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La oscuridad cognitiva que producen las drogas en los jóvenes

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Foreign Affairs Latinoamérica
POR Fernanda Valiente |

El siquiatra y exdirector del Senda Mariano Montenegro critica la baja percepción de riesgo. “Un cigarrillo de marihuana hoy equivale a 10 cigarrillos de Woodstock”, dice.

En los últimos años, la marihuana se legalizó en varios estados y ciudades norteamericanas. Oregon, Washington D.C. y Colorado son algunos ejemplos, que han visto aumentar igualmente el mercado negro y, con ello, la delincuencia, generando el cuestionamiento respecto de qué tan buena fue esa decisión y cuáles fueron los posibles efectos en los menores.

Mariano Montenegro, el exdirector del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), durante los gobiernos de los Presidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, es un convencido de los beneficios del modelo islandés, país que tiene un registro de apenas 2% de consumidores de sustancias nocivas, “gracias al desarrollo local y el aumento de las herramientas parentales”, explica.

El informe del Consumo de Drogas en las Américas (2019) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) destacó que los jóvenes chilenos “presentan el mayor consumo en cocaína, marihuana y tabaco entre 32 países de la región”, señala Cristián Warnken. Y la mayoría se encuentran en sectores vulnerables.

Cómo funciona una adicción

“La adicción tiene un sustrato biológico y es porque cuando una imagen, conducta o sustancia llega a la parte del cerebro que es el circuito de recompensa, se empieza a generar el deseo de volver a consumirlo y cada vez crece el apetito por ella. Eso llega a tomarse todo el pensamiento y la emoción”, añade Montenegro en Desde El Jardín.

El especialista destaca que hoy en día se puede hablar de conductas adictivas, y que estas van más allá de las drogas, ya que se pueden ver, por ejemplo, en el exceso de comida que consume la mayoría de la población chilena. “No poder para de comer”, dice el siquiatra, se volvió un problema. Según un informe de este año de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la obesidad afecta a 3,9 millones de adultos.

En el Chile actual, la calidad de vida se asocia al “cosismo”, dado que una gran parte del país que estaba estancada en los bajos ingresos pasó a ser de clase media, lo que trajo consigo un aumento del consumo.

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“No todo lo natural es bueno”

Según las encuestas, el 30% de los jóvenes consumió este año algún tipo de sustancias ilegales, lo que genera preocupación en Montenegro, en especial en el caso de la marihuana.

“Un cigarrillo de [esta droga] hoy equivale a 10 cigarrillos de Woodstock. Tiene 14% de THC y un cigarrillo de Woostock tenía 1,4”, cuenta. Este aumento en el químico se debe a que “empezó a hacerse el cultivo con selección génica para que tuviera cada vez más potencial adictivo”, explica el experto.

En los últimos años, la marihuana ha reducido su percepción de riesgo entre los jóvenes, en un escenario muy preocupante, al que ha contribuido la legalización en países como Uruguay. Pero el consultor de la OEA no tiene dudas y es firme en su postura de que corresponde a una sustancia dañina: su consumo aumenta las tendencias a desarrollar enfermedades bipolares, esquizofrénicas, crisis de pánico y trastornos depresivos, “como lo concluyó las Naciones Unidas en 2016”, asegura enfático.

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Por otra parte, Montenegro complementa que “se alteran todas las funciones cognitivas fuertes, la capacidad de concentración, la memoria de fijación que sirve para trabajar. (Además), la marihuana empieza a aplanar todo el entusiasmo y altera la capacidad de anticipación”, dice quien también trabaja como jefe de la Unidad de Desintoxicación de Drogas del Hospital Siquiátrico de Santiago José Horwitz.

Algunos refutan las consecuencias negativas del consumo de esta planta, afirmando que la cannabis hogareña es “buena” porque es natural. Pero Montenegro, que además es director del think thank Espacio Público, asegura que “la [marihuana] verde es la que tiene más potencial adictivo”.  

De esta forma, el experto propone tres pasos esenciales para aproximarse al modelo islandés y disminuir el consumo de sustancias ilícitas: querer a los jóvenes, tener un monitoreo y establecer normas. 

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