Actualidad

La compleja situación de los becarios en el extranjero

Imagen principal
Freepk
POR Fernanda Valiente |

Realizan su último año de doctorado fuera de Chile y llegó la pandemia. Algunos tienen familia, se quedarán sin recursos y temen perder sus visas de estudiantes. El Gobierno no ofrece por ahora la extensión de sus becas.

Catalina Olivares está realizando su último año del doctorado en arte y educación en la Universidad de Barcelona. Debido a la pandemia, las casas de estudios cerraron desde marzo, por lo que se detuvo un número importante de investigaciones.

“Nuestros financiamientos doctorales se terminan entre agosto y septiembre, lo que nos deja sin recursos para culminar nuestro trabajo acorde a los nuevos calendarios del contexto de emergencia. Se echa por tierra la inversión estatal en nuestra especialización profesional”, sostiene Olivares.

Además, “al no contar con solvencia económica demostrable, nuestra situación migratoria se complejiza aun más, pues no cumplimos con los mínimos de subsistencia para solicitar la renovación de nuestros visados”.

Olivares, representante de un grupo de becarios del Programa de Doctorado en el Extranjero de Becas Chile de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), es uno de los miles de casos que tienen este problema de acuerdo con los catastros de la Comisión Becas ReCh.

Por ende, en agosto la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Cámara de Diputados pidió que se extiendan los convenios de becarios. Es una petición que está a la espera del visto bueno del Presidente Sebastián Piñera

La cobertura de las becas

En junio del 2020 se entregaron 351 becas para estudios de doctorado en el extranjero por la ANID. Ellas cubren los aranceles universitarios, la salud, los viajes de ida y de regreso y una subvención mínima de materiales. No respaldan el financiamiento de visitas a terreno o laboratorios, ni asistencia a congresos. En estos últimos aspectos, cada alumno debe recurrir a sus propios recursos.

Al ser contactada por PAUTA, la ANID comentó que “actualmente tiene casi 5.300 becarios vigentes, es decir, personas que están cursando estudios para obtener el grado académico de doctorado, magíster, posdoctorado, tanto en Chile como en el extranjero”.

Aproximadamente 2.000 personas cursan esos estudios fuera de Chile, equivalentes a un 37% del total de becarios. 

Adrián Oyaneder está realizando un doctorado en arqueología en la Universidad de Exeter. “Acá lamentablemente el tema de la visa es estricto. La beca se me acaba ahora en septiembre y no voy a alcanzar a entregar la tesis antes del próximo mes. Deben ser revisadas por un comité y luego se defiende”.

Dice que el proceso de correcciones puede durar entre tres a seis meses, y que requiere que él esté en Inglaterra. Su visa de estudiante se termina en enero, y para poder extenderla le piden un millón de pesos. “No tengo ahorros porque la vida acá es cara. Y porque invertí lo que pude en mi trabajo de campo. Sin apoyo económico es posible que mi investigación quede en nada”, agrega.

Reuniones sin resultados

En julio, dos de los becarios de doctorado que se encuentran en su último año tuvieron una reunión sobre este tema con el ministro de CienciaAndrés Couvé, y con la directora nacional de ANIDAisén Etcheverry. Pero ambos dijeron estar a la espera de una respuesta de la Dirección de Presupuestos en Chile.

Esta discusión se ubica en un marco legal que impide las extensiones de plazos de estudios de doctorado en otros países, de acuerdo con el decreto supremo 664 que regula las becas. El artículo 22 establece que el financiamiento es de carácter anual, el cual es renovable hasta un máximo de 48 meses, contados desde el ingreso del becario al programa de estudios. 

El problema de las visas 

“Vivir en Oxford con una beca de estudiante con mi pareja requiere una planificación del dinero bastante ajustada, considerando que dos tercios de la beca se va en el arriendo”, dice Luis Iturra, quien desde 2016 se encuentra realizando un doctorado en geografía en la ciudad británica.

Su visa de estudiante no le permite trabajar fuera de la universidad, que permanece cerrada. Y los trabajos a los que su pareja podría optar no están disponibles en este escenario.

En ese sentido, se siente profundamente abandonado. “Hay una deuda hacia los becarios, que es más que monetaria. Se trata de una falta de empatía con quienes somos de alguna manera financiados por el Estado de Chile”, señala.

