Tendencias

La tormenta que golpeó un estado clave en la carrera presidencial

Imagen principal
Bloomberg
POR Francisca Rivera |

Trump tuvo el apoyo de Iowa en 2016. Sin embargo, hay indicios de que la paciencia de los agricultores con el presidente empieza a agotarse.

Andar por las suaves colinas de Iowa a mediados de agosto suele ser como surfear en un maremoto verde. Los campos de maíz son tan exuberantes que las plantas a menudo se elevan por encima de las cabezas de los exploradores de cultivos que se proponen analizar los rendimientos. Este año, algunos exploradores se arrastraban sobre sus manos y rodillas para encontrar espigas de grano durante la expedición anual.

Las cosechas han sido aplastadas para quedar planas en el suelo después de que una poderosa tormenta arrasara con todo a principios de este mes, trayendo fuertes vientos y granizo. La gran altura de las plantas las hace particularmente vulnerables a las fuertes ráfagas, que doblan, fracturan y finalmente pueden romper los tallos verdes. El maíz derribado a menudo sufre daños en el rendimiento y puede ser una pesadilla cosecharlo con maquinaria que no puede moverse normalmente por los campos.

“El maíz molido desgasta el equipo mucho, mucho más rápido. Desgasta mental, física, económica y financieramente”, afirma Chad Rockow, de 44 años, que produce maíz, soja y cerdos en el condado de Scott de Iowa. “Es uno de los peores desafíos que puede enfrentar un agricultor de granos”.

“Pasamos de tener probablemente una de nuestras mejores cosechas en muchos, muchos, muchos años a potencialmente una de las cosechas más frustrantes, maratonianas y desagradables de pruebas de estrés, simplemente un desastre”.

Golpe a la demanda

Los exploradores de cultivos están evaluando actualmente los daños como parte de una gira anual de cuatro días por el cinturón de cereales del Medio Oeste de EE.UU. Ya han encontrado que los rendimientos en el oeste de Iowa probablemente sean más bajos que los promedios históricos, y el Secretario de Agricultura de Iowa, Mike Naig, estimó esta semana que la tormenta afectó hasta 5,5 millones de hectáreas de tierras agrícolas del estado.

Este es solo el último golpe para los agricultores del Medio Oeste, afectados primero por la guerra comercial entre Estados Unidos y China y luego por la pandemia. Los confinamientos por el coronavirus supusieron un serio golpe a la demanda de maíz al generar un golpe de gracia en el mercado de biocombustibles de etanol. Todo eso se suma a años de precios obstinadamente bajos y enormes excedentes de inventario, que no han disminuido mucho bajo la administración de Donald Trump y su tan publicitado “amor” por los agricultores. Al menos 20.000 hogares y negocios en el centro de Iowa siguen sin electricidad después de la tormenta del 10 de agosto, según la empresa de servicios públicos Alliant Energy Inc.

Sector clave para la agricultura y política

Hay indicios nacientes de que la paciencia de los agricultores con el presidente está empezando a agotarse. Si bien el apoyo a Trump sigue siendo fuerte en las zonas rurales de Estados Unidos, hay insatisfacción en los márgenes. Una encuesta a al menos 500 agricultores mostró que 71% planea votar por él en noviembre, en comparación con 89% en abril, dijo DTN el miércoles en un comunicado.

Iowa es un estado clave para la agricultura y la política estadounidenses. Es el productor número uno de maíz, el cultivo más grande del país, y uno de los principales productores de soja y cerdo. También se encuentra entre los estados de tendencia republicana críticos para que Trump gane en noviembre. El estado, con seis votos electorales, respaldó a Trump sobre Hillary Clinton hace cuatro años, pero se decantó por Barack Obama en 2012 y 2008. Iowa también ayudará a determinar si los republicanos mantienen el control del Senado, con una acalorada contienda entre la actual senadora republicana Joni Ernst y la rival demócrata Theresa Greenfield, una agricultora y empresaria.

Trump, hasta ahora, ha seguido ganándose el favor de los agricultores no solo en cuestiones sociales, sino también con ayuda. Su administración entregó US$ 19.000 millones para ayudar a mitigar el impacto del Covid-19 en la agricultura, que se sumó a US$ 28.000 millones en dos rescates comerciales para compensar las pérdidas de los agricultores en la disputa arancelaria con China. Los productores de Iowa podrían recibir más asistencia que compense las consecuencias de la tormenta.

Respaldo al negocio

“Si le preguntas a la mayoría de los agricultores estadounidenses, no quieren ayuda. Solo quieren que el precio de mercado respalde su negocio”, dice el productor de maíz Rockow, quien se describe a sí mismo como “más bien conservador”, pero no quiso discutir por quién votará.

Para los agricultores como Rockow, al daño de la tormenta se suma que a pesar de todo su sufrimiento, es posible que no vean mucho impacto en el mercado.

Incluso si la tormenta de la semana pasada acabara con la mitad de la cosecha de maíz de Iowa (un escenario muy poco probable), eso significaría una pérdida de alrededor de 1.370 millones de bushel. Eso sería devastador para los agricultores del estado, pero es posible que no mueva la aguja cuando se trata de precios debido a las expectativas de una cosecha nacional abundante, actualmente pronosticada por el gobierno en un récord de 15.280 millones.

El alcance del daño

De manera más realista, Arlan Suderman, economista jefe de materias primas de StoneX, estima que el daño en Iowa probablemente se acerque a 200 millones a 400 millones de bushel. Una pérdida de ese tamaño podría ser apenas un problema en el contexto nacional, especialmente considerando que la gira de cultivos de esta semana ha encontrado rendimientos mayores que el promedio en áreas como Ohio, Illinois y Nebraska.

Los futuros de maíz cotizaban un 0,4% a la baja el jueves a US$ 3.385 el bushel a las 12:27 p.m. hora de Chicago. Los precios bajaron alrededor de 13% este año debido a que las medidas para quedarse en casa mantuvieron los autos fuera de la carretera, reduciendo la demanda de etanol.

“No esperamos que tenga un impacto amplio en el precio general del grano o un impacto en el mercado de granos. Creemos que va a estar muy centralizado”, dice Kevin McNew, economista jefe de Farmer’s Business Network, una plataforma de tecnología agrícola.