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Una Constitución de mayorías

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PAUTA / Andrés Sepúlveda
POR Andres Sepúlveda |

Al final, los mecanismos para redactar un texto constitucional no suelen ser decisivos, lo importante es la voluntad de alcanzar acuerdos y conseguir el abrazo del pueblo.

La Constitución de 1978, la que le ha dado a España la etapa democrática más larga de su historia y la más próspera por añadidura, requirió de un año y medio para su elaboración. Las Cortes constituyentes fueron elegidas en junio de 1977 y la Constitución entró en vigor en diciembre de 1978, hace justo 44 años.

El cuerpo constituyente lo formaban 350 diputados y 207 senadores, todos elegidos menos 41 senadores que fueron designados por el Rey de España, entre ellos el novelista Camilo José Cela.

Se elaboró un anteproyecto por una comisión de siete juristas de mucho prestigio de todos los sectores políticos. Sin embargo, ni los 350 diputados, ni los 207 senadores, ni siquiera los siete ponentes que hasta hoy se llaman “padres de la Constitución” en España fueron decisivos para sacar adelante la Constitución, sino que esta fue cosa de dos personas: el socialista Alfonso Guerra y el centrista Fernando Abril Martorell.

En mayo de 1978, las discusiones estaban encalladas. Felipe González y Adolfo Suárez eligieron a sus portavoces – Guerra y Abril Martorell- y los pusieron a negociar. Abril Martorell sabía que tenía una mayoría que le permitía sacar adelante un texto sin contar con la izquierda. Pero a nadie le gustaba la idea de marginar al otro, porque tenían la certeza de que esa no sería la Constitución de todos. Así que el 22 de mayo de 1978 se citaron a cenar en un restaurante y, empezando por la abolición de la pena de muerte, acordaron de un tirón 25 artículos centrales de la Constitución. Tras ese acuerdo, hubo otras reuniones discretas, pero en septiembre, el texto estaba terminado y en diciembre recibió el respaldo del 87,78% de los votantes en un plebiscito ratificatorio.

Hoy, en el restaurante José Luis, muy cerca del estadio Santiago Bernabéu, una pequeña placa recuerda el llamado “pacto del mantel”.

Lo importante no es tanto el mecanismo, sino buscar que la ciudadanía abrace un nuevo texto constitucional por una mayoría indiscutible. Por eso, mi única crítica al acuerdo alcanzado en Chile por los distintos sectores es que se mantenga un plebiscito de salida con un quórum de apenas el 50% más uno. Esa no es una Constitución de mayorías.