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Exfiscal de La Araucanía y el detenido en Traiguén: “Huele a una suerte de ayudista”

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Agencia Uno
POR Ana María |

Francisco Ljubetic dice que el caso del funcionario judicial J.P.PV a quien se le incautó un arsenal recuerda la lógica de los grupos armados de los 70 y 80.

Todo indica, dice el exfiscal regional de La Araucanía Francisco Ljubetic, que la detención de J.P.P.V y la incautación del armamento de guerra que tenía en su casa en Traiguén, puede ser “un hito” en las investigaciones que se realizan en la Macrozona Sur por las varias aristas que abre. Dos de ellas: saber si las armas tienen o no relación con violencia rural y con delitos comunes.

J.P.PV., de 39 años, funcionario judicial del Juzgado de Garantía de Traiguén, fue formalizado el pasado 6 de abril por cuatro infracciones a la Ley de control de armas, instancia en que el juzgado prohibió la divulgación de su identidad. Según contabilizó el Ministerio Público, tenía más de 600 municiones de distinto calibre. También explosivos, un revólver con su número de serie borrado, un rifle, dos cargadores, una subametralladora y, entre otras armas, un fusil FAL calibre 7.62.

Aunque la investigación recién comienza -después de un inicio fortuito, pues la policía llegó hasta la casa tras una denuncia anónima buscando plantas de marihuana-, para Ljubetic -quien es vice decano de derecho de la Universidad Autónoma de Temuco- el caso del funcionario judicial tiene características especiales: “Eso es algo infrecuente y da cuenta de que era una especie de bodega”.

Y añade: “La presunción es que estas armas no deberían ser para él, porque no existe ningún antecedente que dé cuenta de una posible participación, por ahora. Pero, obviamente, por la cantidad encontrada, en hechos como estos años atrás se hablaba de los famosos ayudistas y las casas de seguridad”.

-¿Ve un modus operandi similar a los grupos armados de los 70 y 80?

“Es la misma lógica. Y en la ruralidad es el barretín. En términos muy simples, es el hoyo donde se guardan las armas y municiones para evitar que tenga algún daño. Y eso no es tan infrecuente. Lo que pasa es que uno se sorprende de que una persona normal, con un trabajo normal, con familiares normales y vinculados con la ciudad. ¿Quién podría sospechar de él y de lo que había en su casa?”.

J.P.P.V es hijo de un exintendente de Malleco y primo del alcalde Traiguén.

“Claro. Y eso, desde el punto de vista de quien investiga, no solo un fiscal o un policía, sino que de cualquiera que se haga esa pregunta, tendría que al menos responderse de que esto es raro. Y es raro porque es propio de organizaciones delictivas; es propio de grupos que utilizan armamento para cometer delitos y lo guardan para que, cuando alguien sea detenido, no pase por la problemática de la Ley de control de armas“.

“Hay una lógica de protección”

-¿Hay investigaciones previas en las que existieron hechos similares?

“Siempre se supo, al menos en investigaciones más antiguas, que cuando se cometía este tipo de delitos con personas armadas, había uno o dos del grupo que eran los que se encargaban de entregar y de recopilar el armamento que se utilizaba. Es decir, no necesariamente quedaban en poder de los que participan en el hecho. Y eso, primero, con el propósito de darle seguridad al armamento. Y, segundo, porque perderlo no es lo mismo que conseguirlo tan rápidamente. Entonces, hay una lógica tanto de protección como de cuidado de lo que se tiene para poder seguir utilizándolo en nuevos hechos violentos”.

-En este sentido ¿cómo visualiza este caso?

“Es como una especie de fotografía de lo que no pocas veces se ha indagado y sin suerte.  Porque no se ha podido encontrar estos hilvanes que nos lleven a personas que tengan este tipo de función. No puedo afirmar que él haya participado en hechos, sino que lo que digo es que huele a que haya alguna situación vinculada con una suerte de ayudista o colaborador que favorezca el ocultamiento del armamento para que después pueda ser utilizado. Y sin ninguna posibilidad a priori de seguirle la pista”.

