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Vivo en Chile y voto por Trump

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PAUTA
POR Fernanda Valiente |

Son estadounidenses que residen en Chile, críticos de los medios tradicionales, valoran la meritocracia, apoyan recortes de impuestos y valoran su gestión ante el Covid-19. En PAUTA cuentan las razones del trumpismo.

“Fue educado y relativamente abierto de mente. Habló con una variedad de personas, en un lugar donde principalmente la tendencia era de un ala muy liberal”, recuerda Vík Murty (48), un ciudadano de ascendencia india de Berkeley, California. Fue hace casi 10 años, cuando fue recibido en un evento de beneficencia para el Instituto de Cáncer Dana-Faber, por Donald Trump.

“El exjefe de mi esposa nos invitó a un evento de corbata negra. Siempre hace un calor horroroso en Florida, húmedo. Entonces la idea de usar un traje hizo que me quejara. Mi esposa me dice ‘pero si iremos a la casa de Trump. Es Mar-A-Lago, es como un lugar famoso’. Y yo le respondí ‘no es su casa, él está en MiraLago, no es el mismo lugar’. Pero bueno, al final perdí la apuesta porque cuando llegamos al evento estaba lleno de Bentleys y Ferraris y ahí estaba él, saludándonos, junto a Melania [Trump]“, agrega Murty, quien vive en Chile desde hace cuatro años junto con su esposa y su hija en Vitacura.

El Club Mar-a-Lago. Como lo describe su página web, "es el único club privado en todo el mundo en obtener el prestigioso premio diamante de 6 estrellas de la Academia Estadounidense de Ciencias de la Hospitalidad, y está considerado como uno de los clubes privados más solicitados del mundo.
El Club Mar-a-Lago.”[…] Es el único club privado en todo el mundo en obtener el prestigioso premio diamante de 6 estrellas de la Academia Estadounidense de Ciencias de la Hospitalidad, y está considerado como uno de los clubes privados más solicitados del mundo”.

Había alrededor de mil personas. Y como dice el ciudadano norteamericano, es imposible olvidar “la opulencia y el exceso” del lugar. El salón de baile tenía candelabros de cristal y las murallas doradas. Armani patrocinaba la fiesta, describe.

“Tenían una subasta silenciosa, en la que corre una lista en círculos, donde uno indica cuánto está dispuesto a pagar por el objeto. También tenían una subasta regular, y el primer ítem que apareció estaba a US$ 380 millones. Era una joya, entonces le dije a mi esposa ‘no te muevas, respires o te rasques la cabeza, porque no podemos pagar eso'”, ríe Murty.

Vík Murty. quien trabaja en la parte de innovación de la UDD, "trabajando con ideas y tecnología".
Vík Murty. quien trabaja en la parte de innovación de la UDD, “trabajando con ideas y tecnología”. Además, colabora con la Escuela de Negocios de dicha universidad.

Más allá de la riqueza, hay otra razón por la que Murty recuerda tal historia. Como destaca el también profesor de innovación y marketing de la Universidad del Desarrollo, “el comportamiento que ves en la televisión es una diferencia drástica de cómo es la persona”.

Era Trump: vivencia de mejoras sociales

“Conozco a muchos hispanos y nativos que aman a Trump. Tengo amigos del Hispanic Action Network, que son inmigrantes mexicanos, que aman a Trump”, dice Eduardo Fernández (31), un editor freelance de San Antonio, Texas. Viste un jockey, una polera y jeans. 

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Explica que el presidente generó dos cambios por los que recibió el apoyo de parte de las comunidades afroamericanas y latinas. Por ejemplo, las reformas al sistema penitenciario, mediante el First Step Act el 2018. Como dictaminó la Casa Blanca, la legislación eliminó la sentencia de cadena perpetua para algunos delitos menores. Otra fue la Ley de Recortes de Impuestos y Empleo, la cual proporcionó una desgravación fiscal para pequeñas empresas.

Un hombre de negocios que trabajó duro  

Son las 11 de la mañana de un jueves de febrero en la cafetería Beppo en Providencia, y poco a poco comienzan a instalarse en una mesa estadounidenses sobre los 60 años.

Se trata de Becky Shields (73); Cindy (67) y Tom Downs (73); Jane (69) y Tim Stang (72), y Kathy Anderson (76).

