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Ni capitalismo salvaje ni castrochavismo: la disputa ideológica que votó Colombia

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Miguel Olaya, CC BY-SA 2.0
POR jorge Román |

Las elecciones presidenciales colombianas estuvieron marcadas por la confrontación de dos visiones sociales y un ambiente de paz inédito en 30 años. Ahora viene la segunda vuelta.

La Colombia que celebró la primera vuelta de sus eleccionas presidenciales el domingo 27 de mayo no es la misma de hace dos años, cuando se firmó el acuerdo de paz con las FARC.

2017 fue el año con la tasa de homicidios más baja en 30 años, se entregaron 9 mil armas y 180 de 673 municipios están libres de minas antipersonales (no hay que olvidar que un 40% de las víctimas de estas minas son civiles). Sin embargo, el acuerdo no ha avanzado según lo previsto: tanto el gobierno colombiano como la antigua guerrilla han incumplido parte de lo pactado, mientras aumentan los escándalos de narcotráfico y corrupción (con Odebrecht a la cabeza).

Pese a ello, Colombia tuvo unos comicios que, por primera vez, no estuvieron dominados por el conflicto con las FARC. Eso ha dispersado los temas que le preocupan a la ciudadanía y ha polarizado al país. Si hasta 2015 la seguridad y el orden público era lo que, por lejos, más preocupaba a los 36 millones de colombianos convocados a las urnas, actualmente la corrupción ocupa el primer lugar, aunque la economía también ha entrado a la disputa.

El país se divide en un debate donde entra el mantener o cambiar el acuerdo de paz con las FARC, economía de mercado o estado benefactor, extractivismo o desarrollo alternativo, entre otros polos en disputa. Por si esto no bastara, los candidatos que pasaron a segunda vuelta también representan opciones radicalmente distintas: Iván Duque (del partido Centro Democrático) es de derecha, propone reactivar la economía reduciendo impuestos y aumentando los salarios mientras fortalece la lucha contra el narcotráfico y la corrupción; Gustavo Petro (del movimiento Colombia Humana), en cambio, es de izquierda y apuesta por ser el primer presidente de esa tendencia en un país tradicionalmente conservador. Petro busca impulsar un modelo económico inclusivo y sustentable (alejándose de la dependencia de los combustibles fósiles), combatir la desigualdad social con un sistema de banca pública que garantice créditos a bajos costos a pequeños y medianos empresarios, además de acceso gratuito y universal a la educación superior.

Iván Duque (quien lideró cómodamente la primera vuelta con el 39% de las preferencias) es considerado el aprendiz del expresidente Álvaro Uribe. Su experiencia en el área política partió como senador, y fue premiado por sus pares en el Congreso como el mejor senador de Colombia por dos años consecutivos. Gustavo Petro (que obtuvo el 25% de los votos), en cambio, fue guerrillero en su juventud y estuvo dos años en la cárcel. No obstante, ha ocupado numerosos cargos políticos: ha sido diputado y senador desde la década de 1990 hasta 2010, participó en las presidenciales de 2010 (donde obtuvo el cuarto lugar) y alcalde de Bogotá entre 2012 y 2015.

Ser el candidato de Uribe juega en favor de Duque: Álvaro Uribe sigue siendo uno de los políticos más influyentes de la política colombiana (esto a pesar de las sospechas que lo vinculan al narcotráfico). Es posible que si Duque triunfa en el batolaje sea gracias a la influencia del expresidente y actual senador.

Petro, en cambio, se define como un candidato popular: apela a la desigualdad social y al descontento con la política tradicional. Es precisamente su identificación con la izquierda lo que le ha significado lidiar con acusaciones de “castrochavista” y de querer convertir Colombia en una nueva Venezuela.

No obstante, la politóloga María Fernanda González, citada por BBC Mundo, opina que Petro “no va a implantar el Socialismo del Siglo XXI” y que “sabe que Venezuela no puede ser su referente”. Por su parte, Duque tampoco propone imponer un “capitalismo salvaje”.

Quien estuvo a punto de pasar a segunda vuelta y sorprendió con más de un 23% de los votos fue Sergio Fajardo. Matemático y profesor universitario, Fajardo se define como un político de centro que se había propuesto luchar contra la corrupción, mantener el acuerdo de paz y darle prioridad a la educación. Fue elegido alcalde de Medellín en 2003 y gobernador de Antioquía en 2011.

Aunque está la duda de a quién irán los votos de Fajardo en el balotaje del 17 de junio, la ventaja de 15 puntos de Duque se ve difícil de alcanzar.

Lo que queda claro es que, sin las FARC como tema dominante, la política colombiana está entrando en una nueva fase.