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La poesía de Louise Glück entra el jardín de Cristián Warnken

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nobelprize.org
POR Fernanda Valiente |

El traductor Armando Roa profundiza en la obra de la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2020. “Más que llegar a la teoría poética, Glück busca dejar que las cosas hablen por sí mismas”, dice en Radio PAUTA.

Small light in the sky appearing

suddenly between
two pine boughs, their fine needles

now etched onto the radiant surface
and above this
high, feathery heaven—

Smell the air. That is the smell of the white pine,
most intense when the wind blows through it
and the sound it makes equally strange,
like the sound of the wind in a movie—

Shadows moving. The ropes
making the sound they make. What you hear now
will be the sound of the nightingale, Chordata,
the male bird courting the female—

The ropes shift. The hammock
sways in the wind, tied
firmly between two pine trees.

Smell the air. That is the smell of the white pine.

It is my mother’s voice you hear
or is it only the sound the trees make
when the air passes through them

because what sound would it make,
passing through nothing?

The Past (Faithful and Virtous Night), 2014

Louise Glück (1943), ganadora del Premio Nobel de Literatura 2020, creció en Long Island leyendo mitos griegos. Tuvo una tormentosa relación con su madre que derivó en una anorexia nerviosa. “Es una poesía anclada en experiencias duras. Hay una resiliencia en ella: la poesía como una forma de resistir a la angustia”, dice Cristián Warnken en Desde El Jardín.

“Mi abuela no fue una lectora. Pero tenía una pequeña antología de poemas. Recuerdo leer el poema de William Blake “The Little Black Boy” y “Fear no more the heat o’ the sun”, de Shakespeare. Creo que debo haber tenido cinco años. A esa edad no sabía de la vida de Blake, pero escuché esos poemas y el llanto del corazón llegó a mis oídos. Dije ‘estas son las personas a las que escucho todos los días, y esta es la razón por la que mi vida es una catástrofe'”, cuenta la poeta de 77 años en una entrevista, acerca de su primera aproximación a la poesía

De una infancia dura, Glück pasó a dictar clases en las universidades de Yale y Harvard. Autora de 12 libros de poesía, se destaca por cubrir temas arquetípicos de la mitología clásica, pero también por utilizar un tono honesto a propósito de la examinación personal y familiar. En 1993 ganó el Pulitzer por The Wild Iris (1992).

Exploradora del dolor 

“¿De qué manera, como Orfeo, para ella la poética puede ser una forma de descender al infierno?”, pregunta Warnken.

“La enfermedad ha sido recurrente en su trabajo, partiendo por la anorexia que sufrió durante su juventud. Ese fue un tema que afectó tanto que Glück en muchos de sus poemas hace un juego trágico de ir testimoniando cómo las huellas del tiempo van marcando físicamente”, cuenta el traductor, abogado y poeta Armando Roa en el programa de Radio PAUTA.

“En un mundo tan aséptico como el norteamericano, ella ha escrito con mucha delicadeza, pero al mismo tiempo con vehemencia respecto a la fragilidad de la carne, sujeta a la eminencia de la enfermedad. Ocupa mucho la imagen de un cuerpo que se va apagando y perdiendo sustancias”, agrega.

La búsqueda de lo bello 

“Digamos, hoy la belleza es una forma de resistencia. ¿Cuál sería la belleza de la poesía de Louise Glück?”, indaga Warnken.

“Ella usa una metáfora muy bonita de lo que es el trabajo del escritor, justamente en la búsqueda de la belleza. En el poema “Montaña” (2018) compara el trabajo con el alpinismo. Surge la imagen de ir subiendo, y al llegar a la cumbre intuir una cierta revelación para luego caer y emprender tal ascenso nuevamente”, responde Roa.

La belleza implica un largo camino por recorrer. “Y en el caso de Louise Glück uno tiene la sensación de que el Premio Nobel fue sorpresivo, porque ella no ha estado en la primera línea de a literatura norteamericana contemporánea. Ella más bien ha explorado el recogimiento”, señala Roa.

Adonde vaya, Glück viste ropa negra y trae consigo un cierto aire de melancolía que se hace aun más palpable cuando recita con una impresionante templaza su trabajo. 

Las presencias en su poesía 

Glück indaga en las preguntas esenciales del ser humano: el tiempo, la muerte, la pérdida. Y construye su propia voz, a partir de otras.

“Más que llegar a la teoría poética, Glück busca dejar que las cosas hablen por sí mismas. Su obra se trata de presencias y recuerdos. Ella dice que ‘los poemas no perduran como objetos, sino como presencias. Cuando lees algo que merece recordarse liberas una voz humana. Devuelves al mundo un espíritu'”, cuenta el traductor de literatura anglosajona.

De tal modo, los objetos cotidianos se encuentran cargados de estas presencias. “Cuando ella los inserta en su paisaje poético quiere volver a oír esas voces que habitaron. Por lo tanto, es una poesía que tiene mucha añoranza y que trabaja de forma muy austera”, añade.

El paralelo con otra gran poeta 

“Uno podría de ir que existe una afiliación entre Glück y la poesía de Emily Dickinson“, dice Warnken.

“Efectivamente. Ambas son especies de ínsulas que crecen al margen de las tendencias dominantes de la literatura de su tiempo. También, a través de una palabra escueta, tanto Dickinson como Glück intentan explorar las grandes experiencias humanas, particularmente la muerte y la pérdida”, responde Roa.

Como indica el traductor, ambas incursionan en la inquietud del tiempo. Además, existe otro vínculo que las une: en sus trabajos “la literatura no surge como un ejercicio intelectual, sino como una amistad. Y aparece la lectura como un acto tremendamente importante. Porque a través del poema se recupera una presencia, entonces el acto de leer es el acto de conjurar que esa presencia vuelva”, concluye.

Revise el programa dedicado a Louise Glück