Todos visten ropa cómoda. Todos son blancos y tienen alrededor de 70 años. Todos piden capuchinos. Todos viven en Providencia desde hace más de seis años. Todos vienen de zonas conservadoras como Carolina del Sur, Wisconsin, Texas y Vermont. Todos piensan que no existe ningún candidato demócrata viable. Todos son cristianos y van a misa los domingos en San Marcos Church. Ninguno de ellos habla mucho español, ni lee medios como The New York Times o CNN.

Y cada uno del grupo tiene sus razones para haber votado por Trump.

De izquierda a derecha: Cindy Downs (67), Becky Shields (73), Ana Mate, Kathy Anderson (76), Jane Stang (69), Tim Stang (73) y Tom Downs (73), en la cafetería BEPPO.
De izquierda a derecha: Cindy Downs (67), Becky Shields (73), Ana Mate
(amiga de Shields), Kathy Anderson (76), Jane Stang (69), Tim Stang (73) y Tom Downs (73), en la cafetería BEPPO.

La profesora de inglés Becky Shields no confía en los medios tradicionales, por eso sigue a ciudadanos independientes estadounidenses que buscan “hechos en lugar de opiniones”. Ella y su esposo, Ken Shields, siguen sitios como el del analista político Dave Janda y les donan plata a canales de Youtube como el de Greg Hunter. “Los medios no cubren los avances de Trump”, apunta Shields. De esta forma, destaca los trabajos de autores como Paul Bedard y Steve Straub, de Washington Examiner y de The Federalist Papers, respectivamente, quienes han publicado las medidas que el presidente cumplió.

“Ni siquiera quise prender el televisor ese día”, dice Tim Stang, al recordar la jornada de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016. No creía que Trump tuviera una oportunidad. Por eso, “cuando vi que ganó el voto electoral y no el popular, fue aun más dulce. A pesar de que parte de su fortuna la heredó, él la incrementó y me agradó ver cómo un hombre de negocios no se quedó estancado en Washington D.C. como la mayoría”, agrega.

Pero no todos están convencidos de su votación. Tom Downs es un exmilitar. A veces ha optado por demócratas. Lo que lo llevó a decidirse por el multimillonario en 2016 fue su promesa de que iba a retirar las tropas estadounidenses de varios países en guerra. “No quiero que el país se convierta en socialista, así que no votaré por ningún demócrata. Por eso, voy a considerar votar por Trump”, dice. 

Al igual que su esposo, la exenfermera Cindy Downs valora el poder del individuo ante la colectividad. “Creo que la gente joven quiere un gobierno más socialista y la gente mayor no, porque finalmente decimos ‘¿quién va a pagar por todo eso?’. Claro, la gente rica puede pagar más impuestos, pero tampoco creo que eso sea justo. Ellos trabajaron duramente”, señala. 

San Marchos Church ubicada en Las Condes. Los domingos realiza una misa en inglés a las 9:30 am y a las 11:30 am es el turno de la versión es español.
San Marchos Church ubicada en Las Condes. Los domingos realiza una misa en inglés a las 9:30 am y a las 11:30 am es el turno de la versión es español.

La polarización

A pesar de que ya van tres años desde que el magnate fue electo como el presidente número 45 de Estados Unidos, al parecer la tolerancia a sus seguidores no ha mejorado. “Hay personas que son atacadas por apoyarlo o tener cualquier cosa puesta. Se ponen muy violentos. De hecho, mi papá no sabe que apoyo a Trump”, cuenta Fernández. Y agrega: “tengo muchos amigos que cambiaron su ideología política y no lo han revelado para no ser odiados”.

Solo hace falta mencionar a Donald Trump para que se polarice la comunidad de Facebook “Discover Chile” y comience un debate.

“Una vez una mujer publicó que era el peor presidente posible, porque representaba a la población blanca, rural y poco educada. Y yo le respondí: ‘Yo soy blanca. Pero no pertenezco a una zona rural. Tengo un doctorado. Y voté por Trump’. Después de ese comentario no recibí ninguna respuesta”, cuenta riéndose Kathy Anderson (76), la estadounidense de Vermont que creó la Fundación Apoyo Para el Embarazo en La Cisterna. Con ella busca ayudar a futuras madres con test de embarazos, ropa para guagua y clases parentales gratuitas.

