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Los viajes de Herman Melville hacia las profundidades

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Library of Congress
POR Fernanda Valiente |

El 18 de octubre de 1851 se publicó en Londres Moby Dick, la obra más reconocida del escritor novelista norteamericano. Cristián Warnken se sumerge con él.

Herman Melville tuvo una infancia dura. A los 10 años, debido a la muerte de su padre -que dejó a su familia en la quiebra- tuvo que participar en diferentes oficios. Sin embargo, esta tragedia lo llevaría a crear una de las obras maestras de la literatura.

En busca de aventuras, en su juventud entró a trabajar en un barco ballenero, lo que le otorgó grandes decepciones cuando conoció las condiciones de vida de los tripulantes. Aquellos viajes también lo llevaron a enfrentar a caníbales durante su visita a las Islas Marquesas. 

Tres años después, esas experiencias marítimas serían su inspiración para crear gran parte de sus novelas dedicadas a la navegación, las cuales explorarían la insignificancia del ser humano en medio de la inmensidad del océano.

La novela que marcó un hito 

Moby Dick fue publicada hace 168 años, el 18 de octubre de 1851 en Londres y el 14 de noviembre en Nueva York. Además de reflejar la experiencia de la caza de ballenas durante el siglo XIX en Estados Unidos, cuenta la vida del Capitán Ahab, quien lucha contra un gran cachalote para vengarse por la pérdida de una pierna.

Imagen de la primera edición de Moby Dick, volumen I, publicada en Londres en 1851.
Imagen de la primera edición de Moby Dick, volumen I, publicada en Londres en 1851.

Pese a que para algunos fue considerada como una novela de aventuras -razón por la que vendió pocos ejemplares en la época-, para otros consistió en una historia que ahondó en el espíritu americano, como lo expresa la famosa frase: “Al cuerpo, ostras y champán. Al alma, luz y espacio. Así tendrás derecho a una gloriosa resurrección, si es que la hay”.

Según el novelista William Faulkner, en Moby Dick se ve al hombre como una ruina, tomando como referencia la lucha que lleva a cabo el capitán, quien “en la sonoridad de su ruidoso hundimiento se vuelve inmutable”, porque se “rebela” contra la “insignificancia” que pasa a ser un humano en medio de la inmensidad del océano.

Ahab “se para ante la fatalidad del destino y (pasa a representar) algo del individualismo humano: esa idea de que en la acción el hombre realiza su ser”, dice Cristián Warnken, quien en Desde El Jardín define la obra como “una gran alegoría que enfrenta el destino del hombre frente a la totalidad”. Por ello, para el célebre crítico literario Harold Bloom la novela pasó a ser la más importante de la literatura norteamericana. 

Algunos autores encuentran en la novela de Melville un pensamiento que se escapa del cristianismo tradicional, para llegar a una raíz gnóstica. Desde esta perspectiva, “la ballena se convierte en un Dios impostor, y el mar representa el misterio sobre el que navegamos”, como explica Warnken.

Las otras facetas

Para todos los interesados en el área técnica de la navegación, el autor explora sus inicios en los barcos con su libro Chaqueta Blanca. Usando varios tonos que van desde lo crítico hasta lo lírico, se propone rescatar las condiciones de vida en un buque de guerra en el siglo XIX y, en paralelo, divaga acerca de las relaciones humanas dadas las circunstancias históricas, para incluso llegar a referirse al misterio del universo.

Portada del libro Chaqueta blanca.

¿Un hombre contra el sistema? Con Bartleby: el escribano, algunos ven al “héroe alienado”, como lo define el propio Warnken. En este libro, Melville presenta un arquetipo en la vida de un abogado que lucha contra la rutina y se convierte en un “rebelde pasivo”.

Transcurre un día común y corriente dentro del trabajo de Bartleby como oficinista burocrático, quien se encuentra en su puesto respondiendo memorandos, cuando se acerca a su jefe para pedirle que compare unos informes. La historia despega cuando el funcionario le responde: “Preferiría no hacerlo”. De esta forma, el narrador retorna a su puesto perplejo y no sabe cómo manejar la situación, dado que la reacción del trabajador no nace de la rabia ni de la molestia, sino que utiliza una templanza inesperada.

En fin, sea utilizando como escenario el mar o la tierra, Melville “logra meterse en el abismo de la identidad humana”, dice Warnken.

Revise el programa completo dedicado a Herman Melville: