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Educación desde la docencia: el entusiasmo como combustible inagotable

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POR Fernanda Valiente |

El fundador del Colegio Nocedal de La Pintana, Manuel Dannemann, cuenta cómo nació este proyecto y la importancia que tiene la pasión para educar.

“La escuela es por sobre todo el reino de la belleza […] todo procede de la escuela que incuba en cada niño el germen de su porvenir […] según como sea la escuela, así será la nación entera”, fueron algunas de las frases que marcaron la visión educativa de la escritora Gabriela Mistral.

Se trataba de un compromiso absoluto, el cual algunos heredaron. En este sentido, Manuel Dannemann, profesor de historia y religión, con un magíster en psicología aplicada y fundador del Colegio Nocedal de La Pintana, dice que en los colegios particulares, subvencionados y municipales donde trabajó “si no muestras esa motivación y ese sentimiento de altas expectativas que sale de ese amor [por enseñar], no logras mover a las personas”. Finalmente, a través de la pasión de la enseñanza, “me siguieron familias y profesores”, agrega.

El profesor cuenta que su ímpetu por educar se fue desarrollando desde su infancia, y que inició con unas ansias por compartir. “Mi padre rescató la cultura chilena. Nos impregnó de muy chicos de lo que él hacía. Hay fotos en las que aparezco durmiendo, y mi papá al lado grabando velorios de angelitos y cantores populares de distintos lugares. Mi mamá brilló en el Bellas Artes. Fue una gran artista, quizás más reservada. Pero en ese ambiente de dos profesores universitarios, me formé con lo que sabía que tenía que hacer. Comunicar, comunicar, comunicar”, relata Dannemann en Desde el Jardín, de Radio PAUTA.

Un proyecto educativo

“Estaba trabajando con bastante comodidad y contento en el Colegio Tabancura, donde llevaba alrededor de diez años. Hacía algunas clases y me financiaba la carrera de historia en la [Pontificia Universidad] Católica”, dice. Fue ahí donde se la acercó la Fundación Nocedal para proponerle que fuese el líder del proyecto de un Colegio en La Pintana.

Sin ninguna experiencia, buscó como socio a otro profesor que conocía muy bien. “Me acuerdo de que nos fuimos en un auto prestado por Santa Rosa al paradero 42, y entramos a la población El Castillo con una enorme cantidad de indicadores muy malos. Llegamos a un potrero, donde había un montón de ladrillos y me dijeron que ahí querían hacer funcionar el colegio en marzo”, señala.

Por La Pintana paseó con amigos y universitarios buscando alumnos. Poco a poco se fueron ganando la confianza de las familias, quienes finalmente creyeron en el proyecto, pues Dannemann se aprendió los nombres de los 400 alumnos, participó de las actividades deportivas los sábados, acompañó a las familias en los campeonatos de atletismo y recorrió el país con la orquesta del colegio. “Se generaron resultados estupendos. Por la pasión de estudiar, los niños las ganaron todas. Se convirtió en un colegio que entregó unas tremendas oportunidades para el desarrollo cultural, deportivo e intelectual”, añade.

Siguiendo esta línea, cree en la fuerza de las escuelas municipales. “La educación pública merece ser reforzada. No dejemos de atenderla, porque es un gran aporte al país. Creo que también debe saber convivir con iniciativas de educación subvencionada, bajo el régimen que se ha ido generando. Creo que hoy son un gran aporte al país”, expresa. 

“Compromiso, pasión, entusiasmo. La última una palabra importantísima, tomada de los dioses griegos, el daimon pedagógico habría que decir”, rescata Cristián Warnken.

Nace otro proyecto, pero en Antofagasta 

Su visión educativa se inspiró aún más cuando conoció el legado del médico y poeta Antonio Rendic, quien alabó la labor del profesor y tuvo la gran responsabilidad de transformar a las personas desde dos aristas. “Distintas motivaciones lo llevaron a estudiar medicina en Santiago. Luego se vino a Antofagasta y dedicó una labor gigante a atender a la gente más pobre. En su casa, donde quedaba su consultorio, las personas hacían fila para ser atendidas. Y, en paralelo, tuvo un prolífero desarrollo de la poesía”, cuenta Dannemann.

Luego de Rendic, pasó a conocer los saberes del sicólogo y escritor estadounidense Martin Seligman, quien creó el concepto de la sicología positiva, la cual le dio una vuelta a la colección de los defectos y las enfermedades, para enfocarse en las fortalezas del individuo. Fue este concepto el que utilizó como base para crear la Red Educacional Magíster a cargo de cuatro colegios: San Esteban, Universitario Antonio Rendic, San Agustín de Antofagasta y Netland.

“Por razones familiares de cosas que dejó mi padre, y también temas de mis hijos me hacen volver a Santiago con harta pena, porque acá en Antofagasta hemos tenido una vida maravillosa de casi ocho años. Estos cuatro colegios están en las manos de una familia de emprendedores, comprometidos con la educación, que fueron generando paulatinamente estos cuatro colegios”, explica.

Revise la conversación con Manuel Dannemann en Desde el Jardín