-¿Por su perfil?

“Porque es una persona común y corriente y que no tiene ninguna posibilidad de ser sospechoso. Esto uno lo vio en la década del 70 y el 80 con los grupos paramilitares y siempre ha sido igual. En esto no hay sorpresa. Pero lo que es sorpresivo es, efectivamente, la cantidad de armamento y la munición, que lo hace un arsenal”.

-¿Cómo eran los barretines que se encontraron cuando usted era fiscal?

“Mientras estuve en el cargo, en algunos predios, en particular en la zona del bajo Malleco, hubo indagatorias tendientes a esto. En la práctica, era un predio cercano a lugares de residencia y allí se instalaban lugares de acopio. Pero para que este tipo de hechos suceda, tiene que haber una persona que no sea posible de sospecha o de indagación preliminar. O, como lo llaman los policías, un posible blanco”. 

Confianza y liderazgo

-En su experiencia, ¿qué característica debe tener una persona que guarda armas?

“Debe tener una posición en esa agrupación importante, de liderazgo. Porque la confianza que significa tener la guarda de armamento y de munición, evidentemente que no se da a cualquiera. Normalmente, es gente comprometida desde el punto de vista ideológico, porque no está en condiciones de colaborar con la investigación. En materia de drogas es lo mismo: el que guarda y custodia drogas o los lugares donde estas se producen, la confianza de los sujetos que están involucrados es muy alta de parte de la organización”. 

Ex y actuales fiscales de causas de violencia en la Macrozona sur han señalado que los testigos suelen desdecirse. ¿Qué pasa si no hay colaboración del detenido? ¿Qué líneas de indagatoria se abren en este caso?

“Si el imputado guardia silencio, va a ser muy difícil encontrarle algún hilo investigativo personal por la información que entregue. Pero, en este caso, la información la proporciona el hallazgo. Porque un fusil, pistolas, rifle y explosivos…Esto es muy delicado, porque estos explosivos lo utilizan grupos terroristas en la urbanidad”.

-¿Qué opina del tipo de armamento incautado a J.P.P.V.?

“Una pistola que tiene borrado el registro es el típico caso del arma a la que no se le quiere hacer seguimiento. ¿Cuál es el origen? ¿De dónde proviene? ¿Es un arma que era de un particular y se la sustrajeron? Pero la existencia de armamento de guerra es lo más notable”.

El fusil FAL calibre 7.62…

“Un fusil 7.62 es calibre de guerra. Cuando uno dispara con ese calibre de munición, la distancia del objetivo puede ser de 100 metros hacia arriba. Y si es contra de una persona, lo más probable es que fallezca. Eso genera una impunidad natural, porque si alguien ve a una víctima que cae de un balazo, esperaría que el disparo fue a 20 o 30 metros. Pero en este caso, no se ve: pudo ser hasta a 150 metros de distancia. Entonces, esto es de gente que tiene preparación y entrenamiento, porque se requiere de un tirador con capacidad física que no puede ser cualquiera”.

¿La Fiscalía hará pericias a las armas?

“Estas pericias se hacen a través de los bancos de datos que tienen las policías acerca de municiones y armas incautadas, percutadas y sin percutir. Esto permite, por ejemplo, levantar una parte de una munición y hacer un comparativo informático de la pericia correspondiente. Y que determina si es o no compatible con un arma o una munición utilizada en otro lugar”.

-¿Qué eficiencia tiene esas pericias?

“La eficiencia es de 100%. Por ejemplo, si el especialista o el armero señala de que el arma que se ocupó en tal hecho también fue utilizada en otro, es porque la munición que quedó en el sitio del suceso tiene en el culote las mismas marcas. Esto es como la huella digital, una ciencia muy interesante”.