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El diseño tras la Prueba de Selección Universitaria

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Agencia UNO
POR Periodista Practicante |

El 26 de diciembre se dieron a conocer los resultados de la PSU, una prueba en la que muchos esperan obtener puntajes sobresalientes, pero que está diseñada para que el 50% obtenga 500 puntos o menos.

La mañana del 26 de diciembre, estudiantes de todo Chile ingresaron al portal del Demre. La espera había terminado y ya estaban disponibles los resultados de la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Tras eso, comenzó la siguiente etapa del proceso de admisión: la postulación a los diferentes planteles universitarios.

Las 264.629 personas que rindieron la prueba tienen hasta las 18 horas del lunes 31 de diciembre para postular en hasta un máximo de 10 carreras. Puntajes obtenidos en las pruebas, Notas de Enseñanza Media (NEM) y ránking de notas entre sus pares se entremezclan para determinar quiénes ingresan —y quiénes no— a cada una de las universidades adscritas al sistema único de admisión.

Sylvia Eyzaguirre, investigadora del Centro de Estudios Públicos (CEP), dice que la PSU busca seleccionar a los alumnos con más talento académico para ingresar a la educación superior, crear un ránking de todos los aspirantes a universitarios y filtrar quiénes ingresan a cada carrera según su nivel de preparación. No busca ser una prueba que mida conocimientos como es el caso del Simce, sino predecir su rendimiento en la educación superior, describe.

La lógica del diseño

Existe toda una lógica tras la construcción de esta prueba, la cual se diseña de tal manera que, cada año, el promedio de respuestas correctas se fije en los 500 puntos. Es decir, si un año la media fue de 30 respuestas correctas, quien obtenga esa cantidad tendrá 500 puntos. Pero si al año siguiente vuelve a tener la misma cantidad de respuestas correctas, eso no implica que mantendrá el puntaje, porque el promedio de aciertos puede variar. Es decir, puede que al año siguiente se requieran 35 respuestas correctas para conseguir los 500 puntos.

“Lo que hace esta prueba es distinguir quiénes son los mejores alumnos para que puedan, por mérito, acceder a las carreras y universidades más selectivas del país”, explica Eyzaguirre. Esto se contrapone a quienes, como el presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, señalan que la PSU favorece a los estudiantes de colegios más caros. “Que los mejores puntajes se concentren en ciertos colegios es un problema de la educación, no de la PSU como instrumento”, afirma la investigadora del CEP.

El mayor mérito de la PSU está en los puntajes altos

Lo que hace muy bien la PSU, según Eyzaguirre, es diferenciar el talento en la cota superior del ránking. Es decir, entre aquellos que pertenecen al 50% que obtuvo mejores puntajes y que superaron el promedio de respuestas correctas. Para lograr esta distinción, se utiliza el grado de dificultad de las preguntas. Por ejemplo, si la prueba cuenta con 60 preguntas, 20 serán fáciles y 40 difíciles, todas testeadas previamente.

Una vez obtenidos los resultados de las pruebas, para asignar los puntajes los datos deben transferirse a una campana de Gauss (ver infografía), donde en el centro se ubican los 500 puntos; en los extremos los 150 (mínimo posible) y 850 (puntaje nacional), y finalmente la desviación estándar, que es de 110 puntos. Con esta información se construye el gráfico y se calculan los puntajes.

Esta distribución y la construcción misma de la prueba llevan a que, cada año, la mitad de los alumnos que rindan la PSU obtengan puntajes inferiores a los 500 puntos. Quienes sacan más de 600 pertenecen al 17% con mejores resultados y sobre 700 entran en el 8% más alto. “Al final esta es una prueba relativa. A ti te va bien o mal en función de como les fue a tus compañeros”, explica la investigadora. “Los únicos que siempre son absolutos son los puntajes nacionales. Ellos quedan fuera de este cálculo”, agrega.