Deportes

Columna de Fernando Tapia: “La semana del WhatsApp”

Imagen principal
POR Andres Sepúlveda |

“La última filtración ha sido un porrazo duro para su gobierno”, dice Fernando A Tapia: “El máximo dirigente de la ANFP ha perdido apoyos”.

Los de la última semana han sido días de mucha información de interés público cuyo origen han sido los mensajes enviados entre dirigentes y empresarios del fútbol a través de la aplicación de mensajería para teléfonos inteligentes.

El famoso Whatsapp, un instrumento utilizado para mantener permanente contacto entre las personas, y que permite enviar textos, fotografías, documentos y audios de manera instantánea, se transformó en el nuevo viejo enemigo del presidente de la ANFP, Pablo Milad, quien tuvo que deshacerse en disculpas hacia varias autoridades gubernamentales, luego de la filtración de los diálogos que protagonizó con los máximos dirigentes de la Primera División, y en el que calificó al actual gobierno de “feminista y populista”, además de definir la propuesta de una eventual prohibición de ingreso a los estadios a los deudores de pensiones alimenticias como un “caramelo” que hay que entregar para sacar el máximo provecho del estado. Siempre será bueno conocer el verdadero rostro de las personas.

En el último consejo de presidentes, privadamente, aunque también se supo, Milad volvió a expresar su desencanto y decepción por la filtración de esas conversaciones, y reconoció que la polémica que esta trajo, incluyendo una enérgica respuesta del Presidente Boric, significó un retroceso en la debilitada relación con las autoridades, con quien el fútbol había iniciado una etapa de reuniones para abordar la crisis de seguridad en los estadios. Al final todo se sabe. De eso debiera estar consciente Milad.

En el 2016, cuando una investigación periodística tuvo acceso a todas las actas de los consejos de presidentes del año anterior, el año de la caída de Sergio Jadue, su apoyo irrestricto hacia el dirigente calerano quedó al descubierto, aun cuando en el medio ya arreciaban las denuncias de irregularidades con la entonces directiva de la ANFP. También a través de una filtración de un diálogo de WhatsApp, vaya coincidencia, se pudo saber que mantuvo contacto en un tono de admiración y de relación estrecha con Jadue, a quien llamaba “primo”, calificándolo como “el mejor presidente de la historia del fútbol chileno” cuando ya el susodicho se había entregado a la justicia norteamericana, reconociendo su participación en la red de corrupción internacional.

Ahora volvió a caer en la trampa, hablando a calzón quitado en un grupo armado para intercambiar opiniones con todos los presidentes de la Primera A, donde cada vez ha ido sumado más opositores, algunos de los cuales terminaron votando su reelección hace algunos meses, pero que ahora le dan vuelta la espalda ante la escasa capacidad para resolver los graves problemas que aquejan al fútbol chileno, su ceguera para reconocer la crisis y, por tanto, su abandono de deberes en el cargo.

La última filtración ha sido un porrazo duro para su gobierno. Un intento de golpe de estado, como el que sufrió hace poco el expresidente de la ANFP Sebastián Moreno. El fútbol chileno no debiera entonces sorprenderse con estas intentonas golpistas. Y aunque Milad dijo que no está interesado en una cacería de brujas para encontrar al culpable, lo cierto es que varios de sus asesores sospecharon de una maniobra orquestada desde Azul Azul, trascendido que el presidente del club universitario Michael Clark desmintió. A la verdad le falta tiempo.

Lo que sí ha quedado claro es que el máximo dirigente de la ANFP ha perdido apoyos, algunos muy importantes, y es tal el nivel de desprolijidad de su gestión, que no sería raro que no alcance a terminar su periodo. Esta semana Milad no fue el único expuesto a través del WhatsApp. Una demanda laboral de un exgerente de La Serena dejó al descubierto el poder total del representante Fernando Felicevich en el club granate. Allí todo lo decide él.

Los diálogos conocidos a través de la aplicación han servido simplemente para ratificar lo que siempre se ha dicho, pero que ahora adquiere otros ribetes con pruebas palpables. Cristián Contador, el dueño y presidente en el papel, aparece en los hechos apenas como un actor de reparto, un prestanombres. Al menos en aras de la transparencia, el fútbol chileno le debe agradecer esta última semana al bendito WhatsApp.