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Heroínas invisibles del 8M: Las programadoras detrás de la primera supercomputadora

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Agencia Uno
POR Francisco Gomez |

Frances Holberton, Kathleen McNulty, Marlyn Wescoff, Ruth Lichterman, Frances Bilas y Jean Jenningsz, pasaron a la historia por ser las impulsoras de la primera supercomputadora, aunque por décadas su contribución estuvo silenciada.

Por años la historia oficial celebró el logro de los John William Maulchy y J. Presper Eckert Jr. Físico e ingeniero respectivamente, se llevaron el crédito por estar al mando del proyecto Electronic Numerical Integrator And Computer, una máquina similar a lo que hoy llamaríamos supercomputadora, que fue clave en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial para los Estados Unidos.

Una publicación de 1946 del New York Times, reconocía el éxito de ambos matemáticos y agregaba “muchos otros en la escuela Moore de Ingeniería de la U. de Pennsilvania también brindaron ayuda”. Lo que el prestigioso periodico no mencionó, fue que “esos otros” incluía a 6 matemáticas, las que, según se supo posteriormente, aportaron con mucho más que su ayuda.

“A veces había prohibiciones estrictas de que las mujeres participaran y la otra opción era participar pero que te trataran mal, que no te dieran espacio o que se apropiaran de tu trabajo”, cuenta a Radio PautaIsabel Plant, fundadora de Mujeres Bacanas.

“En este caso, fueron dos varones los que se volvieron más famosos y se llevaron la mayoría del crédito por este proyecto. Con los años conocimos que también había mujeres que estaban detrás” explica Ximena Prado, historiadora y académica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, en conversación con Radio Pauta.

Frances Holberton, Kathleen McNulty, Marlyn Wescoff, Ruth Lichterman, Frances Bilas y Jean Jenningsz fueron las encargadas de diseñar y programar la máquina que luego se conoció como la primera supercomputadora moderna. 

Lo cierto es que la prensa de la época no tuvo acceso a sus nombres ni tampoco pudo conocer correctamente su labor. Cuando la máquina fue lanzada en febrero de 1946, a las 6 matemáticas se les encargó servir el café durante el evento.

De hecho, la invisibilización de las 6 programadoras continuó. A las siguientes demostraciones de la máquina ni siquiera fueron invitadas, según relata el libro Proving Ground de la historiadora norteamericana Kathryn Kleiman, quien reveló la historia en 1980.

Según una versión recogida por BBC Mundo, la misión de las 6 no era construir la computadora. Al equipo de mujeres se les dijo: “Nosotros la construimos, ustedes tienen que programarla” o sea, su mandato era sistematizar un diseño que calculara la trayectoria de la balística.

“Las mujeres tenían super claro esa injusticia, pero no había ningún otro lugar que fuera justo, no había otro espacio donde ellas pudieran aspirar a otra cosa”, puntualiza Isabel Plant y agrega “por eso es tan importante todos los avances de liberación femenina, porque permite que las mujeres sueñen y se proyecten, al igual que los hombres”.

Ellas hicieron que la programación fuera mucho más funcional. Acá también pasaba que no todas tenían formación universitaria, pero entre ellas trabajaban muy bien en equipo“, recalca la historiadora Ximena Prado.

El resultado de este trabajo introdujo avances extraordinarios para la época. Como la utilización del sistema binario que permitió realizar cálculos a una velocidad hasta entonces impensada.

El trabajo de Frances Holberton, Kathleen McNulty, Marlyn Wescoff, Ruth Lichterman, Frances Bilas y Jean Jenningsz ayudó a los futuros desarrolladores a mejorar las computadoras de las generaciones que vieneron.

Un legado imborrable que con los años fue reivindicado y que hasta el día de hoy está presente en la mayoría de los dispositivos tecnológicos que usamos diariamente.