Vík Murty aprendió la lección cuando un día se le ocurrió postear “algo a favor de Melania [Trump] y un poco en contra de Michelle Obama. […] Muchos de mis amigos más cercanos me dijeron ‘¿Cómo puedes decir eso? ¡Estás casado y tienes una hija!’. Y yo estoy como ‘Okay, esto no vale el mal rato, retiro lo dicho'”, asegura. Por eso, ahora suele discutir de política estadounidense, pero con otros extranjeros de manera privada mediante internet.

No más miedo

Aun así, algunos se hartaron de resguardar su opinión. “Creo que cuando regrese a Taos [Nuevo México] y use mi gorro Make America Great Again, seré atacado”, dice K.R. (65, quien prefiere mantener su nombre en reserva), quien vive seis meses en Providencia junto a su esposa chilena y los otros seis en el pueblo en Estados Unidos. Viste una polera verde fluorescente, unas bermudas beige, zapatillas y lleva una botella reutilizable con agua. 

Pero su apariencia relajada oculta un intenso pasado: estudió sicología, es un expiloto y exmilitar. Al ser de un pueblo “muy liberal, donde hay muchos escritores, artistas, actores y músicos”, decidió esconder sus preferencias políticas, al estar rodeado de demócratas.

“Cuando me mudé ahí el 2002 desde Albuquerque, la gente hablaba mal de los republicanos. […] Me mordí la lengua por un largo tiempo y los escuché decir todo tipo de mentiras. Muchos pintan a los republicanos como que están en contra de la inmigración. Pero finalmente, estamos en contra de la inmigración ilegal. Porque no queremos que entren criminales a nuestro país, ni que las personas se salten el debido proceso. Finalmente me cansé”. Antes de que ganara Trump, cuenta, “empecé a vociferar mis opiniones y a explicarlas en Facebook”.

De todas formas, evita hacer comentarios políticos cara a cara, ya que “aquellos de la izquierda tienden a no ser muy civilizados si no estás de acuerdo con sus posturas”.

 

Pero en Chile la gente demuestra un “un interés genuino” en relación con los seguidores de Trump. Así lo indica Matthew Pral (24), un ingeniero informático de Pensilvania, que está en Chile hace un semestre.

Se considera “un seguidor abierto de Trump”. Y agrega: “Buscaba una oportunidad para explicar por qué votaría por él nuevamente. [Porque] puede que el presidente no sea perfecto, pero los puntos que intentan cambiar los demócratas son una locura. Quieren cambiar el colegio electoral, algo que ha existido por cientos de años. Quieren llenar la Corte Suprema con sus propios jueces para ganar más casos. Quieren que pedófilos y asesinos puedan votar desde la cárcel por el presidente. Harán lo que sea para obtener votos”, dice al teléfono desde Argentina, donde se encuentra visitando a su abuelo.

Le gustaría usar un gorro de respaldo a Trump solo para ver las reacciones de la gente. “Lo hice una vez en la universidad en Estados Unidos y recibí varias caras de reprobación”, ríe.

Las fallas de los demócratas 

Murty recuerda que durante su juventud fue “un gran seguidor de [Ronald] Reagan“. Sin embargo, afirma que ningún político es perfecto. “Ahora que miro hacia atrás, la cantidad de plata gastada en defensa y en otras cosas no tenían sentido. Pero apoyaba un 80% de Reagan. En el caso de Trump, puede que ese porcentaje sea más bajo. Pero hay ciertas cosas que respeto profundamente”, agrega.

Cree que Bill Clinton es un tipo interesante y “feliz” se tomaría un café con Barack Obama, pero cree que el primero le vendió el gobierno a corporaciones y el segundo creó una burocracia masiva de graduados de universidades Ivy League.

Desde el punto de vista de salud, Jane Stang, hija de agricultores “muy conservadores”, estaba cansada del sistema. “Estuvimos con Obama por ocho años y le hizo mucho daño al país. Por ejemplo, con Obamacare. Mi hijo mayor, que es médico, dice que se arrepiente de su carrera porque pasa la mayor parte de su día en papeleo en vez de atender pacientes”, apunta. 

Joey Oxford (24) en Estados Unidos.
Matthew Pral (24) en el Obelisco de Buenos Aires. 

De los negocios a la presidencia

—Si perdieras tu fortuna hoy, ¿qué harías?

