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Yoseph Haddad, activista árabe: “Fui comandante y oficiales judíos me tenían que obedecer”

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POR Fernanda Valiente |

En el marco de la semana la semana “Contra El Apartheid Israelí”, PAUTA se reunió con un activista árabe cristiano que enfrentó protestas cuando expuso en un campus de la Universidad Católica.

Hijo de un sacerdote cristiano árabe Yoseph Haddad (37) nació en Nazaret, donde se convirtió en director ejecutivo de una empresa de marketing. “Tenía el mejor trabajo de la vida. Trabajaba cinco horas al día, me despertaba tarde y me iba temprano a casa. Y lo más importante, tenía mi propio estacionamiento, porque es imposible estacionar en Tel Aviv. Entonces cuando llamé a mis padres para contarles que decidí renunciar, la primera reacción de mi madre fue ‘¿Vas a regalar tu estacionamiento en Tel Aviv?'”, le cuenta a PAUTA el periodista, activista y conferencista árabe cristiano israelí en un hotel en Providencia.

Dos factores hicieron que quisiera dejar su trabajo en la empresa. “Miré a la sociedad israelí, a los árabes y los judíos, y vi que la separación se estaba agrandando. Sabía que era debido a una falta de diálogo y educación. Entonces no pude soportarlo, porque sé que que la mayoría de los judíos no es racista. Lo que ocurre es que los extremistas se quieren uno al otro, porque se necesitan. Pero esos grupos nos odian, porque la existencia de las voces moderadas les complica su agenda. Lo que intento hacer que las personas del medio que no son parte de los extremos sean más fuertes”, añade.

“El segundo aspecto de por qué decidí hablar de mi país es porque los medios mentían. No hablaban de la realidad de la sociedad árabe, entonces no me pude callar. Me di cuenta de que tenía una voz que podía ser utilizada para los árabes israelíes, y con el tiempo más activistas se unieron. Los árabes están orgullosos de servirle a Israel”, agrega.

Haddad viste ropa negra, y mueve mucho las manos mientras habla y muestra fotos en Facebook de hombres y mujeres árabes israelíes del ejército que señalan que son felizmente parte de Israel y de ayudar al país. “Te muestro esto porque si no lo hago, nadie lo hará”, expresa.

Sin embargo, en su visita a Chile en vista de la conmemoración de la “Semana Contra el Apartheid Israelí” ha tenido reacciones adversas con algunos estudiantes. Un grupo de estudiantes lo interrumpió cuando él daba una charla en la Universidad Católica, por ejemplo. Sin embargo, Haddad sabe que es parte del proceso. “Estoy ahí para aquellos que están dispuestos a escuchar” afirma.

Un tiempo en el ejército

-¿Cómo describiría su experiencia en las Fuerzas de Defensa de Israel y qué aprendió?

“Entré voluntariamente a los 18 años a las Fuerzas de Defensa de Israel, no las Fuerzas de Defensa Judía. Cuando las Fuerzas de Defensa de Israel protegen a su país, protegen a todos los ciudadanos. No se trata de cuidar solo a los judíos y de olvidar al 20% de la población árabe, que corresponde a dos millones. Porque cuando Hamás o Hezbolá nos ataca, sus misiles no discriminan entre árabes y judíos, como lo vimos en la guerra civil libanesa. En la segunda guerra, de hecho 44 israelíes fueron asesinados y la mitad de ellos eran árabes musulmanes”.

“En mayo de 2021 Hamás lanzó cuatro mil 300 cohetes en Israel, y ciudades tanto árabes como judías sufrieron las consecuencias. Hace solo unos días, terroristas entraron a Israel y asesinaron a gente en Tel Aviv. Por eso, cuando decidí entrar a las fuerzas de defensa fue para proteger a mi país. Me quedé dos años y 10 meses. Justo antes de cumplir los tres años fui herido gravemente. Hezbolá encontró mi unidad, y producto de una explosión perdí un pie, pero tras un año de recuperación lo recuperé gracias a la colaboración entre médicos judíos y árabes. En los hospitales ves a familias tanto árabes como judías compartiendo y ayudándose”.

-¿Por qué sigue surgiendo el tema del “apartheid israelí”? ¿En qué medida cree que las redes sociales ayudan a alimentar esta forma de pensar?

“Puedo hablar del reporte de Amnistía Internacional que no solo define Israel como un Estado apartheid, ya que dicen que los árabes no tienen los mismos derechos que los judíos. No vengo a decir que en Israel no hay problemas, que es un país perfecto o que no existe discriminación”.

“Pero es una imagen muy distinta a la que presentan en las redes sociales, como en BBC o CNN. Yo que vivo en Nazaret, la ciudad con la mayor comunidad árabe en Israel, puedo decir que al leer el reporte no es cierto. Además, nos definen como palestinos, pero la mayoría se refiere a sí misma como árabe o árabe israelí. Los palestinos se refieren a nosotros usando tres categorías: árabes 48, árabes de adentro o árabes israelíes”.

