerando aquello, manifestó que es bastante esperable que en los próximos 20 años, dado el desarrollo económico que han alcanzado, China sobrepase a Estados Unidos, situándose como la gran potencia mundial

De hecho, es tal la inversión que realizan, que hay lugares donde ni siquiera se explica que estén invirtiendo. Lo hacen, como planteó el politólogo, solo para ganar la carrera política. Si bien se enfrentan a desafíos cuando hay democracias fortalecidas, donde las sociedades tienen reparos ligados a los pueblos originarios o ambientales, logran sortearlos. Esto sucede, incluso, donde hay sociedades corruptas, ya que, según Fukuyama, también están dispuestos a pagar por eso.

Sin duda hay territorios que se han resistido o países que sienten que se han convertido en una colonia china y tienden a desligarse. Además, otro punto que genera rechazo es que hay sectores donde China no está transfiriendo tecnología y aportando en la creación de empleo, pues tal es su volumen, que están llevando sus propios trabajadores.

Por eso, en el corto plazo el modelo de inversión que tienen se ve como algo positivo, pero a la larga podría traer consecuencias poco favorables. Esto se ve agravado cuando se analiza que tienen grandes contradicciones, pues tienden a subestimar las externalidades negativas, como las alteraciones ambientales y que también llegan a contaminar los alimentos.

La incursión de China en el mundo ha sido un tema obligado en territorio nacional, y tras la visita del secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo -quien dijo que “cuando China hace negocios en América Latina inyecta capital corrosivo en el flujo sanguíneo de la economía”-, el debate se incrementó, sobre todo porque se dio en la antesala del viaje del Presidente Piñera a ese país.

Consultado sobre esto, Blumel dijo que nunca hay de perder de vista lo central: la autonomía de Chile y lo que considera correcto para su economía. “En materia de política exterior, hay que actuar sobre la base de principios universales, como el respeto al Estado de Derecho, los valores democráticos y la defensa de los derechos humanos. Esa debiese ser la guía permanente y Chile tiene que actuar con plena autonomía en función de esos principios”, puntualizó.

En el mismo contexto, Tohá sostuvo que si el poder de China se transforma en un poder hegemónico sin contrapeso, “hay que tenerle temor […]. China es un país de tales dimensiones, que, sin duda, para cualquier país, dejarnos llevar con cualquier canto de sirena, por cierto es una amenaza gigantesca”, concluyó.