—Me postularía a presidente, responde un joven Trump en una entrevista.

A.G (34), ciudadana de Nueva Jersey y de padres cubanos, se sorprendió con el cambio de imagen del presidente estadounidense después de ver la miniserie de Netflix “Trump: An American Dream (2018)“.

“Trump hizo grandes cosas para Nueva York. En los ochenta se notaba como alguien muy educado, informado y atractivo. Pero después de su pasada por los casinos y de su divorcio de Ivana Zelnícková, algo le pasó. Empezó a tomar modales feos. Entonces cuando lo vi en los debates presidenciales no lo reconocí”, comenta A.G, dedicada a la investigación escolar. 

El documental de la vida de Donald Trump cuenta con una temporada y muestra cómo se convirtió en el presidente. En él aparece su relación con su primera esposa, Ivana Zelnícková y la alteración de su personalidad luego de que Barbara Res (la directora del proyecto), creara la Torre Trump.
El documental de la vida de Donald Trump cuenta con una temporada y muestra cómo se convirtió en el presidente. En él aparece su relación con su primera esposa, Ivana Zelnícková y la alteración de su personalidad luego de que Barbara Res (la directora del proyecto), creara la Torre Trump.

Pero hoy es distinto. Respeta los logros de Trump.

“Cuando llegó al poder me encantó. Porque dijo ‘a mí no me van a decir con cuáles países hablar. Voy a llamar al presidente de Taiwán para saber cómo está’. Me pareció muy bien. Porque un presidente tiene que revaluar las cosas. Creo que tiene bien clara la película de lo que era necesario para sacar adelante al país. [Por ejemplo,] cuando dice que el comunismo no sirve para ayudar a la gente. No tiene miedo a decir esas cosas y por eso mismo la gente le tiene tanto odio”, dice.

A pesar de los constantes comentarios negativos que recibe el presidente, como cuando recordó con nostalgia la película Lo que el viento se llevó (1939), frente al hecho de que Parásitos (2019) se llevara el premio a Mejor Película en los Oscar, la mayoría de los entrevistados espera que Donald Trump sea reelecto. Porque como destaca Tim Stang, “la economía está bien [en el país] y cuando la gente tiene plata no quiere cambios”.

Y así lo expresa Fernández: “[Ahora] podemos ahorrar y no tenemos deudas. No quiero dejar eso. Y Hillary no hizo eso, Obama no hizo eso, Clinton no hizo eso. Trump lo hizo”. Sin embargo, destaca que “no quiere defender su carácter, porque cualquier político es raro para mí. Quiero tener la oportunidad de vivir bien y de ganar un sueldo bueno. Entonces no quiero pagar tantos impuestos”, expresa.

La gestión ante el Covid-19

En consideración de la crisis sanitaria varios de sus seguidores postulan que Trump ha logrado un buen trabajo, algo que las encuestas muestran con mayor volatilidad.

Varios de quienes apoyan su gobierno desconfían de los medios tradicionales y enfatizan que el presidente estadounidense fue el primero en tomar acciones.

K.R. dice que “aún está feliz con el liderazgo de Trump. Los demócratas lo criticaron cuando prohibió los vuelos desde China. Lo llamaron xenófobo. Pero ahora dicen que no hizo lo suficiente. Y los medios masivos son cómplices de esa falsa narrativa”.

Fernández está de acuerdo con las prohibiciones de vuelo que tomó el mandatario al inicio, las cuales se han levantado con precauciones específicas

Un aspecto que alertó a Fernández fueron los US$ 2,2 billones dedicados a la crisis. En ese sentido, Ken Shields advierte que Trump debe trabajar con una Cámara de Representantes que tiene mayoría opositora.

“Cuando el presidente obtiene poder por alguna emergencia, el público se pone nervioso. Estados Unidos es el peor país para una pandemia. Porque la forma de manejarla en cada estado cambia”, describe Murty. Al igual que K.R., considera que los medios contribuyen en una proyección negativa de los comunicados diarios que libera Trump sobre el virus: “Fue proactivo restringiendo a China, pese a que lo llamaron racista”, dice. 

Lo mismo piensan Becky y Ken Shields. “Estamos muy contentos con Trump y muy poco santisfechos con cómo los medios lo han manejado. Odio tener que ver malas representaciones de su presidencia en los medios chilenos”, expresa la ciudadana estadounidense.