“Solo desde este punto de vista el reporte está incorrecto, y encontré más fallas. Por ejemplo, tomaron casos de tribus del sur de Israel para generalizar la situación en todo el país. Tienen razón que en esa zona existe mucha discriminación, pero ahí solo se encuentra el 5% de la población árabe. No estoy a favor de esto y critico a mi país, pero también castigo a mis políticos árabes porque no hicieron algo y se sentaron en la oposición. La verdad es que Israel tampoco los quiere en la coalición, pero hoy tenemos una coalición árabe islámica que consiguió que tres pueblos al este de Israel puedan ser conectados con agua y electricidad. Si caminamos juntos es posible lograrlo”.

Árabes israelíes

“¿Puede un árabe conseguir grandes cosas en Israel? Es una pregunta que me hacen mucho. Y yo les respondo: el director del mayor banco en Israel es un árabe musulmán, desde hace años que existen varios árabes cristianos en la corte suprema, y de hecho juez árabe musulmán envió al primer ministro y al presidente, ambos judíos, a prisión por corrupción. También comparto mi propia experiencia. En el ejército fui comandante y oficiales judíos me tenían que obedecer”.

“¿Podría decir esta frase si viviera en un apartheid? El 50% de la última ronda de nuevos doctores son es árabe, podemos votar y nominarnos. Somos abogados, hombres de negocios, y el líder de nuestro equipo de fútbol es musulmán. Pese a no ser una lengua oficial en Israel, el árabe tiene un estatus especial. Sea en las calles, en los aeropuertos o cuando uno llama por teléfono a la policía o a los bomberos aparece la opción del idioma 24/7. Por eso, cuando me llaman mentiroso cuando les digo que no vivimos en un Estado apartheid, no me quieren confrontar porque no pueden contra los hechos”. 

-¿Cómo podría la gente en Chile estar más informada sobre cómo vive la gente en Israel?

“Creo que todos deberían hacerse las preguntas más básicas. ¿Cuál es el otro lado de la historia? Una de las cosas que digo en mis conferencias es que no me crean. Quiero que escuchen, anoten y luego revisen todo lo que dije. Si encuentran que mentí en algo, pediré disculpas y luego me responsabilizaré. Hoy todos saben investigar, no es necesario tender dos o tres carreras en la universidad. Por eso, antes de juzgar es importante corroborar. Pero si una postura no es correcta, les preguntaré por qué mienten o cuentan solo una parte de la historia”.

“Yo soy un periodista. Trabajo en I24 News, y revelo cómo es vivir en una comunidad árabe, compartiendo historias que no cuentan en los medios tradicionales. Creo que a un activista antiisraelí no le importa el otro lado. En la Universidad Diego Portales un alumno me desmentía, mientras yo le daba hechos. Entonces siguió interrumpiendo y no quería escuchar. Me enfoco en las personas del medio, donde se ubica la mayoría del conflicto. Quienes no son parte de un bando son quienes llamo a leer y buscar los hechos”.

-¿Hay algún libro que recomiende sobre este tema que pueda ayudar a las personas aquí a comprender mejor el conflicto palestino-israelí?

1948 (2008) de Benny Morris, La guerra de los seis días (2003) de Michael Oren, todo de Vladimir Jabotinsky, La paz perdida (2004) de Dennis Ross y Nuestro hombre en Damasco (1969) de Eli Ben-Hanan“.

La democracia y la cultura de la cancelación 

-¿Cuál es su visión sobre la cultura de cancelación aquí en Chile y cómo puede compararla con los campus estadounidenses?

“Hay una cultura de la cancelación en Estados Unidos. Y también existe acá en Chile. Me invitaron y algunos estudiantes me cancelaron mientras hablaba. Solo tengo una cosa que decir. Para pensar en resolver este conflicto, si no estamos dispuesto a dialogar, ¿cómo lo haremos?”.

“Si no estás dispuesto a escuchar un árabe que vive en Israel, cuando la mayoría es judía cualquiera que adopte la cultura de cancelación no solo contribuye al conflicto, sino que también empeora la situación para los judíos y los árabes israelíes. ¿Vine a insultarlos? No, solo vine a hablar. A veces con un poco de emoción, pero si no me escuchas, ¿qué hay en la agenda?”.

“En los últimos 74 años, ¿cómo esta agenda ha ayudado a los palestinos? Para ayudarlos, en primer lugar, hay que dialogar y cortar la cultura de la cancelación. Gente que no ha ido a Israel grita abiertamente, cuando ni siquiera la gente de mi país lo hace, y les hace daño a la gente que vive ahí. Para mí esto es increíble. Comencé todo esto, porque vi los efectos de los medios y de las redes sociales”.

“Hace cuatro años mientras leía los titulares me di cuenta de que no solo no presentaban todos los hechos, sin que también los manipulaban. Es como lo que hizo The Guardian cuando señaló que un policía mató a un palestino, y no se mencionó que esta persona era un terrorista. Solo después se agregó que era un tirador, y se supone que las noticias muestran la verdad. Si no lo hacen pues que se conviertan en comentadores. Empecemos a ser objetivos”.

