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La Lista del Pueblo, atrapada en su populismo

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Agencia Uno/PAUTA
POR Matias Bobadilla |

“Ha quedado atrapada en su inconsistencia populista que se refleja desde el hecho infantil de acudir disfrazados de Pikachu o de tiranosaurio al lugar donde se debate el futuro del país, hasta el coqueteo continuo con la violencia insurreccional”, escribe John Müller.

Esta semana se cumple un mes de la instalación de la Convención Constitucional y quizá el hecho más relevante sean los signos de decadencia de la Lista del Pueblo. Ha quedado atrapada en su inconsistencia populista que se refleja desde el hecho infantil de acudir disfrazados de Pikachu o de tiranosaurio al lugar donde se debate el futuro del país, hasta el coqueteo continuo con la violencia insurreccional, pasando por el acoso y asedio político a Gabriel Boric, quizá la figura presidenciable que más cerca podría estar de satisfacer la nebulosa de sus pretensiones.

Tal como temían algunos analistas, la Convención ha instalado en el país dos legitimidades. Se creía que dicha competición se daría entre la vieja legitimidad y los poderes del Estado ya definidos por la Constitución de 1980, y otra nueva, fruto del masivo triunfo del Apruebo en el plebiscito de octubre del 2020. Nadie pensó que la propia Convención daría un paso atrás y se convertiría en un campo de batalla entre la legitimidad del estallido violento y la de lápiz y voto del plebiscito.     

Ascanio Cavallo lo resumía así en su análisis dominical en La Tercera: “La línea definitoria pasa por la forma de entender la situación actual, tanto la discusión constitucional como el proceso electoral: ¿Es el producto del 18-O o del plebiscito del 20 de octubre de 2020? Con la primera convicción, el país está viviendo la continuación de la revuelta por otros medios. Con la segunda está en un proceso institucional que ha canalizado las furias desatadas en octubre. Boric estuvo en los segundos, a diferencia de sus socios”.

La Lista del Pueblo ha tenido la oportunidad de transformarse en un movimiento popular edificante, pero se ha dejado llevar por el ánimo destructivo que ya empañó los pocos episodios de protesta pacífica que hubo en torno al estallido social del 18-O. Desde el primer momento, su reclamación por la libertad de unos inexistentes “presos políticos” los convirtió en los delegados de la revuelta, a la que astutamente sumaron a los incautos convencionales mapuches.

El paseo de la Tía Pikachu por el hemiciclo del antiguo Congreso Nacional fue la penúltima tentativa de trasladar al corazón de la Convención la “dignidad” de la Plaza Baquedano, una auténtica zona de sacrificio usurpada a la ciudadanía durante meses por los violentos. Pero el último intento fue la agresión al candidato presidencial Gabriel Boric en la cárcel y el arrasamiento del barrio Lastarria.

Era difícil que la Lista del Pueblo evolucionara en otra dirección. Al final, está en su índole reivindicar permanentemente el estallido violento de 2019 porque ellos son sus hijos legítimos y reconocidos, mientras que no lo son del acuerdo político que dio paso al plebiscito y que Boric suscribió. En ese terreno ocupan el mismo vector que los partidarios del Rechazo, aunque tiren de distintos extremos.

Todo esto pone en una tesitura muy complicada a Elisa Loncón y Jaime Bassa, presidenta y vicepresidente de la Convención. Aunque hayan diluido sus tareas en siete vicepresidencias, la responsabilidad de la dirección política e institucional de la institución sigue estando en ellos. La excusa de Loncón de que no tiene “el estándar de Mandela” para actuar le va a servir de poco a una presidente que en cuatro semanas ve cómo se deteriora muy rápidamente la confianza que los chilenos tenían en el proceso constituyente. Lo que se espera de ella es que el “estándar Loncón” le separe sin ambages de la violencia y el infantilismo de la Lista del Pueblo. Y aunque dispute agriamente en Twitter con la convencional de la derecha Marcela Cubillos, a la que le pida que se “descolonice”, la presidenta sabe muy bien que los nuevos invasores que han tomado por asalto su castillo son los que vienen disfrazados.

John Müller conduce Primera Pauta, de Radio PAUTA, de lunes a viernes a partir de las 07:00 horas. Escúchelo por la 100.5 en Santiago, 99.1 en Antofagasta, y por la 96.7 en Valparaíso, Viña del Mar y Temuco, y véalo por el streaming en www.PAUTA.cl.