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En esta política exterior se improvisa

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POR Andres Sepúlveda |

El gobierno de Gabriel Boric debe dejar de repentizar y hablar de más en política exterior para evitar que los países vecinos, amigos sobre el papel, saquen ventaja de nuestros errores.

La destitución de Mauricio Claver-Carone al frente del BID (por un romance inapropiado en la oficina) le brindó al gobierno de Gabriel Boric la inesperada posibilidad de recuperar para Chile un puesto que en septiembre de 2020 Sebastián Piñera dejó escapar sin pelear porque juzgó (equivocadamente, creen algunos) que Felipe Larraín no tendría los apoyos suficientes. Sin embargo, el gobierno sigue demostrando amateurismo en el campo de las relaciones internacionales y fue incapaz de montar una estrategia que permitiera que un chileno “habitara” el cargo, como le gusta decir al presidente.

El nombre de Nicolás Eyzaguirre fue promovido por el gobierno una vez que se enteró de que EE.UU. veía con buenos ojos la candidatura de Andrés Velasco, el exministro de Hacienda de Michelle Bachelet y doctor en Economía por Columbia que ahora es decano de la Escuela de Políticas Públicas de la London School of Economics. El nombre de Velasco también era bien visto por España, país que es miembro no prestatario del BID. El problema para La Moneda era que Velasco apoyó el Rechazo, es decir, mostró sintonía con el pueblo el pasado 4 de septiembre. Así que se buscó a un candidato parecido a Velasco y surgió el nombre de Eyzaguirre que -oh, là là- estuvo por el Apruebo, o sea, fuera de sintonía con la mayoría.

Pero parecido no es igual. El problema es que Eyzaguirre no llena el traje de Velasco. La semana pasada, diplomáticos sudamericanos que no ocultan su aversión hacia Chile resucitaron en los cenáculos de Madrid un viejo escándalo que protagonizó Eyzaguirre en 2014 cuando era ministro de educación y tuvo que reconocer que nunca había defendido su tesis doctoral por lo que no era ni doctor ni candidato a doctor por Harvard. Aquel error tuvo que ser subsanado incluso en la web del Fondo Monetario Internacional donde Eyzaguirre se había desempeñado en algún momento.

La campaña para desprestigiar a Eyzaguirre no trascendió a los medios españoles, pero circuló con fuerza entre diplomáticos y economistas. No hay constancia de que La Moneda se enterara o tomara cartas en el asunto para intentar neutralizarla.

El resultado es que, de nuevo, el amateurismo conspira para que Chile no promueva a sus figuras más adecuadas en cargos internacionales. Sucedió con la falta de apoyo a la candidatura de Claudio Grossman para integrar la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Nunca se supo muy bien a quién se estaba haciendo un favor ni para conseguir qué.

Ahora ha ocurrido con nuestra candidatura al BID, que ha servido para que Argentina gane puntos frente a Brasil retirando a su candidato.

A esto se une la bofetada de realidad que ha supuesto para el gobierno descubrir en su periplo asiático que las famosas ‘side letters’ no convencen a gobiernos tan amigos y simpáticos con Gabriel Boric como el de Justin Trudeau.

El presidente debería profesionalizar al máximo las Relaciones Exteriores de Chile, prescindir de los amigos con tesis y sin tesis, y, sobre todo, dejar de improvisar y de dar armas a los adversarios del país.