El problema de las redes sociales 

Como defensor de Israel, ¿Qué cree que sucederá durante los próximos años? ¿Comenzará más gente a escuchar lo que tiene que decir?

“Cuando comencé mi trabajo en las redes sociales hace cuatro años no tenía seguidores. Hoy tengo casi un cuarto de un millón, que que se vinculan con el contenido compartiéndolo y comentándolo. Algunos no están de acuerdo, y eso está bien porque estamos en una democracia. No tengo problemas con tal que no sea terrorismo o ataques violentos”.

“Creo que seguiré creciendo, porque la gente está sedienta de escuchar un lado distinto al que la plantean en las redes sociales cuando te interesa el conflicto palestino-israelí. Porque uno de los mensajes más fuertes que intento difundir es que en Israel no hay solo judíos, sino que un 20% de este estado democrático corresponde a la población árabe”.

“Tenemos que reconocer que vivimos ahí y que somos exitosos, pese a los problemas. De hecho, la población árabe cristiana tiene un mayor porcentaje de carreras universitarias que la población judía. Espero que durante el próximo año pueda seguir mostrando la verdad sobre quiénes somos, sobre la comunidad árabe, palestina, el Cisjordania, Gaza y cómo es vivir en Israel”.

“Mientras hago esto también organizo actividades. Una de las razones por las cuales crece mi número de seguidores en las redes sociales es por el trabajo en terreno. El 27 de abril iremos con un grupo de 25 árabes israelíes de las comunidades cristiana y musulmana a Auschwitz a realizar una ceremonia en árabe en memoria de las víctimas del Holocausto”.

“Al presentar eso, educamos a la gente porque será algo histórico. Queremos difundir un mensaje de paz y creo que incluso cuando los anti-activistas vean que estamos haciendo algo desde la solidaridad les va a mostrar que es posible enviar un mensaje desde la tolerancia y el respeto”.

Un plan educativo

“Si continuamos acortando brechas entre judíos y árabes, mientras nos reunimos con más estadounidenses, chilenos y europeos, entonces podemos compartir esto en las redes sociales. Se le da mucha visibilización a la violencia y el conflicto, que es correcto, pero se trata de una minoría. Así, intentamos difundir noticias de cooperación entre la comunidad”.

-¿Qué nos puede contar de su organización “Together – Vouch for Each Other” y qué proyectos ha realizado para la comunidad árabe?

“Es una de las organizaciones más increíbles que existen. No somos una organización política, sino social. Es una organización árabe israelí que se generó por generaciones árabes jóvenes en Israel, de distintas comunidades. Nuestra misión es acortar la brecha entre los judíos y los árabes israelíes, y de acercar a los árabes a la sociedad israelí. Dentro de Israel intentamos mejorar la relación interna, partiendo en ciudades como Nazaret”.

“Entonces queremos mejorar la educación, disminuir la violencia y la entrada de armas ilegales, y mejorar la vida cotidiana. Al mismo tiempo, somos una sociedad que cree que Israel está siendo representado de forma correcta, entonces viajamos a las universidades de otros países para contarle a la gente de esto. Pese a que no somos una organización política, para afectar a nuestra sociedad debemos cooperar con políticos. Lo único de este tipo de diálogo es que no nos cerramos a un ala política específica, y de hecho nos gusta reunir a grupos con gente de izquierda, derecha y centro”.

“Uno de los puntos en los que estamos trabajando ahora es que el árabe sea un idioma oficial. Creo que todo judío debería hablar árabe, pero lamentablemente hoy no es obligación en los colegios, mientras que el hebreo sí lo es desde los siete años hasta salir de esa etapa, tanto para judíos como árabes israelíes. Hay dos tipos de árabe, y queremos que sea obligatorio el formato coloquial, no el formal escrito, que son bastante distintos. Creo que el lenguaje es un puente entre culturas. Hablo hebreo y árabe perfectamente fluidos, y mi inglés no es malo. Entonces estamos empujando esta moción en el Parlamento”.

“También tenemos un programa educativo para que árabes y judíos aprendan juntos. No es un programa obligatorio, pero estamos creando una nueva comunidad de liderazgo, que se basa en la cooperación. Durante los años ellos crearán un cambio. Y también tenemos un grupo de educación sobre el Holocausto, porque lamentablemente muchos árabes niegan que ocurrió, y otros no saben mucho al respecto. Entonces en Dubái organizamos un evento para educar sobre este acontecimiento y trajimos a un testigo. También hacemos delegaciones en universidades, donde estamos educando a la gente y cambiando su forma de pensar. Estoy orgulloso de esta organización porque estamos creando una mejor sociedad”.

-¿Tienes algún referente de la comunidad cristiana árabe que inspire tu trabajo?

“Mi padre. Mi padre es un líder, y como un sacerdote cristiano tiene su comunidad. Él me inculcó sentir orgullo al ser un árabe cristiano israelí, y esto requiere mucho coraje. Y luego el hecho de mantenerse firme, pese a las voces de extremistas. Hoy soy la mejor prueba. Jamás llamaré a la violencia, incluso si la otra persona lo pide. Él me pasó a mi y a su comunidad la importancia del diálogo”.