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Las inquietudes existenciales de Carlos Franz

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POR Fernanda Valiente |

El novelista y ensayista Carlos Franz reflexiona en torno al optimismo, la convicción y la violencia a partir de la reedición de su ensayo “La muralla enterrada: (Santiago, ciudad imaginaria)” del año 2001.

Carlos Franz, novelista y abogado, revela que siempre tuvo una relación complicada con la capital chilena. “Desde muy joven, desde los 15 años, una cosa así, tuve una relación muy traumática con Santiago. La encontraba una ciudad muy fea, muy hostil, violenta […] Me parecía muy injusto, pero por otro lado inescapable ser santiaguino. Y de alguna manera condensé ahí, en esta relación traumática de la ciudad, muchas de mis inquietudes llamémoslas ‘existenciales'”, cuenta en Desde El Jardín, de Radio PAUTA. Así nació su ensayo/novela La murada enterrada (2001).

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La muralla enterrada (2001). Créditos: Chile Literario

Por ende, en este trabajo se refirió a dos factores sociológicos. En primer lugar, le parece revelador que la construcción de los Tajamares del Mapocho, que impedía los desbordes de agua, fuese destruido por parte de la naturaleza. Lo simbólico de esta gran muralla intrigó mucho al novelista, como una especie de pulsión destructiva que se traspasó de lo natural a lo humano. 

Vista de tajamar con una de las bajadas al lecho del río Mapocho, siglo 19
Vista de tajamar con una de las bajadas al lecho del río Mapocho, siglo XIX. Créditos: Memoria Chilena 

En segundo lugar, afirma que a menudo la narrativa chilena se asocia al realismo, pero que su fundación pertenece más al mundo fantástico, rescatando la fuerte presencia de la figura del imbunche, a lo largo de la creación literaria nacional.

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Estatua del Invunche en la Plaza de Ancud, Chile. Créditos: Creative Commons

A pesar de que en esta historia mitológica a un niño se le practican operaciones para dejarlo inválido, la intención no es matarlo, sino dejarlo como guardián de la cueva. “Y esa máxima represión, nótese, produce la máxima potencia”, destaca. Porque dentro de la deformidad, se encuentran las más ocultas posibilidades del ser o potencias oscuras.

En esta figura, el escritor observa con preocupación el estímulo chileno de derribar lo que se eleva. “Hay una pulsión de muerte, yo creo, en esta sociedad”, declara. Lo sintió desde el primer minuto del estallido social.

Los excesos

En tiempos de crisis, advierte que tanto el optimismo como la convicción llevados al extremo, pueden ser peligrosos.

“El optimismo puede ser un pecado de soberbia de orgullo, ¿no? Cuando nos confiamos demasiado de él, dejamos de ver la realidad y puede ser una manifestación de vanidad”, sostiene. Además, indica que cuando tal valor se prolonga puede producir una ceguera, que instala una incapacidad para percibir lo que desagrada. Ello puede contribuir a la falta de tolerancia, hasta llegar al odio.

Por otro lado, en los momentos de extremada polarización advierte que aquellos individuos que poseen demasiada convicción generan no solo miedo, sino también rabia. Por tanto, en este sentido hace falta una mayor moderación.

De esta forma, Franz instala que en los escenarios de diálogo se debe rescatar el escepticismo, por sobre la certeza pura de conocer la verdad.

“Yo creo que la moderación la necesitamos en circunstancias dolorosas y tan violentas como las que hemos vivido, en primer lugar, como un ejercicio personal”, dice el autor de Santiago Cero (2001). 

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Portada del libro Santiago Cero (2001). Créditos: Memoria Chilena 

—Y a mí me parece que el papel del intelectual debe ser justamente mantener una cierta distancia y no zambullirse directamente en el fraude de la historia— señala el anfitrión de Desde el JardínCristián Warnken.

Para Franz, un intelectual deja de cumplir su rol si es que abandera completamente con un bando en particular.

Por otra parte, enfatiza su dolor por una sensación de rabia enfocada a un sector de la sociedad: “[…] lo que más me ha dolido es que la violencia que hemos visto ha sido condenada solo en uno de sus aspectos, que es la violencia de las fuerzas policiales. Merece ser condenada, porque las fuerzas policiales están obligadas a controlarse […] y la otra violencia que hemos visto, una violencia que ha dejado muertos también, porque los saqueos han dejado muertos, etcétera ha sido condenado como se dice en España, con la boca pequeña, ha sido condenada por voces aisladas […]”.

En este caso, presiente no el nacimiento, sino el crecimiento de un populismo.

Frente a este, señala que ha faltado una guía de parte de la autoridad. “[Una] pedagogía no en el sentido didáctico del término, de administrar conocimientos desde la altura del poder político, sino pedagogía por la vida del ejemplo, es decir se ha echado mucho de menos […] en esta crisis el ejemplo de los políticos, no solo sus palabras”. 

Revise la conversación con Carlos Franz:

Nota: Este programa fue emitido el 16 de enero de 2020.