Daniela Rojas es parte del programa de doctorado en educación y sociedad en la Universidad de Barcelona. “La licencia del programa que se compró con recursos del proyecto I+D se encuentra en los ordenadores de la biblioteca a los cuales no hemos podido tener acceso por el cierre abrupto de las universidades en marzo. En este sentido, nos hemos visto impedidos de analizar las narrativas biográficas de la tesis con el programa que contemplaba el proyecto”, añade.

Se supone que el acceso a la universidad volverá el próximo año, pero Rojas deberá regresar a Chile en septiembre, fecha en la que pierde los recursos económicos de la beca para continuar con su investigación.

El miedo a volver

Un caso similar debió enfrentar Belén Meneses, quien está realizando su último año de doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. “Me fue imposible acceder a las bibliotecas y solicitar libros u otras fuentes que eran indispensables para el estudio que estoy realizando. Asimismo, no pude recurrir a las salas de informática de la universidad que cuentan con software y programas de análisis de información, cuyas licencias son económicamente inaccesibles para mí”.

“Tampoco pude culminar de manera eficaz la recogida de datos en los centros educativos de Cataluña donde he realizado la investigación. Estas situaciones provocaron un retraso en el avance de la tesis y término de la investigación, tanto para el análisis de datos como para la redacción de la tesis”.

Si todo sale bien, podrá defender su tesis en septiembre, cuando se expiran tanto la beca como la visa. Sin embargo, es recurrente que los estudiantes deban permanecer un par de meses más, para realizar trámites y concluir situaciones legales.

{{noticia:54514}}

Meneses intentó ahorrar para ese periodo final, pero le es muy difícil hacerlo considerando que “el costo de vida es alto en la mayoría de los países europeos. Cuando vuelva será un Chile nuevo y debo volver a partir desde cero: sin dinero, sin trabajo, pero con doctorado. Tragicómico”, dice.

Atrasarse o suspender 

La solución desde la ANID no le pareció adecuada: a Rojas le recomendaron una suspensión con retribución, es decir, mantener su financiamiento con tal de que congelara su tesis. 

“Esta alternativa se justificaba solo en caso de enfermedad grave tanto del becario como de alguna persona a su cargo, situación que no era mi caso. Además, intentar suspender mi programa era totalmente inviable”, añade.

En este escenario el senador Alejandro Guillier envió una carta al ministro de Ciencia “solicitando considerar la posibilidad de extender la beca en proporción al periodo de suspensión de actividades por la pandemia”. Porque el “cierre de universidades y laboratorios […] ha impactado de manera directa en lo académico, emocional y familiar, dado que son programas de cuatro años y muchos becarios se encuentran con sus familias”.

Las respuestas de ANID 

“Las becas no son un ‘regalo’. Dejar el país no son unas vacaciones pagadas. Es un beneficio que luego se paga con trabajo en Chile. Puede llegar al doble del tiempo que recibiste la beca. Por lo mismo, al solicitar una extensión no se está solicitando un favor, sino una postura del Estado de Chile en relación con chilenos que están fuera realizando labores en pos de un futuro mejor para el país”, expresa Luis Iturra.

Como parte de la retribución, los becarios al volver deben acreditar su residencia el mismo de tiempo al dedicado a sus estudios en el exterior si acaso residen en regiones; y el doble de tiempo si terminan viviendo en la Región Metropolitana.

La ANID respondió que “desde el inicio de la crisis sanitaria hemos mantenido el contacto con becarios y becarias a fin de resolver dudas y flexibilizar procesos”. Entre las medidas que se tomaron se encuentran la posibilidad de prorrogar el plazo máximo para retornar a Chile para becarios cuyo plazo vencía durante la contingencia sanitaria, hasta que las condiciones de vuelo sean seguras. 

Además, crearon un centro de ayuda para preguntas relacionadas al contexto sanitario. Y “en aquellos casos en que, al momento de la firma de convenio, se establecieron plazos de beca menores a cuatro años contabilizados desde el inicio de programa, se les envió una comunicación para informar que siempre que cuenten con el respaldo de la universidad, pueden solicitar la extensión de la beca”.

El problema es que la mayoría de los programas de doctorado duran al menos cuatro años, por lo que la propuesta de la ANID no contempla esos casos.

PAUTA consultó el viernes al Ministerio de Ciencia sobre estas demandas, pero la cartera no entregó una respuesta hasta el cierre de esta edición.